sábado, 21 de agosto de 2010

Santos en su primer encuentro con Barranquilla, el 20 de agosto


Palabras del Presidente de la República, Doctor Juan Manuel Santos, en la presentación de los proyectos de Ley de Ordenamiento Territorial y de Reforma de Regalías
Barranquilla, 20 agosto de 2010


“¡Qué bueno venir a la costa Caribe, a esta querida Barranquilla, a cumplir un compromiso sentido, un compromiso cierto, un compromiso del corazón, un compromiso con esta hermosa región de Colombia y con todas las regiones del país! Durante mi campaña vine varias veces a Barranquilla y a diversas ciudades y municipios del Caribe; participé en muchos foros y siempre dije que, como Presidente, impulsaría una ley de ordenamiento territorial que hiciera realidad el sueño de la región Caribe, y de otras que sean viables en el país. Dije también que me comprometía a trabajar en una reforma a las regalías, un tema tan importante en esta región –que además es una de las más beneficiadas por estos recursos–, para que se utilicen en forma eficaz, eficiente, transparente, y también para que se distribuyan en todas las regiones de la periferia. Hablamos de un Fondo de Compensación Regional que comenzará a cerrar la brecha y a eliminar las desigualdades que persisten entre las diversas zonas de nuestro territorio. Y hoy vuelvo a Barranquilla, donde tuvo tanto impulso el Voto Caribe. Recuerdo perfectamente cuando nos comprometimos con ese Voto Caribe en pleno carnaval y he venido a cumplir mi palabra con la región Caribe y con las demás regiones del país.

Hemos venido, señor Gobernador (del Atlántico, Eduardo Verano de la Rosa), señores alcaldes, doctor Adolfo Meisel, y tantos otros promotores de esta idea, para lanzar desde Barranquilla estos importantes proyectos legislativos. Esperamos, de todo corazón, que sean aprobados en el Congreso de la República, y hagan realidad esa posibilidad de que las regiones tengan una verdadera equidad y una verdadera posibilidad de desarrollo. Me gustó mucho una columna suya, doctor Meisel, en la que nos invitaba a los candidatos que nos habíamos comprometido con la región Caribe a cumplir nuestra promesa. Usted decía que los políticos nos parecemos al diablo que convenció a un costeño que había muerto de que no fuera al cielo, sino que se fuera para el infierno, porque le mostró una linda playa llena de mujeres bonitas, en bikini, tomándose sus mojitos y con mucha música. Luego de que este muerto había tomado su decisión, convencido por el diablo, llegó al infierno y no había tal playa ni mujeres bonitas ni mojitos ni música; era un desierto lleno de torturas. El costeño le reclamó al diablo: ‘Ajá, man. ¿Qué pasó? ¡Lo que tú me prometiste fue otra cosa! A lo cual el diablo le respondió: ‘Sí, ¡pero era que estábamos en campaña!’.
Fíjese que no somos el diablo. Eso no está pasando ni va a pasar. Lo que dijimos en nuestra campaña lo estamos cumpliendo.
Por eso hoy estamos aquí para cumplirle a la Costa, al Atlántico, a Bolívar, a Magdalena, a Cesar, a La Guajira, a Córdoba, a Sucre, y a todas las demás regiones de la periferia del país; para cumplirle también a Nariño, con el que nos comprometimos cuando allá estuvimos en campaña. Hoy estamos lanzando, con un buen ambiente, como lo podemos percibir, este proyecto de Ley de Ordenamiento Territorial que hará viable –después de 19 intentos– el proceso de creación de las regiones, y un proyecto de acto legislativo que dará inicio a la gran reforma de las regalías que va a ser el motor del progreso y de la equidad regional.
Señor Presidente del Congreso, del honorable Congreso que yo siempre he llamado el poder supremo de la Nación: En el discurso que pronunció el día de mi posesión, usted tomó la voz de las regiones para expresar ante el país su preocupación por las desigualdades que se viven en la periferia colombiana. Y manifestó, con alivio, que veía en el Gobierno que comenzaba una preocupación igual por las inequidades sociales y regionales, y los buenos augurios de que tomaríamos cartas en el asunto. Y es cierto, tal como usted dijo, que hoy hay ‘una auspiciosa confluencia’ –así lo llamó usted– del Ejecutivo y el Congreso para lograr reformas largamente aplazadas, que superen la falsa dicotomía entre crecimiento y la disminución de la desigualdad.
Después de tantos infructuosos intentos por aprobar una ley de ordenamiento territorial y unas reformas necesarias al régimen de regalías, que realmente beneficien a todas las regiones, estoy convencido que hoy, por fin, los astros se han alineado y son bastante favorables. Con ustedes, señores congresistas, podemos hacer historia en el Caribe y en las demás regiones posibles del país –en el Pacífico, en el sur, en el oriente–, para que todas se equiparen en desarrollo económico y social con las más prósperas o menos pobres del centro de nuestro territorio. ¡Y no vamos a ser inferiores a este reto!
No se trata de un simple trámite legislativo. Es un trabajo conjunto, de todos unidos para reducir la pobreza y las inequidades en la inmensa mayoría del territorio nacional. Es un compromiso de verdad con los que más necesitan, con los que están cansados de esperar.


