En el Heraldo
22 de Abril de 2011 
Se las canto, Señor Presidente
Escribir sobre el invierno es llover sobre mojado. Pero ¿cómo  quedarse indiferente ante la tragedia que desde hace varios meses viven  millones de compatriotas, 2.826.089, según las más recientes cifras  suministradas por la Dirección de Gestión de Riesgo del Ministerio del  Interior y de Justicia?
Es decir que entre los casi tres millones de damnificados del  invierno y los 3.600.000 desplazados que hay en país por el conflicto  armado, según cifras de la Corte Constitucional, hoy hay en Colombia  cerca de siete millones de personas sin ningún tipo de futuro y viviendo  a la buena de Dios. Esa es la Colombia que nos tocó en suerte.
Todo lo anterior, mientras que en ciudades como Bogotá y Medellín hay  apartamentos que valen hasta $120.000 mil millones de pesos.
Muchos de los propietarios de dichos apartamentos son los mismos que  en temporada de Semana Santa –porque no puede llamarse de otra forma,  puesto que el sentido religioso de la misma se perdió hace mucho tiempo-  pasan orondos por el lado de los damnificados y prefieren mirar para  otro lado, tratando de ignorar una realidad que los abofetea. Otros  prefieren visitar Miami, “porque es que la Costa está imposible con  tanto damnificado pidiendo limosna”. Algunos optan por Europa porque “es  que a Miami se lo tomaron los cubanos, y qué pereza”.
La tragedia invernal no es culpa solo de la naturaleza, a la que las  autoridades cínicamente le atribuyen toda la desgracia. Es también  producto de la ineptitud de administraciones departamentales y  municipales que prefieren tener la plata engordando en una fiducia en  lugar de destinarla a quienes se están muriendo de hambre y frío, pues  les gana el susto de que mañana la Procuraduría les abra una  investigación por presunta malversación de fondos.
La tragedia también es producto de la corrupción, que tiene ahogado  al país, más que el propio invierno. Perdóneme la expresión, amable  lector, pero ¿qué carajos hace un alcalde comprando docenas de  fotocopiadoras con los recursos del invierno? ¿A qué le piensa sacar  fotocopias? ¿A los niños raquíticos que agonizan a la entrada de su  despacho? ¿A los cuerpos inermes de cientos de novillos y de vacas que  pasan por la plaza del pueblo con la panza al aire, en una especie de  danza macabra en la que los únicos contentos son los gallinazos que a  picotazos les arrancan las tripas? ¿O es que quizá las piensa adaptar  como canoas con motor fuera de borda para evacuar a los damnificados que  suplican su asistencia?
Mientras los ineptos se cruzan de brazos y los corruptos hacen fiesta  con nuestra plata, los damnificados del invierno siguen esperando la  asistencia de un Estado que nunca llega, a pesar de que el presidente  Juan Manuel Santos anunciara que se iba a juntar el invierno de  noviembre con el de abril. 
Y se las canto, Señor Presidente: al paso que vamos, el invierno de  abril se va a juntar con el de noviembre y éste con el de abril del  próximo año. ¿Sigo? Y el de abril del próximo año con el de noviembre. Y  así por los siglos de los siglos. ¿Y sabe por qué ello es así? Porque  no basta con anunciar las calamidades para evitarlas. Mientras los  ineptos y los corruptos sigan accediendo a los recursos destinados para  los damnificados, la emergencia se mantendrá y crecerá. No le dé más  vueltas, señor Presidente. Es allí donde tiene que meter mano si no  quiere que el inri de su gobierno termine siendo la incapacidad para  manejar y superar la tragedia invernal.
PD: Vergonzosa impunidad. El asesinato de Julio Daniel Chaparro y  Jorge Torres, entonces cronista y fotógrafo de El Espectador,  respectivamente, hace veinte años, podría quedar en la impunidad si tan  execrable hecho no es considerado de lesa humanidad. Por increíble que  parezca, dos décadas no han sido suficientes para saber quiénes  dispararon y por qué contra Julio Daniel y Jorge. Es una vergüenza para  nuestro sistema judicial que nadie responda por dichos asesinatos, como  nadie lo hace tampoco por los de miles de colombianos anónimos que todos  los días caen abatidos por “fuerzas oscuras”, como eufemísticamente las  llaman las autoridades. ¿Cuándo sabremos los colombianos quiénes  conforman dichas “fuerzas oscuras”? ¿O es que lo sabemos y no nos  atrevemos a denunciarlas?
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