¿Es un botín la Universidad del Atlántico?
¿Quién
manda en la Uniatlántico?
¿Produce
tanto que los negociantes le apuestan a ese botín?
¿Cuánto
produce la U?
¿El
papel del gobernador es clave?
¿Hasta
qué punto?
¿Cuántos
políticos le apuestan a la carnada?
Sería
muy hermoso que la pudiéramos rescatar de los rufianes…
Se
pronunció El Heraldo con este editorial.
Pero
enseguida respondió el rector Rafael Castillo…
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
Pd: Ahora le toca el turno a César Lorduy, a raíz de la renuncia de Marcela Blanco.
Universidad o botín
Editorial 2015-07-12
Por Redacción
La Universidad el Atlántico fue fundada con
el propósito de ofrecer una alternativa de educación pública a los jóvenes
bachilleres de la región, que hacia los años 40 del siglo pasado tenían que
migrar a otras ciudades, principalmente Bogotá y Tunja, para obtener un título
profesional.
Ese sueño, que en principio ideó el
filósofo y escritor Julio Enrique Blanco, se consolidó finalmente en
1946, luego de unas primeras aproximaciones formativas que prepararon los
contingentes de técnicos y operativos que en ese momento estaba necesitando la
industria regional.
Desde entonces han transcurrido 69 años, en
el marco de las tensiones y conflictos propios del país que, sin embargo, no
apocaron los aportes que no tardaría mucho en hacer la naciente institución.
Con las facultades de Comercio y Finanzas,
Química y Farmacia, Ingeniería química y la Escuela de Bellas Artes, la
Universidad empezó a figurar en el universo académico nacional.
Los artistas e ingenieros químicos que por
entonces tenían el reconocimiento del país, eran los de La Atlántico, para solo
citar dos de sus fortalezas, que por lo demás estaban amparadas en un sello
humanístico sobre el que los fundadores mantuvieron un celo constante.
De repente todo cambió. Y mientras la
Universidad se fue convirtiendo en un fortín político de los caciques de turno,
la calidad académica entró en un proceso de deterioro. Para los grupos
partidistas que se peleaban el dominio de la institución resultaba un gran atractivo
los más de 23 mil estudiantes que indican los registros oficiales y un copioso
presupuesto que no más este año supera los 290 mil millones de pesos; pero poco
o nada les importó la proyección académica.
Hoy, la Universidad ofrece las mismas
carreras de hace 30 años y la oferta de postgrado es la más pobre de la región,
por decir lo menos.
Mientras en aras de la excelencia formativa
las instituciones de educación superior buscan cualificar su planta de
profesores para agregarle gestión de conocimiento a las clases, al menos un 30
por ciento de los docentes de planta de la alma mater apenas detenta título
profesional o de especialista.
Y en materia de investigación, otro
elemento referente de la calidad, solo uno de sus 50 grupos se encuentra
escalafonado en la máxima categoría del sistema nacional de ciencia y
tecnología.
La Universidad, por tanto, parece ubicada
en un cruce de caminos: o escoge el académico que pondrá la formación en los
estadios que su comunidad y la sociedad misma están demandando, o insiste en
los intereses politiqueros que de alguna forma la estuvieron gobernando.
La gestión de la exrectora
Ana Sofía Mesa dio pasos notables en el primer sentido, pues saneó
financieramente la institución y acabó con una serie de costos laborales que
pesaban sobre la inversión y el desarrollo profesoral y estudiantil.
Pero la escogencia del nuevo
rector ha encendido las señales de alarma, especialmente por las argucias
politiqueras que, según denuncias de distintos sectores, han intervenido en la
confrontación entre los candidatos. En una
primera instancia parecía interesante que los aspirantes representaran a todos
los sectores protagonistas, vale decir, profesores y estudiantes, exrectores,
gobierno departamental, gremios económicos. Recientemente la representante del
sector productivo renunció, aduciendo falta de garantías.
A su vez, seis miembros del Consejo
Superior pidieron la dimisión del actual rector encargado, Rafael Castillo,
porque entienden que está jugando con ventajas al ocupar el cargo y aspirar a
ser nombrado en propiedad.
Luego
de la orden del Tribunal Administrativo que de momento mantiene paralizado el
proceso de elección, el temor por manejos mezquinos ha surgido nuevamente en la
Universidad. Cuando todos deberían contribuir a fortalecer la alma mater para
que pueda corresponderle a las dinámicas de la región y el departamento y
generarles oportunidades a los 26 mil bachilleres que todos los años frustran
su intención de ingresar a la institución, hay quienes la siguen viendo
simplemente como un botín.
La respuesta de Rafael Castillo:
Un nuevo argumento agrega hoy el editorial
del diario El Heraldo. Tengo ventajas por ser rector, frente a los candidatos.
Hay cinco explicaciones dadas, ninguna cuadra, porque lo importante era
hacerlo.
Ciertamente tengo ventajas: Me gané mi
candidatura en dos consultas, conozco mejor la U. Tengo la mejor hoja de vida y
tengo la mejor propuesta.
@rafaelcastillop, en Twitter respondo el
editorial
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