martes, 19 de enero de 2016

País portátil Por: Jairo Parada



A Parada tampoco le gustó la venta de Isagen.
Y explica sus argumentos utilizando un símil que suena a salsa. 
Y no es cualquier salsa, porque la hemos bailado con alegría. 


RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1

Martes 19 de Enero de 2016 - 12:05am

País portátil
Por: Jairo Parada

La precipitada venta de Isagén realizada por el Gobierno colombiano, a pesar de la oposición de la mayoría de las fuerzas políticas del país con la obvia excepción de Cambio Radical, me hizo acordar de la canción de Rubén Blades País portátil que circula en las redes, la cual comienza con la estrofa “Se vende un país portátil con su autoestima en el suelo, con un enorme complejo que lo hace antinacional”. Nuestra élite política y económica hace rato carece de un proyecto de nación, y desde la “bienvenida al futuro” que nos dio César Gaviria a inicios de la década de los 90,  la mayor parte de la propiedad estatal ha sido vendida, o malvendida diría yo, incluida generadoras, bancos, empresas de servicios públicos, etc. 
 
Muchas fortunas se han hecho al amparo de estas privatizaciones aceleradas, en la cual no solo participan capitales nacionales, ex ministros de Hacienda, comisionistas de bolsas y encumbradas firmas de abogados, que devienen pingües ganancias de estos procesos, sino capitales extranjeros de los gigantescos fondos de inversión localizados en paraísos fiscales.
 
Privatizar a veces es necesario, cuando el sector público lo hace mal. Siempre he considerado que no es una cuestión de principios. Pero al Estado colombiano lo han ido reduciendo a un débil papel de ‘regulador’, en el cual reinan los intereses privados, que capturan al regulador. Lo que ha sucedido en el sector energético recientemente, en el cual nuevamente nos han obligado a pagar tarifas más altas en el gas y la energía eléctrica, en la medida que los “cargos por confiabilidad” de nada sirvieron, pues esos recursos ya se fueron para el extranjero en forma de utilidades, nos ha llevado a la triste situación actual. Ahora, lo único de peso que quedaba bajo control del Estado se ha feriado en una rara subasta de “uno”, típico de la contratación vulgar que se practica en alcaldías y gobernaciones, con licitaciones de uno o dos proponentes. La verdad es que Santos nos ha demostrado que su Tercera Vía ha quedado vuelta trizas, y se reduce al Consenso de Washington que prima en la cabeza de su premiado ministro de Hacienda.
 
No se trata solo de desconfianza en el Gobierno sobre qué va a hacer con la plata de Isagén, bajo la sombrilla de las 4G. Allí sabemos que la Financiera Nacional va a apuntalar la inversión privada que se va a hacer, con las pensiones y cesantías de los colombianos, en inversiones de riesgo, protegidas con peajes que van a lucrar a particulares. Muchas opciones se presentaron, de nada valieron los argumentos. La agenda está trazada para que un precandidato se beneficie de estas políticas. Pero sorprenden los comentarios del presidente Santos mencionando las palabras de Teng Hsiao Ping en China en los años 70, cuando la economía ultraestatizada de China se abría a la inversión privada, para justificar la venta de Isagén: “No importa que el gato sea blanco o negro, lo importante es que cace ratones”. Allá se pasaba de la estatización extrema a una liberalización gradual. Acá, ya casi  nada queda por privatizar, y lo que se hace es liquidar lo poco que pertenece al Estado colombiano. Les aseguro que en pocos años irán por lo que quede de Ecopetrol.  No hay proyecto de nación, no se necesita, solo más mercado y más mercado. Por eso estamos como estamos. País portátil.

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