El próximo mes iré a Nueva York a rendir cuentas sobre el cumplimiento de los Objetivos del Milenio. Fuimos uno de los tres países –junto a China y Ghana- a los que nos pidieron rendir cuentas, sobre los compromisos que fijamos nosotros mismos. Y si queremos cumplir esos compromisos que asumimos ante el mundo –¡y lo vamos a hacer!–, para 2015, tendremos que haber sacado a por lo menos 7 millones de habitantes de la pobreza, y a 4 millones de la indigencia.
¡Y vamos a lograrlo –estoy seguro– si trabajamos juntos, sin mezquindades, sin poner los intereses personales sobre los intereses generales, como una Nación decidida a dejar atrás siglos de inequidades y a conquistar ese futuro que está a la mano, para que sea un futuro placentero para todos los colombianos! A los pobres de la Patria y a los pobres del Caribe, les repito: ¡no los vamos a defraudar!
Y digo más: a todas las regiones de nuestra Patria, a esa inmensa mayoría de colombianos que viven en la periferia de nuestro territorio, ¡tampoco los vamos a defraudar!
El ministro del Interior, Vargas Lleras, nos ha delineado lo que será la propuesta de la Ley de Ordenamiento Territorial. Es una ley pensada para las regiones y por las regiones, pero que no compromete la unidad ni la soberanía nacional.
Y esto debe ser muy claro: Desarrollar las regiones que autorizó la Constitución de 1991, es un ejercicio democrático de descentralización y de mayor autonomía territorial, pero no es un camino hacia el federalismo o la desintegración.
Me gustó mucho una frase que acuñó el secretario de la Comisión de Ordenamiento Territorial del Senado (Gregorio Eljach Pacheco), que resume muy bien lo que queremos: ‘Vamos a regionalizar el Estado unitario’.
Y sea el momento para agradecer el buen trabajo de esta Comisión, hoy presidida por el senador Aurelio Iragorri, que ha mantenido vivo este tema, a pesar de los continuos descalabros en el Congreso. Con este proyecto de Ley de Ordenamiento Territorial, avanzaremos –sin lesionar la Unidad Nacional– hacia una descentralización efectiva, que respete la autonomía regional y la diversidad, esa gran diversidad que enriquece a nuestra nación.
Como dije en mi discurso de posesión: las regiones que estableció la Constitución para promover el desarrollo económico y social ¡serán entonces una realidad!
Será un proceso gradual, impulsado desde las mismas regiones, cada cual a su paso y de acuerdo con sus posibilidades y sus necesidades. Sabemos que la región Caribe es pionera en esta idea, pero también podrán formarse, en su momento, otras regiones en el país que consulten los intereses de sus habitantes. La integración podrá tener motivaciones geográficas o motivaciones culturales; atenderá a la búsqueda de un crecimiento sostenible; seguirá principios de solidaridad y equidad, y, sobre todo, hará realidad el lema popular de que ‘la unión hace la fuerza’.

