sábado, 24 de julio de 2010

Ni Mandrake sabe qué pasará entre Venezuela y Colombia


¿Qué va a pasar entre Venezuela y Colombia, realmente?
Eso no lo sabe nadie. Creo que ni Mandrake el mago, nos podría resolver este “tremendo lío”, como dicen los mismos humoristas venezolanos, hermanos nuestros y que seguimos por algunos programas de televisión.
“Mandrake era un ilusionista con una capacidad hipnótica rápida y efectiva. Además de un consumado mago del mundo del espectáculo luchaba contra criminales y malhechores. Cuando gesticulaba hipnóticamente éstos veían sus armas transformadas en serpientes o barras ardientes. Este personaje guarda un gran parecido con el mago Zatara de DC Comics.
Cabe mencionar a Lothar (también traducido Lotario), su inseparable amigo y ayudante, y a la siempre sexy y elegante Narda”.

¿Será posible que Mandrake nos pueda ayudar?
Pienso que no… Y mientras nos buscamos una forma para que ese problema internacional sea superado, vamos a leer a nuestros editorialistas, que están como nosotros: PREOCUPADOS, por Hugo Chávez es un señor complicadísimo. No le interesa que su propio pueblo esté sin comida…

Por nuestras redes periodísticas estamos siguiendo la pista a la noticia.
Raimundo Alvarado, nos envía esta información, donde nos llama la atención sobre dos editoriales de los amigos de El Universal de Cartagena.
LuisEmilioRadaC


Para PERIODISTAS DEL CARIBE
De: periodistasdelcaribe@yahoogroups.com en nombre de RAIMUNDO ALVARADO OSORIO (raimundoalvarado@hotmail.com)
Enviado: sábado, 24 de julio de 2010 07:22:58 a.m.
Para: PERIODISTAS DEL CARIBE (periodistasdelcaribe@yahoogroups.com)

El Universal de Cartagena ha editorializado en dos ocasiones en los últimos días sobe las relaciones colombo venezolanas, respaldando la posición del gobierno colombiano.
Dice que la posición de Chávez y su gente es cínica y que debe responder con respeto las denuncias sobre uso de su territorio para veraneo y engorde de guerrilleros colombianos.
Raimundo Alvarado


Con las manos en la masa

Jue, 07/22/2010 - 21:17 — maguilera

Como un niño malcriado que se enoja y le da una pataleta cuando lo agarran con las manos en la masa, el presidente venezolano Hugo Chávez respondió a las denuncias serias de Colombia sobre la guerrilla en ese país, rompiendo las relaciones diplomáticas.
En la sesión de la OEA, Colombia exigió a Venezuela, a través de su embajador ante ese organismo, evitar que los jefes principales y un número grueso de guerrilleros se refugien en su territorio.
El embajador colombiano ante la OEA, Luis Alfonso Hoyos
, señaló en un mapa las coordenadas en Venezuela donde aseguró que hay campamentos de la guerrilla, y propuso crear una comisión internacional, que inspeccione esos lugares en los próximos 30 días.
Hoyos sustentó las acusaciones con mapas, fotos y fragmentos de videos, según él, captados por guerrilleros desmovilizado en las últimas dos semanas, en los que se ve a Iván Márquez, alias Canaguaro, alias Ciro y otros líderes en varios campamentos de las Farc en el estado de Zulia, de donde partieron con órdenes de Márquez para retomar los Montes de María.

El embajador venezolano en la OEA, Roy Chaderton, respondió inmediatamente descalificando las acusaciones colombianas, con argumentos generales, frases ambiguas y poco específicas para decir que Colombia no tiene “ninguna evidencia, ninguna prueba, fotos tomadas no sé dónde”, y la reiteración de las críticas a las “bases militares de Estados Unidos en Colombia”.


