viernes, 12 de marzo de 2010

El club de los filipichines. Por Humberto Mendieta




El club de los filipichines

Por Humberto Mendieta

“A votar por los que menos vallas tengan” es una propuesta que circula en algunas redes sociales, y es de un crítico empresario local, hastiado hasta la coronilla como estamos todos del espacio público inundado de cinematográficos avisos de candidatos que no contienen oferta política alguna.

A pesar de todo hay aspirantes serios, sin embargo, la mayoría, con el perdón de la opinión pública, parecen socios de un club de filipichines. Ni una línea programática, ni una frase nueva y mucho menos sustanciosa en las vallas. Luces y poses son las características de estas propuestas visuales que en nada seducen a un elector medianamente culto o políticamente correcto. Filipichín es, según Larousse, un tejido en lana estampado, pero en el coloquio es un exhibicionista, dandy, cómodo y de poco compromiso.


Los candidatos serios, incluso los nuevos, también incurren en el mismo error: la petulancia por encima de la razón. Entre estos vemos jóvenes y valiosos empresarios, académicos y dirigentes deportivos. Es una apología de la vanidad, en donde importa más el parecer que el ser. Podríamos pensar que esa foto bien posada establece los parámetros de su real propuesta, el interés particular por encima del general. ¿Para qué la foto si no sale en el tarjetón? Un gasto inadmisible. Ese espacio debería invertirse en las propuestas programáticas, de las cuales hay pocas sobre el empleo, el principal problema del país, excepto en Barranquilla, que parece mejorar en una inexplicable burbuja de prosperidad.

La valla de moda, denominada en el argot publicitario “Colombina” o “Petrolera” tiene un costo de 4 millones de pesos el alquiler mensual y la lona o foto un precio promedio entre 500 y 640 mil pesos. Su tamaño es de 8 x 4 metros y los valores varían de acuerdo al número de vallas alquiladas y lonas instaladas. Hay candidatos que tienen más de 20 en el Atlántico. Sin contar los paraderos de buses, otra modalidad de la vanidad.

La alternativa de productos es amplia. Afiches, jingles, vinilos panorámicos traseros o micro-perforados, a 110 mil pesos el metro cuadrado. También está el recubrimiento de vehículos en vinilo con un costo de 800 mil pesos cada uno, con foto completa del aspirante, cuya boca puede quedar justo sobre la tapa de la gasolina. Súmenle adhesivos, manillas, botones, cachuchas y camisetas a 3 mil cada una con estampada full color. Ah! no olvidemos los llamados tropezones –imagen del candidato impresa sobre cartón y madera- a $100 mil la unidad. Sin mencionar los plegables, que incluyen hoja de vida y programa, por supuesto sin la visibilidad de una valla.

Ubicarlas tiene sus restricciones ya que sólo puede ser montada en zonas permitidas y esos permisos dependen de la disponibilidad que otorgue la empresa Publicidad Barranquilla S.A., autorizada por Construseñales S.A., la firma concesionaria exclusiva del manejo de la publicidad en el espacio público de la ciudad, regulada por la Secretaría de Control Urbano.

Pero hay que ser justos. En realidad los candidatos incurrirían en publicidad engañosa si ofrecen en las vallas lo que no van cumplir. Cuánta honestidad.

Coletilla. Primero: De quién fue el cocazo de hacer una mini convención conservadora con candidatos antiautonomía regional en el Teatro Amira De la Rosa. Segundo: Hay que apoyar el Voto Caribe dándole más información a la gente. Todavía hay quienes creen que se trata de la conformación de la República Independiente del Caribe con su unidad monetaria: La barra.

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