Es importante que los departamentos y los municipios que comiencen el camino hacia la regionalización entiendan que no se trata de crear más burocracia, ¡no! Se trata de hacer más eficaz, más transparente y mejor distribuido el gasto regional y de ejecutar grandes proyectos que realmente traigan beneficios para la región y para todos sus pobladores. Se trata de empoderar a las regiones para que asuman un destino conjunto que sea superior al que alcanzarían individualmente, con criterios claros, como los de equidad, favoreciendo siempre las zonas con mayores necesidades.
Vuelvo a traer a cuento una frase del Presidente (John F.) Kennedy que pronuncié hace una semana en la Asamblea de la ANDI: ‘Nadie puede ser verdaderamente rico, si sus vecinos son pobres’.
No hay mayor inversión que pueda hacer un municipio o un departamento próspero que la de apostarle a que sus municipios y departamentos vecinos gocen de la misma prosperidad.
Pero eso no basta y no basta tampoco el simple compromiso del Gobierno Nacional.
Necesitamos que todos ustedes aquí en el Caribe, y en todas las zonas del país, como futuras regiones, se pongan de acuerdo. Sólo superando los celos, las querellas, las competencias por los fueros, vamos a poder acordar y poder diseñar bien las obras y los programas que tanta falta nos hacen.
Nunca olvidemos que somos pasajeros. El día de mañana, Gobernador, usted y yo estaremos gozando de nuestro uso de buen retiro. Pensemos en la necesidad de dejar unas buenas instituciones, unos buenos planes, unos buenos diseños y que podamos recordar que dejamos algo muy importante para sus hijos y nietos, y para mis hijos y nietos.

Revolución en materia de regalías
Otra gran revolución –y es una verdadera revolución– es la que vamos a emprender en el tema de las regalías.
Ayer, el Fiscal (e) Guillermo Mendoza Diago, el Procurador y el Contralor (e) presentaron un diagnóstico bastante aterrador sobre la corrupción que se roba una buena parte de esas regalías que llegan a las regiones, de esas inmensas regalías, como ustedes vieron en la presentación del Ministro de Hacienda. Este es un tema del que vamos a apersonarnos, y del que ustedes también, que son los primeros interesados, tienen que sentirse dolientes y tomar cartas en este asunto.
Las regalías no pueden seguir siendo la caja menor de los gobiernos municipales de turno, que se gastan en obras sin impacto social o que simplemente se despilfarran. Las regalías tienen que ser un instrumento de desarrollo, de creación de prosperidad, y sobre todo, de equidad social.

Esos tres principios que mencionó el Ministro de Hacienda son bien importantes: la equidad regional, la equidad social y la equidad generacional.
Yo quisiera enfatizar esos principios, porque son los que informan todo lo que estamos haciendo en materia de regalías. Queremos buscar un sistema que agarre la riqueza minera y la de hidrocarburos y que se traduzca en una mejor calidad de vida para las zonas productoras, por supuesto, pero también para las regiones con mayor rezago en desarrollo del país.
Es apenas justo, es apenas obvio; es lo que hay que hacer. Como aquí se ha dicho, la periferia de Colombia concentra más del 44 por ciento de la población, pero concentra el 60 por ciento de la pobreza del país.

Y llegó la hora de que los recursos que vienen de nuestro subsuelo nos ayuden a eliminar esa inequidad. Son los recursos de todos los colombianos. Cada barril de petróleo, cada onza de oro, cada tonelada de carbón, se van; ¡no se recuperan!; son recursos finitos, escasos y no renovables. Por eso no es posible que beneficien o a una sola región o una pequeña porción del territorio nacional ni tampoco que beneficien a una sola generación. ¡No podemos girar contra el futuro de nuestros hijos!
Nuestra gran contribución, con este proyecto, será lograr que podamos invertir bien los recursos de las bonanzas mineras y petroleras, que ojalá se presenten, aunque no podemos hacernos demasiadas ilusiones. Estamos proyectando y preparándonos, no tenemos todavía esos recursos con nosotros. Si no, la bonanza se traducirá, como se ha traducido tantas veces, en una mala inversión, que a la larga significa estar peor que antes de la bonanza.
También será un esfuerzo para lograr metas de ahorro que nos blinden frente a eventuales momentos de dificultad.
Ese esfuerzo lo hará conjuntamente el Gobierno Nacional con los impuestos del petróleo y los dividendos de Ecopetrol que vamos a ahorrar en el exterior, para evitar la revaluación. Y eso es bien importante, porque la revaluación está golpeando en este momento a los sectores que más empleo generan.
Pero si todos ponemos, todos ganamos. Es como la pirinola de la que hablaba Antanas Mockus: Todos ponen, todos ganan.
Queridos amigos de la región Caribe y de las demás regiones del país: Los invito a una nueva noción de prosperidad: lo que hemos llamado la Prosperidad Democrática. Es una prosperidad que no sólo beneficia a unos pocos, sino que se distribuye a los que más la necesitan, generando una sociedad mucho más justa, más equitativa –y estoy seguro– que más pacífica hacia el futuro.
Las regalías, con este proyecto, van a seguir beneficiando a las regiones productoras, que eso quede claro. Pero también –hay que ser justos– van a beneficiar a aquellas que están más atrás en su camino hacia el desarrollo.
Me decía el Gobernador del Atlántico que Barranquilla no recibe un solo peso en regalías, ni el departamento del Atlántico; y aquí hay también muchos pobres. Yo creo que es apenas justo. Eso es solidaridad. ¡Eso es trabajar dentro de un concepto de Unidad Nacional! ¡Y vamos a superar las condiciones estructurales que han impedido que ese elemental esquema de Justicia pueda ser una realidad!
Con el Fondo de Compensación Regional, los ingresos de nuestro subsuelo, del subsuelo de todos los colombianos, van a beneficiar a todos los colombianos.

