lunes, 28 de agosto de 2023

¿ES “LO SOCIAL” LA ÚLTIMA FRONTERA? Por RICARDO PLATA CEPEDA

¿Somos conscientes de nuestros deberes para cuidar el medio ambiente?

Siento que no.

Hay personas que si lo tienen en cuenta. Pero, la mayoría, va por la vida, como si eso no vale la pena.

Hemos ido destruyendo el planeta poco a poco.

Tenlo en cuenta.

Es para tu bien…

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¿ES “LO SOCIAL” LA ÚLTIMA FRONTERA?

Para superar ese nuevo escollo del camino, todas las unidades económicas han tenido que incluir en su responsabilidad y en su contabilidad las medidas que mitiguen y reparen sus impactos negativos sobre el medio ambiente. Falta por rayar en la lista de logros retos conocidos, como el calentamiento global y el mal uso del plástico, y otros retos por conocer, para los cuales hay que mantener un ojo avizor. Por RICARDO PLATA CEPEDA

Algunos estudiosos sostienen que la historia de los agentes económicos se puede resumir como el proceso de ir asumiendo responsabilidades y costos de aspectos fundamentales que se mantenían por fuera de su resorte, llamado “internalización de externalidades”.

Comenzó a ser así desde que esclavos judíos huyeron a la tierra prometida, hasta mucho después cuando esclavos africanos se fugaron a San Basilio de Palenque, dando poderosas lecciones de libertad.

Algo semejante pasó con la servidumbre del trueque de trabajo por albergue y comida tanto en el Asia y la Europa medieval como en haciendas de este lado del Atlántico. Tras heroicas luchas, esclavitud y servidumbre se fueron yendo lentamente por el sumidero de la historia.

Las unidades productivas, estatales y privadas de todos los sectores, asumieron los costos del trabajo; costos que se incrementaron al despuntar el siglo XX con los impuestos para financiar la seguridad social de los trabajadores en cada vez más países.

La revolución industrial aceleró el paso desde 1800. Su febril actividad utilizaba con ignorante descuido aire, agua y tierra circundante para absorber gases, líquidos y sólidos contaminantes. Hacia mediados de siglo XX la factura ambiental se manifestó de múltiples maneras; ríos y lagos sin peces, ciudades de aire irrespirable, lluvia anaranjada y ácida, agujeros espaciales de la capa de ozono y un largo etcétera.

El simio que llevamos dentro, la especie dominante fraguada por las vertiginosas oscilaciones del clima en los últimos millones de años generó numerosas iniciativas de mitigación y prevención internacionales públicas y privadas con relativo éxito.

Para superar ese nuevo escollo del camino, todas las unidades económicas han tenido que incluir en su responsabilidad y en su contabilidad las medidas que mitiguen y reparen sus impactos negativos sobre el medio ambiente. Falta por rayar en la lista de logros retos conocidos, como el calentamiento global y el mal uso del plástico, y otros retos por conocer, para los cuales hay que mantener un ojo avizor.

En una reunión bienal de reflexiones sobre tendencias globales organizada por ISA hace un par de semanas en Cartagena la responsabilidad empresarial sobre “lo social” fue un tema central. ¿Después del trabajo y de lo ambiental, podrá también la gran empresa incorporar las falencias comunitarias en su agenda y costos?

¿Se reacomodarían los linderos con el Estado? 

Más preguntas e intentos de respuesta en la próxima columna.

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