domingo, 31 de mayo de 2009

Del Blog de Néstor Morales: La parsonalidad del presidente

Hemos estado muy atentos a lo que está ocurriendo en Colombia.
Lo que está pasando con nuestro presidente y lo que ocurrirá en las próximas elecciones.
Y leyendo y leyendo, me di cuenta que no habíamos registrado completamente un episodio donde el presidente Alvaro Uribe soltó parte de su personalidad, cuando un colega de CNN le hizo unas preguntas que no le gustaron...
Eso lo vio el mundo entero, a través de los medios de comunicación y en este medio nos referimos brevemente a esa situación. Pero muy brevemente.
Néstor Morales, colega de Caracol Radio, quien tiene su propio blog, se refiere en este escrito que les voy a presentar parte del estilo de nuestro mandatario.

RADAR ECONÓMICO INTERNACIONAL.
Luis Emilio Rada C.
Director
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May. 06 2009 | Nestor Javier Morales

El extraño caso del Dr. Uribe
Por Néstor Morales

Cuando el Presidente Uribe le dijo hace un par de semanas al ex presidente de los Estados Unidos Jimmy Carter que “estaba convenciendo a su alma” para no meterse en una nueva reelección, por alguna razón me acordé del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, los personajes que habitaban un solo cuerpo en la legendaria novela de Robert Louis Stevenson. Jekyll y Hyde representan una fascinante coexistencia –bipolaridad, han dicho después los estudios de sicopatología que han desmenusado la alegoría- de la que se han desprendido miles de análisis que han producido la misma conclusión: el ser humano, por lo menos en nuestra cultura occidental, se debate permanentemente entre el bien y el mal.

Uribe se ha confesado un mortal más en esos asuntos. Un día le pide a la virgen en la Guajira que le ayude a moderar su temperamento en llamas, y al siguiente admite ante Carter las dudas interiores que le plantea su futuro político. No le debe resultar nueva, creo yo, tanta ambivalencia. Desde siempre, inclusive desde que era candidato, Uribe ha tenido dos caras: una, la del padre dedicado que ve a todo el que se acerca como un “hijito”, un hombre frentero y respetuoso que saluda de nombre a medio país, un líder carismático cuya ética por el trabajo ha despertado un fanatismo desbordado entre sus fieles. Un Jekyll amable y locuaz. La otra cara es la de un capataz dispuesto a todo con tal de vengar sus heridas familiares, intransigente y cerrero, que por igual es capaz de pegarle a un contradictor político o echar de su oficina a un periodista impertinente. Este Hyde calculador no se mide a la hora de cazar peleas ni tiene problemas para aniquilar a sus adversarios, para estigmatizarlos o para acorralarlos.

Así como en la novela de Stevenson el asesinato de un parlamentario inglés produce el comienzo de la investigación y desencadena el descubrimiento de la doble personalidad, en Colombia yo tengo la sensación de que el nuevo periodo presidencial está dejando aflorar, ya sin máscaras y sin ambages, el incómodo autócrata que Uribe lleva adentro.

En la reciente gira por Europa, preguntado desde una tribuna de medios y periodistas internacionales, Uribe se mostró como un hombre intolerante. Un periodista de la BBC le preguntó por el cambió de la relación con el Gobierno de Estados Unidos desde que salió Bush y entró Obama. “Esos son chismes de cafetería”, replicó Uribe. Un argentino indagó enseguida por sus ganas de quedarse 4 años más en la Presidencia.

-“¿Usted dónde nació”?, contra interrogó el Presidente colombiano.

-“Soy argentino”, tartamudeó el corresponsal.

-“Bueno, estudie la historia de su país y deje la democracia colombiana tranquilita”, concluyó Uribe.

Podríamos aquí escribir horas y páginas para hablar de los dos temas y llegar a la conclusión de que ni hay chisme alrededor de los nuevos intereses de la Casa Blanca en Colombia, ni es irrelevante para el mundo saber si Uribe quiere o no perpetuarse en el poder. O que un boliviano y un pakistaní tienen el derecho legítimo de preguntar lo que sucede más allá de sus fronteras.

Pero no. Lo que importa ahora es llamar la atención sobre el lento desvanecer de los rasgos del Jekyll que produjeron el enamoramiento de unos votantes hace siete años, y el fortalecimiento de un carácter tipo Hyde, que está ganando esa batalla interior que el Presidente reconoce llevar a cuestas. Y el problema es que su siquiatra, en esta oportunidad, le está ayudando a agravar el problema.

nmorales@caracol.com.co

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