Y cumpliremos con dos objetivos que los repetimos mucho en la campaña: Primero, nivelar las regiones, así como en la Unión Europea se hizo un gran esfuerzo para que las regiones más pobres tuvieran más recursos para nivelarse. Eso creemos que es justo, después de haber acumulado tanto atraso durante tantas décadas. Será también un mecanismo transitorio que nos permitirá un crecimiento más homogéneo en todos los rincones de la Patria. Dos siglos después de nuestra independencia, hoy comenzamos un camino para ser una nación de verdad, unida en la diversidad, donde todos marchemos al mismo paso hacia el mismo progreso.
El segundo objetivo es la realización de grandes proyectos de impacto regional, que cubran los déficits en salud, educación e infraestructura para la competitividad.
Yo sueño con esta región Caribe, ahora que esperamos que nos aprueben el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y en medio de ese inmenso interés de los inversionistas del mundo por Colombia, que se está convirtiendo en un país atractivo.
Estuve en Europa, en la gira que hice visitando a los mandatarios europeos, y hablé con el presidente del Hong Kong Shangai Banking Corporation (Hsbc), que es el banco más grande del mundo. Él pronunció un discurso en Hong Kong hace unos meses y dijo: ‘Hace unos años, Goldman Sachs –un banco muy importante americano–, habló de un grupo de países con mayor futuro en el mundo, por su impresionante desarrollo en los últimos años. Los llamaron los Brics: Brasil, Rusia, India y China’. Y él dijo: ‘Le llegó la hora a un nuevo grupo: los Civets; C, de Colombia; I, de Indonesia; V, de Vietnam; E, de Egipto; T, de Turquía; y S, de Sudáfrica’. Le pregunté: ‘Por qué Colombia’, único país que mencionó de toda América Latina. Tenía un conocimiento impresionante sobre el país y comenzó a describir las posibilidades que tiene Colombia y su potencial. Dijo: ‘Por su situación geográfica, mar sobre el Caribe, mar sobre el Pacífico, sus recursos naturales, rico en todo, y talento humano’. Las empresas del mundo que invierten en Colombia inmediatamente se refieren a ese capital humano y dicen ‘esos gerentes colombianos son una maravilla’; y no solamente los gerentes, también la mano de obra colombiana. Me sentí muy orgulloso y muy ilusionado. Eso es lo que nosotros queremos, aprovechar esas condiciones para que este país despegue.
Responsabilidad histórica del Congreso
Por eso amigos del Congreso, en sus manos queda una labor histórica. Y vuelvo a las palabras de nuestro amigo Armando Benedetti, cuando dijo que estas noticias no sólo son estupendas sino revolucionarias. Y lo voy a citar:
‘Si todo esto se implementa en este Congreso con la celeridad y firmeza que la ocasión impone, esta legislatura y este gobierno recibirán de inmediato el crédito de haber propiciado un acto histórico, trascendental en términos de democracia, de igualdad, de cohesión social y de desarrollo’.
De eso se trata, amigos senadores y representantes; de eso se trata queridos gobernadores y alcaldes, miembros de los concejos y asambleas, compatriotas todos. ¡Tenemos que pensar en grande! Tenemos que dejar atrás esos enfoques particulares, obrar con visión de futuro, grandeza, solidaridad y responsabilidad frente a nuestro país y frente a nuestros hijos y las demás generaciones.
El pasado 7 de agosto dije: ¡Le llegó la hora a Colombia!

Yo tengo el problema de ser partidario del Santa Fe. Pero después de que me eligieron Presidente de la República me preguntan si soy partidario del Junior y digo que sí, también. Yo tengo que ser partidario de todas las regiones y de todos los equipos de fútbol. Puedo terminar diciendo que ésta va a ser la década de la equidad, de las regiones y del Caribe.
Digámoslo fuerte desde la Puerta de Oro de Colombia: ¡Le llegó la hora al Caribe!
Muchas gracias.

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