sábado, 19 de marzo de 2011

El poder de un decreto y una silla, por Rafael A Rada C


Yo cuando leí esto sonreí... 
Y me imagino que los candidatos y politiqueros deberán reír, comentado: “ese “man” tiene razón, pero qué podemos hacer si así es que funciona el negocio; sino nó, no será negocio”.
A muchos de los jóvenes y adultos les gusta el asunto así, con “cruce incluido”.
¿Será posible que esto pueda cambiar?
¿Habrá otra fórmula más digna?
La sonrisa y después risa, se convierte en una mueca triste, cuando uno se convence que las palabras se las lleva el viento, que las sonrisas eran de “mentiritas” y que para ser político… o mejor, politiquero, se debe hacer un curso de actuación bien berraco para no fallar al prometer imposibles que aparezcan ante la comunidad como algo realizable.

… ya no estoy sonriente…, ahora casi se me salió una lágrima, al comprobar que todo es una farsa miserable…

LuisEmilioRadaC
Pd: el poder de un decreto y una silla

El poder de un decreto y una silla.
Marzo 18 de 2011.
Cuando los aspirantes a alcaldes están en campaña se rodean de un importante grupo de asesores que se sientan con él a discutir los diferentes problemas de la ciudad y entonces el candidato se va enterando inicialmente de cuál es el origen de la misma, cuáles son sus límites y qué barrios la conforman.
Después empieza un recorrido por la urbe y le habla a los habitantes de cada sector de acuerdo a su lenguaje. Se convierte en uno de ellos, les dice “cosa linda” a los bebés, “parce” a los muchachos. “Compadre” a los adultos jóvenes, “ti@“ a los que tienen más o menos la edad de sus padres y “abuel@” a todos aquellos que tengan canas o sean calvos, aunque sean menores que él.
Se ponen suéteres sencillos, bluyines y zapatos deportivos para caminar en medio de las calles polvorientas o de los barriales. Cargan a los bebés, se saludan con el puño y el codo con los “parceros”, toman aguardiente con los “compadres y tíos”, se toman el sancocho que preparó la “tía”; escuchan con atención a l@s “abuel@s” y les prometen a todos que durante su gobierno todas las vías serán pavimentadas, que tendrán hospitales de tercer nivel en las esquinas de sus casas, ya que comprarán todas las viviendas que sean necesarias para llevar a cabo el proyecto.
Les aseguran que les seguirán enviando el mercadito a que ya los acostumbró el gobierno nacional con sus “entidades de apoyo a la permanencia de la pobreza” y la gente entonces dice: “nunca se nos había acercado nadie como él; se tomó toda la sopa de mondongo… ese doctor si va a cambiar esto”.

El CIERRE de la PELÍCULA
Pasada la ceremonia de posesión ante las autoridades competentes, para la que recibió el Alcalde electo un decreto, va y se sienta a la silla, la “silla mágica”.
Si, a la “silla mágica”. Esa que tiene el “poder” de transformar a un sacerdote en planificador, a un médico en experto financista, a un financiero en ambientalista y a un ingeniero experto en salud y educación.
Y donde están los asesores, dando clases en los programas de pos-grado de la ciudad, esperando que aparezca alguien sensato que de verdad los tome en cuenta, o dedicado a escribir sobre el deber ser y no lo que se hace en la ciudad por parte de los administradores de la cosa pública.
Y las “cosas lindas”, “parceros”, “ti@s” y “abuel@s”, esperando que termine el período para conocer otro candidato carismático…
Pero sus calles siguen polvorientas, las “cosas lindas” mocos@s y con hambre, los “parceros” sin estudio y sin trabajo, l@s “tí@s” aspirando a ser ediles, y l@s abuel@s de verdad expresando: “yo les decía que todos son la misma cosa y ustedes no le creen a los viejos. Es que por aquí han pasado todos ellos, desde que el barrio lo fundamos”.
Ojalá escojamos para la Alcaldía, alguien que escuche a sus asesores, pero que fundamentalmente le cumpla a la ciudad.

Rafael Alberto Rada Conrado

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