miércoles, 24 de mayo de 2023

EDUCACIÓN ESPIRITUAL. Por JULIO CÉSAR HENRÍQUEZ

Era un pelao de 17, 18 años, cuando la madre de mi novia, en ese tiempo, nos incomodaba y pretendimos casarnos. Sin embargo, antes de tomar esa decisión tan importante, lo consultó con mi madre. Y ella a su vez, lo consultó con su esposo, mi padre.

Lo que dijo papá fue: "Ella me gusta, es buena chica, pero, no se case, termine su bachillerato. Si lo hace, yo lo apoyo para que siga para la Universidad. Si se casa antes, debe ir a trabajar".

Como le tenía miedo a quedarme sin estudios le hice caso a papá...

No me casé. 

Con el tiempo me separé de la novia y seguí mi vida.

Se lo agradeceré siempre a mi padre.

Sin educación estás en problemas. Y si es Espiritual, peor...

Bien por Julio César...

®luisemilioradaconrado

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EEDUCACIÓN ESPIRITUAL

La educación es el espíritu de una nación. La fuerza creativa de la sociedad. Sin educación de calidad, los virus y las enfermedades serán menos peligrosos que la ignorancia. Los maestros son sanadores naturales del oscurantismo, el analfabetismo, el atraso, la ingenuidad y la barbarie. La educación espiritual es la pregunta y la respuesta. Por JULIO CÉSAR HENRÍQUEZ.

Ser educador es una profesión espiritual. Traducir la información transformándola en conocimiento debe ser el titular del manual del buen gobierno. Sin conocimiento es imposible gobernar bien. Los discursos serán especulación. Promesas falsas vestidas de cambios imposibles. Son lenguajes vacíos disfrazados de elocuencias. Verbos que no se traducen en acciones. Palabras muertas con apariencias de vida y plenitud: La educación es la solución. 

La educación debe enfocarse en el espíritu. Pide ser entendida como el motor de la capacidad. Los modales son como las costumbres. Se aprenden. Tanto los buenos como los malos.  Esos patrones de comportamiento son una puerta abierta invitando a ingresar en el universo más real de lo que somos.

Lo inevitable será que alguien comente la experiencia de estar en la ventana de la condición humana. Dirán que les fue muy bien y querrán volver complacidos por la atención o simplemente recomendarán a sus interlocutores que ni se les ocurra pasar cerca de una persona mal educada, petulante o arrogante. Aunque el misterio y la curiosidad resulten ser los mayores estimulantes de la tentación.

Según la Unesco, el mundo necesita 69 millones de educadores más para cumplir con la agenda 2030. Esa cifra ha sufrido con el desarrollo científico de los últimos años, una modificación que todavía no se logra calcular. Lo cierto es que el papel de los maestros es una misión espiritual. Una vocación mística traducida en la capacidad de reproducir el conocimiento y multiplicar el aprendizaje a través de un báculo mágico llamado pedagogía. Eso es esencial.

El salario de los maestros y los educadores es una evidencia irrefutable del nivel cultural de una nación. En aquellas sociedades dónde el presupuesto público destina a la educación mayores recursos hay pruebas fehacientes del progreso, la vanguardia y el desarrollo social. Por el contrario, si la educación es vista como una obligación y un derecho reconocido por las constituciones, sin darle el valor que tiene, la lectura, la cultura y la prosperidad parecen estar en una lucha con la supervivencia. Aunque dichas actividades no tengan alma demuestran que una sociedad puede existir aún con un alma en pena. O bajo la pena de su propia alma. Sin vida plena.

La educación es el espíritu de una nación. La fuerza creativa de la sociedad. Sin educación de calidad, los virus y las enfermedades serán menos peligrosos que la ignorancia. 

Los maestros son sanadores naturales del oscurantismo, el analfabetismo, el atraso, la ingenuidad y la barbarie. 

La educación espiritual es la pregunta y la respuesta.

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