martes, 22 de noviembre de 2016

¿Escindir Electricaribe? Por Ricardo Plata Cepeda

Si el estado colombiano, su presidente y los ministros que hacen parte del poder central, leyeran las columnas de Ricardo, de pronto entenderían un poco más a la región Caribe.

Pero como sé que les importa un carajo lo que suceda en esta parte de la nación, 
pues, nos tocará seguir escribiendo y escribiendo a ver si un día ésta vaina puede mejorar…

RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
¿Escindir Electricaribe?
Por Ricardo Plata Cepeda

El precario servicio, el desfiladero financiero por el que caminaba
y el clamor regional, llevaron al gobierno a la valerosa decisión, liderada por el ministro, de tomar posesión de Electricaribe, 
colocar funcionarios idóneos en los puestos claves del proceso y proponer iniciativas de mejoramiento. Todo ello merece reconocimiento. 
Sin embargo, recordemos que aquí fracasaron casi todas las electrificadoras departamentales, aquí fracasaron Houston Electric y la Electricidad de Caracas y ahora Unión Fenosa y Gas Natural. No podemos seguir haciendo lo mismo, aunque mejor, y pretender los resultados sustancialmente superiores que se requieren. 
Hay temas estructurales que, a gran costo y riesgo, han sido históricamente 
soslayados.
Tal vez el principal de ellos lo señaló el ministro de turno en una citación hecha 
por el Senado en mayo de 2001, varios años después de la infortunada privatización,
al afirmar que “la capitalización de las empresas existentes era poco conveniente porque se corría un riesgo muy grande de que el interés de los inversionistas se centrara en las compañías que atendían mercados fuertes (Atlántico y Bolívar)”.
 Al fusionar Electranta y Electribol, las únicas viables gracias a sus propios 
mercados, el gobierno nacional subrogó en los usuarios de ellas parte de su responsabilidad de subsidiar en mayor medida a los demás departamentos.  

Al analizar, por ejemplo, los cambios tarifarios introducidos por la Creg inmediatamente después de dicha privatización (1997–1998) para los cuatro departamentos orientales de la Región, se encuentra que mientras las tarifas para 
el Departamento del Atlántico suben, las de los otros tres bajan; los atlanticenses estaban desde entonces asumiendo un subsidio cruzado territorial que debiera corresponder al presupuesto general de la Nación. Sacrificio que a la postre resultó, además de injusto, inútil. 
Lo anterior se conjuga con el hecho de que entre los 198 municipios de la Región, 
cerca de 180 no tienen estrato 5, ni 6, ni industria, ni comercio que pueda aportar excedentes que compensen el hecho de ser una región desoladoramente pobre y, 
sin esguinces, con muchas personas e instituciones mala paga. Barranquilla y Cartagena, regionalmente ricas, son nacionalmente pobres y apenas podrían 
brindar sostenibilidad, con tarifas razonables, al conjunto de municipios de sus 
propios departamentos. En el más reciente estudio de ingreso per cápita de conglomerados urbanos en Colombia, Barranquilla aparece en el puesto 13 y Cartagena en el puesto 2, gracias a Reficar, sin la cual caería a una posición 
similar a la de Barranquilla.
Ante estas realidades aplacar a los acreedores y mejorar una mala gestión, 
si bien necesario, podría no ser suficiente. Entre los escenarios futuros conviene considerar la escisión del territorio actual en tres subregiones –oriente, centro y occidente– y que la nación asuma decididamente la responsabilidad que le 
corresponde en cada una de ellas.

rsilver2@aol.com

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