lunes, 7 de julio de 2014

La necesidad de reconstruir la institucionalidad regional Por: Jairo Parada

El economista Jairo Parada se tomó la palabra.
Está hablando por los que no tienen la oportunidad de expresarse.
De verdad que si.
Tenemos la necesidad de reconstruir la institucionalidad regional, como lo dice Jairo.

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La necesidad de reconstruir la institucionalidad regional
Por: Jairo Parada

Los analistas del centro se han quedado sorprendidos con el triunfo electoral de las propuestas comprometidas con la paz, especialmente en las regiones más pobres de la Costa Caribe y el Pacífico. Incluso, como lo ha señalado Eduardo Verano, hasta en el Urabá Caribe de Antioquia triunfó la paz.
 
Como no todo se puede explicar con la teoría de la “mermelada”, queda claro que los habitantes de las regiones pobres no quieren saber más de guerras sin fin, de paramilitarismo ni de autoritarismos. No parecen estar convencido que este país sólo necesita más “autoridad” para salir de su atraso, planteamiento típico de los individuos con mentalidad conservadora.
 
También como académico he notado que en la Región Caribe por lo menos, las tesis neoliberales de menos estado y más mercado no convencen. Se mira con desconfianza las propuestas andinas de más recargos al IVA, más impuestos a los pensionados y más reformas laborales antipopulares. En las regiones pobres, en realidad se pide por mayor presencia del estado en todos los órdenes, desde las veredas hasta las ciudades. Necesitamos un estado más fuerte, no sólo en la seguridad ciudadana sino en la promoción del desarrollo productivo.
 
La gente sabe que el desarrollo desigual del capitalismo privilegia las zonas más desarrolladas en forma espontanea, siendo el estado el único agente que puede contrabalancear este fenómeno. El nivel de vida de los ciudadanos del Caribe se afecta, no sólo por la pobreza crónica, sino por la debilidad de sus gobiernos municipales y departamentales. A éstos hay que fortalecerlos y no debilitarlos. Por ello, no se puede seguir patrocinando la recentralización del estado, al amenazarnos periódicamente con hecatombes ficticias de déficit fiscales progresivos para justificarla.
 
Pero para que las regiones pobres se desarrollen no basta más educación ni más doble calzadas y puentes. Además de eso, necesitamos empezar a reconstruir la institucionalidad regional perdida, desde que desaparecieron los Corpes en 1999, por maniobras del centro.  No hay forma de territorializar las políticas nacionales ni enriquecerlas si no se construyen de abajo hacia arriba. Se nos piden proyectos regionales para cubrirlos con limosnas de las regalías, pero no tenemos la institucionalidad regional para prepararlos ni recursos que provengan del sistema General de Participación (SGP). A pesar de ello hemos hecho propuestas regionales como el PER Caribe, los corredores turísticos, las transversales costeñas, ciencia y tecnología, la campaña regional contra el analfabetismo, las de industrialización, agencias regionales de desarrollo, etc., sin que nos paren bolas.  
 
El problema radica entonces en la concepción predominante de un estado unitario que sigue siendo muy centralizado, que se recentraliza más, con sus programas presidenciales, que carece de un verdadero Plan de Descentralización como lo ha hecho el Ecuador por ejemplo (Ver Plan Nacional de Descentralización-CNC-Ecuador), donde se deja manifiesto un compromiso claro con la autonomía de las regiones. Ahí es donde la paz exige un nuevo camino.


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