Me gusta el estilo calmado, analítico y profundo de Heriberto.
Un abrazo, hermano.
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
El columnista Heriberto Fiorillo presenta su libro 'Entre líneas'
Al periodista le gusta experimentar diferentes géneros periodísticos, como se nota en este texto.
Detrás de ese
temperamento calmado y analítico del periodista barranquillero Heriberto
Fiorillo parece esconderse un volcán de ideas que no para de producir
proyectos.
Esa fuerza interior, quizás, es la que
lo ha llevado a apostarles a todos los retos periodísticos que le ha
puesto la vida, desde los 25 años, cuando se desempeñó como subdirector y
jefe de redacción de Cromos.
Fiorillo ha desempeñado todos los
puestos de la carrera periodística: cronista, locutor radial, productor
noticioso en el área de televisión, editor y director de medios de
comunicación. En el intermedio, el tiempo le ha alcanzado para hacer
cine también (Ay, carnaval, Aroma de muerte y Amores ilícitos).
Y siempre con esa curiosidad por
experimentar con los géneros periodísticos, ahora como columnista de EL
TIEMPO y El Heraldo, Fiorillo no ha dejado la creatividad de lado en
esta etapa, como da cuenta de ello el libro Entre líneas, que presentó
esta semana en La Cueva.
¿Cómo define la columna de opinión?
Aunque se hable de columnas de opinión,
siento que una columna es un espacio personal, el pequeño minifundio de
un autor siempre responsable frente a sus lectores. Y lo es, porque ese
autor siempre firma. Por supuesto, me interesa provocar la opinión de
mis lectores por medio de lo que escribo, que no es necesariamente una
opinión. En mi caso, soy más un periodista escéptico por principio,
cuestionador y no opinador, siempre con más preguntas que respuestas.
La columna es en verdad, para mí, un
espacio breve, propio, amplio, de expresión, más que de opinión; puede
ser incluso de ficción anclada en la realidad, lugar de verdades y de
verosimilitudes. Me gusta forzar la columna a nivel de género, porque me
sigue gustando contar historias, improvisar, hacer collages.
¿Por qué no continuó en la crónica?
Históricamente, porque me llamaron el
cine y la televisión. Profesionalmente, porque me hallaron buen cronista
y me nombraron jefe de redacción.
¿Qué lo llevó a alejarse de los noticieros o de la televisión?
Primero, que me amenazaron mucho en un
momento terrible de la violencia en Colombia. Segundo, que me aburrí de
que solo me reconocieran mis valores como creador y recreador de
noticieros. Entonces me fui a vivir durante ocho años a Nueva York.
Cuando regresé a Colombia, la televisión me tiró una nueva tabla de
náufrago: hice con Daniel Coronell y Audiovisuales el exitoso proyecto
Talentos. En Naciones Unidas, había hecho radio para toda América Latina
y la he vuelto a hacer aquí en Barranquilla, con La Cueva en el aire.
¿Ha seguido cultivando la ficción?
Nunca he dejado la ficción como
ejercicio personal. La he trabajado en cuentos y en películas, pero he
sido también muy analítico y exigente con lo que escribo. Además, no he
podido dedicarme a mis historias ciento por ciento, como ellas lo piden.
Otros espacios creativos han demandado también mi atención: La Cueva
como proyecto artístico, su reconstrucción, el Carnaval de las artes, La
Cueva por Colombia, etc.
EL TIEMPO
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