lunes, 17 de abril de 2023

CORDURA GLOBAL. Por JULIO CÉSAR HENRIQUEZ

Cordura…

Qué bueno es tenerla.

La gente tranquila ayuda a que las naciones sean más productivas. Sobre todo, en estos tiempos en que tenemos tanta información y donde muchos quisieran tener el poder para hacer daño.

Lo que está pasando en Ucrania nos tiene preocupados y a la expectativa.

Leamos a Julio César escribiendo precisamente de eso. De cordura…

®luisemilioradaconrado

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CORDURA GLOBAL

La cordura es mucho más que la ausencia de locura. Supera la noción de la salud mental. Es actuar bien bajo el sello de la sensatez, con razón, prudencia, responsabilidad y equilibrio emocional. Los cuerdos, son ciudadanos ejemplares. Anclas en las que todos se quieren inspirar. Si ese principio se vuelve global el mundo será muy diferente por el bien de la gente. Ser cuerdos es el reto de nuestra generación. Aunque para muchos la locura sea sinónimo de celebración. Especialmente para los malos políticos. Por JULIO CÉSAR HENRIQUEZ

El futuro es una jaula invisible del tiempo diseñada para encerrar a quienes no entienden el presente e ignoran las señales del pasado. Es un encierro voluntario al que se asiste sin invitaciones, sentencias o desafueros impuestos por decisores despiadados que creen que la ausencia de libertad es proporcional a la justicia.

La cárcel trata de sacar del tiempo y su contexto a los condenados poniéndoles en una burbuja que ignora la realidad. Aparentemente en el interior todo es quimera. El exterior es el delirio del recluso.  Así la eternidad se volvió la expectativa de quienes no son felices en este mundo.

Algunos viven mejor en la jaula, aunque la cárcel sea un infierno, porque la vida afuera es más insegura que la muerte, el purgatorio, el limbo, el hades, el sheol o el mismísimo inframundo. Se ha vuelto locura el ideal de libertad en la loca sociedad dónde se ignora qué es una sociedad loca. Pero es una de las pocas veces en las que el orden de las palabras no altera el significado.

Todo dice lo mismo porque la cordura es una virtud excepcional en un culto a la demencia expuesta en cuanta pantalla sea posible: Redes sociales, pasquines, la vía pública, los parques, calles, andenes, el cine, la playa y los museos. La política es una callejera de la que se mofan todos y al mismo tiempo odian las mayorías que se abstienen de acudir a sus teatros el día de las elecciones. Prefieren ser espectadores desde la casa. Tal vez porque no querrán arrepentirse después de haber elegido mal.

No estamos hablando del objeto de estudio de la psiquiatría. Gracias a Dios existen expertos en salud mental que luchan todos los días por ver mejoras en sus pacientes, aunque todavía la mente humana sea desconocida y la mayoría de los tratamientos sean experimentales. Más de 55 millones de personas a nivel mundial sufren de demencia, según cifras oficiales. Eso frente a 8000 millones de almas no debe dejar de preocuparnos. La mayoría son personas cautivas por la falsa esperanza soportada en sucesos mejores del devenir.

 

La cordura es mucho más que la ausencia de locura. Supera la noción de la salud mental. Es actuar bien bajo el sello de la sensatez, con razón, prudencia, responsabilidad y equilibrio emocional. Los cuerdos, son ciudadanos ejemplares. Anclas en las que todos se quieren inspirar. Si ese principio se vuelve global el mundo será muy diferente por el bien de la gente. Ser cuerdos es el reto de nuestra generación. Aunque para muchos la locura sea sinónimo de celebración. Especialmente para los malos políticos.

Que los días de pascua nos traigan con pentecostés un lenguaje coherente y mucha cordura global.

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