jueves, 24 de marzo de 2011

Atlántico Competitivo, en crisis

En el RADAR hemos estado muy pendientes del desarrollo de la ciudad, la Región Caribe, Colombia y el mundo.
Obviamente, un medio como el nuestro desconoce muchas cosas.
Como le ocurre también a los medios grandes, porque es imposible saberlo todo; pero tratamos de atender lo más cercano, lo que nos llega más como ciudadanos y habitantes de una ciudad tan agradable como Barranquilla.
Ahora tenemos un tema que ha dado mucho de qué hablar: Atlántico Competitivo y que nos involucra a casi todos los atlanticenses.
En las redes periodísticas abordamos el asunto y ahora El Heraldo aparecerá en su editorial de este 25 de marzo, hablando del asunto.
Raimundo Alvarado, coordinador de dos de las redes, arranca con un comentario y de inmediato les presentamos el editorial del diario barranquillero.


LuisEmilioRadaC
Pd: Raimundo
 
Este tema tiene interés regional porque muestra los obstáculos para unir a los lideres de una ciudad del Caribe para un propósito de interés general y de los propios involucrados. Refleja además las debilidades de la sociedad civil. Me gustaria saber que está pasando en Cartagena y en otras ciudades en materia de alianzas publico privadas para la competitividad. Este tema es importante porque, de ser asi por todas partes,  nos mostraría inmaduros para asumir más autonomía en el destino de la region. 
R Alvarado
 

24 de Marzo de 2011 - 07:29 pm

Atlántico Competitivo, en crisis

Y la consecuencia ha sido la renuncia de su directora, excelente e intachable elemento de nuestra dirigencia como lo es la abogada Marcela Blanco Lara, quien fue escogida en septiembre, tras un proceso de méritos. La exdirectora ha señalado en su carta, hecha pública anteayer, que había sido víctima de acoso por uno de los miembros del Consejo, que al mismo tiempo lidera veedurías a varias instituciones de interés general.
 
La crisis de la naciente corporación se produce a pocos días de su Asamblea General programada para el martes 29, que debe trazar la ruta para su gestión en los próximos años y puede resolver, de acuerdo con sus estatutos, los vacíos que han quedado en el Consejo. Sin embargo, no se ve fácil reemplazar a los renunciantes por su reconocido compromiso con la competitividad del Atlántico.
Se debe considerar que del Consejo en mención forman parte quienes con más legitimidad representan la voluntad del sector productivo de Barranquilla. Luego, el fracaso de este cuerpo corporativo, en cuanto no ha sido capaz de crear un ambiente idóneo para siquiera reunirse y deliberar civilizadamente, es cuestión que debe activar todas las alertas en una ciudad que le ha apostado a la concurrencia público-privada para avanzar en sus transformaciones. Alerta con implicaciones aún de mayor envergadura, ya que no se puede hablar de competitividad en ninguna parte del mundo sin la participación del sector productivo en los procesos de articulación de los esfuerzos.
 
Miremos varios aspectos de la crisis. Es bueno que haya veedurías en Barranquilla como parte de la profundización de la participación ciudadana y el mejoramiento de la calidad de su democracia. Visión Compartida, en su momento, hizo un ejercicio de auditoría articulada con otras organizaciones y la Contraloría General de la República, y este ayudó a confirmar lo onerosas que eran algunas concesiones para el Distrito, sin mencionar muchas otras importantes y veraces denuncias.
Pero ese derecho ciudadano y esa actividad no pueden conducir a una desestabilización de las instituciones —como se está comprobando en el caso de Atlántico Competitivo— que son excelentes iniciativas para mejorar la condición de la ciudad, débiles quizás en su gestación, pero buenas para el Departamento. La misión de las veedurías no se puede llevar al extremo de hacer estallar y destruir desde adentro las instituciones, más aun cuando estas —como es el caso— no presentan el menor asomo de corrupción grave, sino más bien los tropiezos normales de cualquier comienzo.
 
La competitividad del Departamento no depende solo de la corporación que ahora ha hecho crisis. Depende, en primer lugar, de lo que hagan los empresarios en su ambiente micro, considerando siempre los factores externos. Depende de la manera como se resuelvan los conflictos, de la infraestructura, la calidad de los gobiernos territoriales, de la condición social, la educación, la oferta laboral y otros variados factores más. Una corporación que lidere tan complejos factores debe ser modelo de armonía interna, compromiso y buena fe en las actuaciones colectivas y de cada uno de los miembros del órgano máximo de dirección. La doble condición de veedor y miembro del Consejo genera conflicto de intereses que se vuelven difíciles de manejar cuando el veedor-consejero tiene una interpretación propia, diferente a las actas formales, de lo que ocurre en cada sesión y difunde profusamente sus puntos de vista. De ahí que tienen justificación los empresarios que se sienten agredidos por ese ambiente inapropiado que se ha generado en la Sala de Juntas de la Gobernación del Atlántico.Ante las circunstancias surgidas en Atlántico Competitivo, queda planteada una realidad bastante complicada para el futuro de esta institución. Quizá lo más recomendable sería colocarla en una especie de cuarto de hibernación, mientras se consigue su recomposición e impulso para que logre adelantar los fines para la cual fue creada. De todos modos, la opinión pública quedaría a la espera de la orientación que pudiera trazar el señor Gobernador, dada su condición de líder institucional de este proceso, que sería lamentable se viese interrumpido por un inadecuado trámite de las diferencias, propiciado por quien ha tenido voto solitario en una corporación en la que los 17 miembros restantes respaldaron la gestión de la doctora Blanco Lara.
Al fin y al cabo, duele que lo que estemos viendo sea la muerte prematura de un organismo al que mucho se le auguraba, y sin que haya habido una buena razón –distinta a la anarquía provocada– para ese final.

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