¡Apabullante!
Si nos dejáramos guiar, nuestro entorno
sería más agradable. Pensaríamos distinto. Los niños tendrían más importancia.
Y el relajo estaría en una escala muy baja.
Leer al doctor Llinás enseña.
Me gusta porque no ha dejado de visitar a
su tierra. Y cada vez que llega, deja sus huellas indelebles.
En esta lectura los profesores salen muy
mal parados.
El gobierno debería asimilar y poner en
práctica su pensamiento.
Y los empresarios deberían reflexionar.
Si no hacemos caso a los que saben y
piensan más que nosotros, no tendremos salvación.
Seremos ciudadanos de tercera… El doctor
Llinás señala: “Un país que no valora la ciencia
porque nadie les ha enseñado a sus ciudadanos su valor. Y si los dirigentes no
lo entienden, es porque no les interesa. A muchos lo único que les importa es
tener dinero, tener viejas, tener poder”.
Dios, ¿eso lo entenderán los
líderes de Colombia?
¿O será que están muy cómodos
con la posición que tienen, sin importarles el resto de la humanidad…?
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
Pd: para Marcela
Educación | 2014/05/03
"Colombia es una cenicienta que quiere ir al baile de los países desarrollados"
Rodolfo
Llinás, uno de los científicos más importantes del país, critica un
sistema educativo que no respeta a los niños y no les enseña lo que
necesitan.
Rodolfo
Llinás estuvo en la Cumbre Líderes por la Educación, en Bogotá, y
presentó su visión, profundamente crítica, sobre el estado de la
educación en Colombia.
SEMANA: Usted lleva 52 años
fuera de Colombia, pero nunca ha faltado a una cumbre como la que se realizó
esta semana para hablar de educación. ¿Por qué?
RODOLFO LLINÁS:
Es muy sencillo, es mi patria. La recuerdo con enorme cariño. La patria es como
la primera novia que uno tiene: totalmente inolvidable.
SEMANA: ¿Y entonces por qué se
fue?
R. LL.:
Porque no había posibilidades en Colombia.
SEMANA: ¿Posibilidades para
hacer qué?
R. LL.: Para
la ciencia, que era lo que yo quería hacer.
SEMANA: ¿Y cree que hoy, 52
años después, sí hay esas posibilidades?
R. LL.: No.
Hay muy pocas. Mucha de la gente que va a especializarse y regresa tiene que
devolverse, porque en Colombia no hay posibilidades. Otros acaban teniendo un
trabajo en el que no practican lo que estudiaron y muchos terminan de políticos
o haciendo otras cosas. ¿Imagínese uno de físico qué puede hacer aquí?
SEMANA: ¿Cómo lee a un país que
no valora la ciencia ni a sus científicos?
R. LL.: Es
un país que está retrasado intelectualmente. Un país que no valora la ciencia
porque nadie les ha enseñado a sus ciudadanos su valor. Y si los dirigentes no
lo entienden, es porque no les interesa. A muchos lo único que les importa es
tener dinero, tener viejas, tener poder.
SEMANA: Usted viene en un
momento muy importante para este debate. Muchos dicen que la educación en
Colombia está en crisis. ¿Qué piensa?
R. LL.:
Yo creo que no hay ninguna crisis. Una crisis ocurre cuando algo malo pasa.
Pero cuando es crónico ya no es crisis. Es simplemente el estado triste de
Colombia. Cuando hicimos la reunión de los sabios yo dije: “Colombia es una Cenicienta que quisiera ir al baile de
los países desarrollados”.
SEMANA: ¿Qué quería decir con
eso?
R. LL.: Cualquier
otro grupo humano daría lo que fuera por tener la tierra colombiana. ¿Se
imagina? Con dos océanos, con agua dulce, con todo prácticamente… La vida en
Colombia es demasiado fácil. No hay invierno, la gente no se muere de
desnutrición. Hay una frase en inglés que describe eso: “Such is life in the
tropics” (“Así es la vida en el Trópico”). Por eso yo siempre he dicho que
Colombia tiene mejor tierra que gente.
SEMANA: Esa es una frase muy
cruda...
R. LL.:
No lo es. Colombia tiene una posición fantástica en el globo terráqueo. Pero la
gente que vive ahí, precisamente porque vive en un lugar fantástico, no tiene
que competir para vivir. Salen y se comen su plato de comida sin problema.
Entonces la gente cree que la vida es para gozar.