Las pocas veces que Chaderton aludió a las acusaciones concretas, lo hizo en tono de sátira y sin sustentación, por ejemplo, al referirse a la foto de un líder guerrillero en una playa, que el embajador colombiano dijo que eran las de Chichiriviche, en Venezuela, respondió que era un balneario de Santa Marta.
Momentos después, el presidente Chávez apareció en televisión al lado del astro argentino y técnico de la selección de ese país, Diego Armando Maradona, y anunció en el tono rimbombante y explosivo de siempre que rompía relaciones diplomáticas con Colombia, calificando al presidente Uribe de “enfermo” y exigiendo luego respeto para Venezuela.
El canciller Nicolás Maduro anunció después que le habían dado 72 horas al personal diplomático colombiano en Venezuela, para cerrar la embajada y abandonar el país.
De no ser por las consecuencias dramáticas para decenas de miles de familias que viven y trabajan en la frontera extensa entre Colombia y Venezuela, las intervenciones de Chávez, Chaderton y Maduro podrían hacer parte de una comedia teatral, una sátira política hilarante y absurda.
Considerando, además, que la OEA no puede intervenir, ni enviar misiones de verificación, y sólo serviría de mediador improbable, como lo ratificó el secretario general José Miguel Insulza, los guerrilleros colombianos seguirán en Venezuela, preparándose para atacar y secuestrar en Colombia, sin que su Gobierno colabore para enfrentarlos.
La reacción del Gobierno venezolano significa que no permitirá la visita de misión alguna a su territorio, seguirá negando que hay guerrilla en su país y acusando a Colombia de inventar campamentos y hacer montajes inverosímiles.
Chávez exige respeto para su país, pero no lo tiene para Colombia ni su Gobierno. Su cinismo y el de sus esbirros, se desbordó.

Chávez seguirá en lo mismo

Vie, 07/16/2010 - 23:00 — maguilera
La mayoría de los líderes políticos, analistas y académicos colombianos está de acuerdo en que la denuncia del Ministro de Defensa sobre guerrilleros colombianos en Venezuela y la presentación de pruebas con el sitio exacto de campamentos de las Farc y el Eln en el país vecino, se hicieron en un momento inoportuno, aunque esta presencia se reconozca y condene plenamente.
Se critica que la denuncia no contenga información nueva, aunque se citaron los nombres de Iván Márquez; Rodrigo Granda, alias Ricardo; Timoleón Jiménez, alias Timochenko; y Germán Briceño, alias Grannobles (de las Farc); así como de Carlos Marín Guarín, alias Pablito (del Eln). Se entregaron además evidencias en video y coordenadas de los campamentos.

La respuesta venezolana fue la prevista: una avalancha de adjetivos injuriosos y frases grandilocuentes, como la afirmación de que el presidente Uribe trata de “sembrar minas para evitar una reconciliación” entre los dos países y la calificación de los señalamientos de “una olla podrida llena de falsos positivos mediáticos”.
Buscando con detenimiento en esa maraña retórica repetida por el Gobierno venezolano, hay algunas respuestas vagas y ambiguas a las denuncias de Colombia. La Cancillería de Venezuela, por ejemplo, dice que su país verificó en el pasado las denuncias de Colombia y que han “constatando sistemáticamente la falsedad de tales informaciones”.

Obviamente, la credibilidad del Gobierno de Chávez es muy baja, de manera que esa respuesta causa escepticismo inmediato, especialmente porque se dice de manera general. Tampoco convence la contradicción de calificar las denuncias de Colombia como “falsos positivos mediáticos”, cuando el país que más utiliza el autoritarismo para restringir la libertad de expresión es precisamente Venezuela, como lo aseguró ayer el presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), Alejandro Aguirre, en una reunión con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Muy pocos colombianos dudan de que haya miembros de las Farc y el Eln en Venezuela, y en esa medida, las denuncias del Ministro de Defensa el pasado jueves deberían ser percibidas como un llamado legítimo al Gobierno de ese país para que no colabore con la agresión terrorista a Colombia, sobre todo porque, como lo aceptó ayer el canciller Maduro, los informes enviados para que el Gobierno de Chávez actúe contra la guerrilla refugiada en su país, son considerados falsos.
Aunque es lógico que muchos crean inoportunas las denuncias cuando el presidente electo Juan Manuel Santos
trata de normalizar las relaciones con Venezuela, tal normalización depende de la sinceridad del Gobierno vecino, algo que parece ser lo que quería cuestionar el presidente Uribe –con razón- cuando decidió señalarlo.

Aunque es mejor tener buenas relaciones con Venezuela, es difícil pensar que su régimen cambiaría la política bolivariana expansionista, o que les pagaría oportunamente a los empresarios colombianos si se reanudara el comercio, o que dejará de apoyar a las Farc y al Eln.
Aspirar de nuevo al mercado venezolano, con la posibilidad de que Chávez vuelva a chantajear a Colombia cerrando la frontera con cualquier pretexto, sería una ingenuidad en la que sería mejor no caer.

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