Por eso, queremos registrar esta nota escrita por Laura Ardila, de El Espectador, quien llegó a Barranquilla a conversar con la gente de la capital del Departamento del Atlántico.
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La despensa del béisbol
Por: Laura Ardila Arrieta / Enviada especial a Barranquilla
Entre los barrios Abajo y Montecristo de Barranquilla creció Édgar Rentería jugando con bates de mentiritas en las calles.
Los peloteritos del Team Rentería
Ahora no parece tan difícil acceder a un uniforme y tomar clases para aprender a parar la pelota, a lanzarla, a batearla, a inventarse señas que ayuden a derrotar al rival. Ahora, y desde hace mucho, hay estadio y entrenadores. Ahora el sueño, por decirlo de alguna manera, es más oficial.
Los vecinos del estadio de béisbol Tomás Arrieta, entre el barrio Abajo y Montecristo, comentan que si no fuera por los hermanos Édgar y Édinson Rentería la suerte de ese deporte en el país sería la de pasatiempo menor. Parecen estar en lo cierto, teniendo en cuenta datos tan contundentes: en diciembre de 1998 los dos peloteros fundaron la academia Team Rentería, que hoy tiene 300 alumnos, la mayoría de ellos de sectores populares. Noventa y ocho de sus estudiantes han sido contratados por equipos de grandes ligas y se encuentran en sus divisiones menores, a la espera de una oportunidad. Otros juegan en Los Caimanes, Los Potros, Las Águilas y Los Toros, algunos de los equipos profesionales nacionales.
Y el recuento de logros sigue: el Team Rentería administra la Liga Colombiana de Béisbol Profesional, que después de 62 años, por fin, respira buenos aires con seis grandes equipos, una mejor organización y el sueño de jugar la Serie del Caribe en 2011.
La escuela recibe desde peloteritos de 2 años, que corren torpemente detrás de la bola y se ponen la manilla en la cabeza, hasta muchachos de 16, que sueñan con que cualquier día bendito llegue un scout (cazatalentos) para llevarlo a las Grandes Ligas.
Son en total cinco entrenadores, todos amigos de los Rentería desde tiempos inmemoriales. Uno jugó con Édinson, otro fue mánager de Édgar, el de más allá creció con ambos. Practican de lunes a viernes, a partir de las 2 de la tarde, en el Tomás Arrieta.
Mientras dentro del estadio se escuchan frases como “rompe la inercia”, “la estás dejando muerta”, “vamos, ataca la pelota” o “el brazo no es una palanca, suéltalo”, afuera Ronald, de 13, y Juancho, de 18, han salido a jugar con los pies descalzos, bajo un sol que muestra toda su cara. Pasan por el estadero La Tercera Base, al que Rentería “llega siempre que está en Barranquilla a jugar parqués y dominó”, como cuenta con orgullo su dueño, Luis Hernández. Allí llenan una bolsa con tapas de cerveza. Juancho carga en su mano el palo de escoba vieja. La historia sigue siendo igual que antes.
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Laura Ardila Arrieta / Enviada especial a Barranquilla | EL ESPECTADOR
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