SEMANA: Y si no es para
gozarla, ¿para qué es?
R. LL.: No
es para gozarla, es para pensar, que es una manera más sofisticada de gozar. Es
decir, a mí me parece sumamente interesante que la gente lo quiera, como me
decía un amigo, es “rumbear todo el tiempo”. ¡Qué cosa tan aburrida! No podemos
pasárnosla de cha, cha, cha hasta la muerte.
SEMANA: ¿Y usted por qué cree
que queremos solo vivir para rumbear?
R. LL.:
Porque no hay educación.
SEMANA: Se cumplen 20 años de
esa Misión de Sabios que reunió a los más importantes intelectuales del país,
incluido Gabriel García Márquez, a hablar de educación. ¿Qué balance tiene de
ese esfuerzo?
R. LL.: Hicimos
gran cantidad de libros; yo escribí uno que se llama El Reto. Llegamos a toda
clase de conclusiones que nunca nadie leyó. Se habló de que se invirtiera en
ciencia y tecnología por lo menos el 1 % del PIB y que lo deseable era que
fuera más. Hoy esa inversión no alcanza a ser ni el 1% que deseábamos en esa
época.
SEMANA: ¿Qué más siente que
falta por hacer?
R. LL: Primero hay que reconocer la importancia de la educación.
Colombia no será nada hasta que no eduque su gente. El
problema siempre ha sido que no se optimiza a los individuos, no se les da la
posibilidad de llegar a lo mejor que pueden ser. Eso solo se logra con
educación, pues al fin y al cabo esta se trata simplemente de optimizar las capacidades
cerebrales. ¿Cómo hacemos para optimizar? Hay que trabajar más porque la gente
entienda, que la gente sepa algo. El saber es simplemente poder poner en
contexto lo que uno sabe.
SEMANA: Usted ha dicho que la
educación es tan necesaria como el agua…
R. LL:
Sí. La educación más que importante es esencial. Si no se le da al cerebro la
capacidad de optimizar seremos individuos de segunda clase que no alcanzamos
todo lo que podíamos ser. La ventaja de la educación es que si se hace bien
mejora la calidad del individuo, por eso digo que es como el agua o una buena
comida.
SEMANA: ¿Cree que los niños y
niñas colombianos tienen hoy un buen menú en ese sentido?
R. LL: El problema con los niños es que no los quieren, no los respetan
y no les ponen atención. Los niños sí saben lo que quieren, pero esto es muy
distinto a lo que les dan en la escuela. Entonces hay rebeldía intelectual, no
aprenden, se jartan. Se requiere una postura diferente del sistema de educación
que entienda que los niños son seres pensantes y sumamente inteligentes. Hay
que saber qué es lo que les gusta, porque lo que les gusta es lo que saben
hacer mejor.
SEMANA: Si tuviera que hacer un
diagnóstico de los problemas de la educación en Colombia, ¿cuáles serían sus
conclusiones?
R. LL:
Para mí, el problema es de la metodología y de la estructura de los profesores.
Los profesores quieren tener una posición no de guía, sino de maestros en donde
solamente ellos mandan. Son ellos quienes les dicen a los niños qué tienen que
aprender y si pasan o no pasan. Así es imposible. No son instructores, sino
personas que quieren tener poder, poder de rajar y de expulsar de la
escuela.
SEMANA: ¿Y la metodología?
R. LL: Es
muy sencillo. Tiene que ver con los cursos y las cosas que se enseñan:
geografía sin historia, matemáticas sin geografía. Se enseñan cosas por
separado. ¿De dónde sale la geometría si no hay un contexto histórico? Lo único
que importa es saberse las propiedades de los triángulos para obtener una
nota.
SEMANA: ¿Cómo debería ser
entonces?
R. LL: ¿Para
qué sirven los triángulos? Por ejemplo, los mayas, los aztecas, los egipcios
hicieron pirámides. Si las miramos, encontramos que están preciosamente
organizadas con respecto al universo. ¿Cómo hicieron para construir eso? Se
requieren tres cosas: las líneas rectas, una piola y un peso. Nada más.
Entonces para esas culturas la geometría era una herramienta para hacer
agricultura. Cuando uno entiende así, todo es muy diferente. La escuela enseña la ubicación de los ríos, pero jamás
explica la importancia del agua. Somos un baúl repleto de contenidos, pero
vacío de contexto. De ahí nuestra dificultad para aplicar el conocimiento en la
realidad.
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