Lo tienen claro las otras potencias. Los otros países y de hecho sus gobernantes.
Lástima que en estos últimos meses, ese gobierno y el de Estados Unidos, hayan empezado a chocar. Algo que no es bueno ni en esta, ni en ninguna época.
Lo preocupante, como lo dice el columnista, eso durará un rato más...
El milagro chino... Vale la pena entenderlo.
Vamos a revisar el escrito de Alberto Bernal-León, que no sirve para entender más el asunto.
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
El milagro Chino
Arthur Kroeber es uno de los analistas
más certeros del mundo en lo que tiene que ver con el milagro económico de
China. Arthur es un amigo de la casa (XP Investments), y es uno de los
economistas más maduros que conozco (maduros en términos de que tiene una
capacidad impresionante para analizar la cosa económica sin pasiones).
Nombro a Arthur en esta columna porque en
estos días los mercados nos han obligado a todos los analistas a desempolvar
investigaciones relevantes sobre el milagro económico de China, por el obvio
riesgo que existe hoy de que la relación entre EE.UU. y China se tense aún más
en los meses venideros.
Releí un escrito de Arthur de hace un par de años que
hizo un recuento de la forma en la que ha cambiado China en los últimos 20
años.
Acá los números: durante el periodo en
cuestión, China ha pasado de (1) generar el 3,1% del PIB mundial en 1997 a
generar el 15,4% hoy, (2) ha pasado de generar 4,2% de la inversión en capital
fijo a nivel mundial a crear 26,5% de la infraestructura que se crea anualmente
en el mundo, (3) ha pasado de manufacturar 5,5% de todos los productos del
mundo a generar 23,6% de éstos, y (4) China ha pasado de crear 3,2% de todas
las exportaciones globales a explicar 13,1% de ellas.
Quizás el dato más relevante es
que hace 20 años solo cuatro millones de familias en China tenían un ingreso
anual superior a los US$20.000.
Asumiendo que la familia tenía tres
integrantes, solo 1% de la población de China era considerada “afluente”.
Para 2017, ya China tenía 104 millones de
familias “afluentes”. Mejor dicho, ya un estimado de 312 millones de personas
en China, 22% de la población total del país, tienen una calidad de vida
comparable a la que tiene la gente en un país de ingreso medio-alto.
Contaba Arthur en su escrito que es cierto
que Deng Xiaoping fue el líder que dejó organizada la estructura para que se
gestara el milagro económico de China. Pero, según Arthur, la verdadera cabeza
detrás del milagro chino fue Zhu Rongji, el Premier que tomó las riendas del
país en otoño de 1997. ¿Qué hizo Zhu Ringji? Entre otras muchas cosas, Zhu
Ringji (1) privatizó la manufactura, (2) permitió que se quebraran miles y miles
de empresas públicas no rentables, (3) despidió a 30 millones de empleados
públicos, (4) limpió la banca nacional, (5) construyó la primera parte del
sistema de autopistas interestatales de China, y (6) privatizó el mercado de
finca raíz más grande del mundo.
En paralelo, el Secretario General Jiang
Zemin cambió la constitución para permitir la participación del sector privado
en las telecomunicaciones y la entrada de China a la Organización Mundial del
Comercio. Cuando estos dos personajes abandonaron el poder en 2003, China
estaba entrando en el proceso de crecimiento económico más impresionante de la
historia de la humanidad. Desde 2003, el PIB nominal de China ha pasado de
valer US$1,6 billones a valer más de US$13 billones.
Según Arthur Kroeber, el milagro chino se
basa en unos postulados muy básicos: (1) se logró mantener una visión de
optimismo a largo plazo; (2) se entendió que es más importante ser “efectivo”
que ser “eficiente”; (3) se aceptó que cuando hay un exceso de ahorro en el
país se pueden “reprimir” las tasas de interés, y (4) se comprobó que las
sociedades pueden llegar a aceptar el autoritarismo si éste es suficientemente
eficiente en proveer servicios públicos básicos y mientras exista la percepción
de que hay un interés en combatir la corrupción.
En conclusión, me parece muy poco probable
que los aranceles del presidente Trump a este gigante de Asia vayan a tener la
capacidad de abortar el proceso de modernización de China.
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