domingo, 4 de diciembre de 2011

Los cómplices, por Salud Hernández-Mora

Los cómplices




Por: SALUD HERNÁNDEZ-MORA
03 de Diciembre del 2011



Tan aburridos están con su misión que para ellos es un alivio disparar a quemarropa a rehenes enfermos, indefensos. Una vez muertos, pueden salir de la selva profunda y dedicarse a otros atentados terroristas.

Piedad Córdoba remató la faena alegando que el Gobierno pudo ser el criminal.

Cumplen a rajatabla las directrices de las Farc que conocimos por los computadores de 'Raúl Reyes'. Después de la masacre de los diputados del Valle del Cauca, el jefe terrorista aconsejaba culpar al Gobierno, insistir en la mentira de que murieron en medio de un rescate militar. Líderes de opinión, ONG y organismos internacionales se comieron el cuento. Ahora pretenden lo mismo.

Colombianos y Colombianas por la Paz corrieron a mostrar una carta falaz en la que aseguraban que preciso este mes las Farc se disponían a liberar a Libio José Martínez, Elkin Hernández, Édgar Yesid Duarte y Álvaro Moreno, cuando tuvieron 14 años para hacerlo. No solo complacen a los terroristas, también es una canallada con las familias. Al devastador dolor que soportan, le agregan hacerles creer que habrían regresado vivos, y pronto.

Que lo digan las Farc no sorprende, es el lenguaje de las alimañas. Pero que les haga coro el orfeón de siempre, resulta insultante. Y como no obtuvieron el resultado esperado, Piedad Córdoba remató la faena alegando que el Gobierno pudo ser el criminal. ¿Hasta cuándo el Partido Liberal permitirá su apología del terrorismo?


Yo no dudo de que los cuerpos especiales del Ejército no intentaron rescatar a los secuestrados sino localizar y seguir a los guerrilleros, y que fue una terrible desgracia que los descubrieran. Podremos discutir la conveniencia y los riesgos de esos operativos, pero sin perder de vista que los únicos responsables de las muertes de los rehenes, los autores intelectuales, son los miembros del secretariado.

 
Primero ordenan secuestrar y torturar a los cautivos por años, y luego convierten a los seres humanos que reclutan en despiadadas máquinas asesinas. Les arrancan el corazón, les blanquean el cerebro y a algunos los castigan con el peor destino que existe para un guerrillero: cuidar secuestrados. Por eso existen desalmados como el comandante 'Arturo Rojas', que obligó al coronel Duarte a cargar doble peso en una caminata tras sufrir un esguince.






Tan aburridos están con su misión que para ellos es un alivio disparar a quemarropa a rehenes enfermos, indefensos. Una vez muertos, pueden salir de la selva profunda y dedicarse a otros atentados terroristas. A ese grado de inhumanidad y salvajismo llegaron por mandato de sus jefes.






Para premiar tamaña barbarie, nuestros honorables legisladores pretendían permitirles hacer política después de su desmovilización, si es que llega algún día. Tras lo ocurrido decidieron enterrar la iniciativa, pero más adelante volverán a resucitarla porque en este país hay quienes piensan que con las Farc y el Eln tenemos que ser más condescendientes de lo que fuimos con los paramilitares.






Por el contrario, considero que lo único que habría que negociar con esos bárbaros es dónde y cómo entregan las armas a cambio de aplicarles la ya demasiado benévola Ley de Justicia y Paz. Otorgarles más beneficios sería despreciar a sus víctimas.






En cuanto a los familiares de los caídos en esa imperdonable matanza, lo mínimo sería que el Presidente les ayude igual que sus predecesores hicieron con los Galán y Lara, entre otros. Los hijos de Martínez, Duarte, Moreno y los sobrinos de Hernández deberían pasar en el exterior una larga temporada con sus padres, si quieren. La distancia les ayudará a soportar su tragedia y si los sucesivos gobiernos dieron a sus amigos estudios y puestos fuera, los ciudadanos del común podemos pedir que hagan lo mismo con quienes después de 13 y 14 años de padecer el peor calvario imaginable reciben a su ser querido en un ataúd.






NOTA. Todos a la calle el martes. Hay que repudiar el secuestro y exigir la libertad de los cautivos. No Más.



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