Estamos hablando del 25% de la producción energética
de la nación…
Se ha visto una gran solidaridad.
No se han presentado víctimas y se espera que
no se presenten.
Y en el editorial de hoy de los colegas de La
República, si se destacan algunas palabras que señalan a los políticos como los
malos del paseo.
Confiemos en que podamos solucionar los
tropiezos…
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
Nadie gana con la crisis de Hidroituango, pero en cambio, el insuceso sí deja muchas
enseñanzas para no repetir
La historia nos ha enseñado que el país
político, económico y social es más caníbal que constructivo y que este pecado
o rasgo en el ADN nacional es uno de los peores obstáculos para crecer en el
desarrollo.
La lente más usada para mirar o analizar los
sucesos que dejan huella en Colombia es la judicial: todo lo observamos
esculcando la culpabilidad y mala intención de cualquiera sea el hecho, incluso
en las noticias buenas.
Obvio, el caso de Hidroituango no es la
excepción y vemos cómo se lanza una cacería de culpables aún sin conocer el
desenlace de lo que ocurrirá con el mega proyecto energético más importante.
La Alcaldía de Medellín, la Gobernación de
Antioquia, las Empresas Públicas de Medellín y el Instituto para el Desarrollo
Económico de Antioquia, Idea, únicos dueños y responsables de la obra, han
actuado de manera ejemplar frente a la tragedia -dicho sea de paso- no ha
cobrado vidas humanas y han puesto en marcha todos los protocolos para
preservar y minimizar los daños en las poblaciones afectadas por la misma obra
y los caudales del río Cauca.
El proyecto de Hidroituango es
el más importante de la historia eléctrica nacional en muchas décadas y le
permitirá al país olvidarse de eventuales racionamientos, pues proveerá casi
25% de la producción energética en un futuro; además,
permitirá reducir el costo de la electricidad en el mercado local e incluso
exportar excedentes.
Las firmas de ingeniería que están
desarrollando la obra: Camargo Correa, Conconcreto y Coninsa, deben continuar
cuanto antes con las obras para no parar este proyecto, que de retrasarse más o
de suspenderse podría en graves aprietos el futuro del sistema de interconexión
del país. En pocas palabras, Hidroituango debe continuar y el resto de actores
en esta situación seguir con sus roles y funciones, como deben hacerlo las
autoridades de control y vigilancia, pues tanto las autoridades locales y
regionales, como las empresas privadas comprometidas son vigiladas.
Hay enseñanzas antes, durante y
después de la crisis. La
primera tiene que ver con el manejo estricto de los riesgos que
representa trabajar con las fuerzas de la naturaleza, pues siempre son
variables difíciles de controlar y la ingeniería del país está en deuda si
miramos otras tragedias como la del puente
Chirajara, los edificios Space, Blas de Leso y ahora Hidroituango. Hay
una asignatura pendiente y es hacer una verdadera reflexión sobre el nivel
de calidad de la ingeniería local.
Una segunda enseñanza
tiene que ver con la solidaridad social y empresarial en torno a grandes obras.
Hidroituango ha despertado el respaldo de la gente y de los empresarios, pues
ven más allá de este difícil obstáculo. No podemos decir lo mismo del respaldo
político, ya que algunos candidatos y líderes regionales y nacionales se han
ido lanza en ristre en contra de los intereses generales, levantando críticas
sin razón y cargadas de oportunismo electoral.
La tercera enseñanza es
el manejo trasparente de la información eventual, tanto corporativa como
pública. Los responsables no han escatimado ningún esfuerzo para hablar con la
gente afectada y con los medios para aclarar cualquier situación y salirle
adelante a las noticias falsas. Ahora bien, si al interior del desarrollo del
proyecto no se compartió información trascendental para los socios es un asunto
que deben tratar las instituciones de control y vigilancia. Por ahora, todo
marcha -dentro de la penosa realidad- mejor de lo que podría suponer.
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