¿Será
buen negocio entonces, hacer lo contario a lo que dice el gobierno colombiano,
cómo dice Jairo Parada?
Si
recorremos la columna de hoy, nos damos cuenta que Parada está en lo correcto.
Nos
han fallado los pronósticos.
Nos
estamos equivocando mucho…
Fallaremos en inflación, sector eléctrico, confiabilidad…
y como anota el economista costeño: “Lo que sí será seguro es que la economía
colombiana se seguirá desacelerando y las tasas de desempleo ya empezaron a
subir”…
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
Fragilidad de las
políticas públicas
Por
Jairo Parada
Parece
que cuando en Colombia el Gobierno anuncia algo, uno debe prepararse
exactamente para todo lo contrario, pues la dura realidad se termina imponiendo
por encima de las pretensiones de las políticas públicas.
Hasta
hace poco se nos decía que la inflación estaba controlada, y que el crecimiento
económico colombiano, aunque bajo, era el mejor de América Latina. Ahora
resulta que el Banco de la República elevó la tasa de intervención en medio
punto, a pesar de la oposición presidencial, por el desborde que ha tenido la inflación doméstica hasta llegar casi al 6% al
terminar el año, afectando la negociación salarial próxima.
Se
nos decía que no debíamos preocuparnos por la excesiva devaluación del peso,
que debíamos dejar actuar al “mercado” (¿los especuladores del mercado
cambiario?), y solo cuando ya el desborde era evidente se autorizó una modesta
intervención que era necesaria desde hace meses. Lo peor del caso es que contra
todos los analistas áulicos de la ortodoxia monetaria, de nada servirá el
enfriamiento monetario ante una inflación que tiene origen en un shock de
oferta por el fenómeno de El Niño, y la presión inflacionaria de la tasa de
cambio. Lo que sí será seguro es que la economía
colombiana se seguirá desacelerando y las tasas de desempleo ya empezaron a
subir
En
el caso del sector energético, la desconfianza debe
cundir. A pesar de una sequía anunciada hace tres años, se nos decía que
el sistema eléctrico estaba “blindado” por las normas de la sabia Creg, con un
cargo por confiabilidad que nos sacó del bolsillo, en las tarifas, casi $18
billones de pesos. Se nos aseguró que la pesadilla del pasado no se repetiría.
Pero el diablo está en los detalles. Nadie ha podido saber en qué se usaron
esos recursos, y a pesar de la anunciada investigación de la Contraloría
General de la República, el director de la Creg sale presuroso a defender a las
térmicas privatizadas, diciendo que dicho recurso no es público, y que por
tanto, es un asunto privado de las centrales. La lógica indica que si bien no
se trata de un impuesto, es el resultado de una medida de política pública que
favoreció a un sector que prometió ser confiable, y que ahora sale con que no
puede operar porque el diésel es muy caro, y el gas está escaso.
Nos inventan
la historia que ese cargo era para construir capacidad y no operatividad, y que
los errores de planeación y regulación los debemos pagar los consumidores,
sobre todo los del Caribe. Pero, ¿quiénes son los dueños de las térmicas, que
tanto se han beneficiado de nuestros pagos en la tarifa? Según El Tiempo (Nov.
1, p.17), son grupos financieros domésticos e internacionales, que disfrutaron
del cargo para “su confiabilidad” y ahora, en los tiempos difíciles alegan que están
al borde de la quiebra. Lo que es peor, es que a pesar de las alzas en las
tarifas, no estamos a salvo de otro apagón. El neoliberalismo introducido en el
sector eléctrico, al igual que en la salud y otros sectores, nada garantiza. Se
nos cuela la fragilidad de los mercados.
En
síntesis, con un Estado débil en su proceso de regulación, que termina
capturado por los “regulados”, resulta riesgoso dejar sectores claves de la
economía en manos de la lógica del mercado. Aquí tal vez se necesita más Estado
y menos mercado. Es hora de replantear el diseño institucional de muchas áreas
consideradas sagradas en las políticas públicas colombianas.
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