domingo, 3 de noviembre de 2013

COLOMBIA. Ecuador ya nos está comenzando a ganar en las mediciones mundiales de competitividad.

Esta es una nota que me llega directo por el correo de Ricardo Lequerica, un colombiano comprometido con su país, aunque tenga negocios en otras latitudes.

Este mensaje que  envía Ricardo, va directo a las entrañas de todos los colombianos... Y especialmente para nuestro presidente Juan Manuel Santos y su equipo de trabajo.  ¡PILAS!

RADAR
Ecuador ya nos está comenzando a ganar en las mediciones mundiales de competitividad.  ¿Qué pasa con Colombia?


En los últimos cinco años Colombia ha permanecido estática en el ranking mundial de competitividad que elabora el World Economic Forum y cuya última entrega se hizo pública a comienzos de septiembre. Mientras nosotros permanecimos quietos en el escalafón, en esos cinco años Ecuador  avanzó 34 puestos. ¡Treinta y cuatro puestos! Gracias a eso, el país vecino está a solo dos escalones de nosotros y es muy probable que nos sobrepase en la clasificación de 2014.

¿Qué tiene Ecuador que no tenga Colombia? ¿Cómo hacen los ecuatorianos para ascender vertiginosamente en el ranking mundial de competitividad, del puesto 105 al 71, mientras aquí nos quedamos paralizados en el lugar  69 de la tabla? ¿Cuál es la fórmula del éxito que encontró Ecuador? ¿O es que aquí no hicimos nada en cinco años?

En el caso del Ecuador, la respuesta parece estar ligada a algunas decisiones que el presidente Rafael Correa ha mantenido contra viento y marea. A los colombianos, Correa nos parece arrogante, pendenciero y antipático, pero nadie puede negar que se la ha jugado a fondo en tres frentes: infraestructura, calidad de la educación e innovación.

 
En infraestructura ha intervenido 7.000 kilómetros de carreteras e invertido más de US$5.000 millones. Correa ha hecho puentes, autopistas de ocho carriles y una red de nuevos puertos con tecnología de vanguardia. Construyó ocho hidroeléctricas, reconstruyó cuatro aeropuertos y echó a andar la primera línea del Metro de Quito, que transportará 400.000 pasajeros al día. Gracias a eso, la inversión del gobierno ecuatoriano en obras públicas representa 13% del Producto Interno Bruto del país.  Nada que ver con el raquítico 1% del PIB que invierte el gobierno colombiano en infraestructura.

En materia de educación, los logros del Ecuador son sorprendentes. El país vecino ascendió 40 puestos en el ranking de competitividad global en lo que se refiere a educación superior. Correa ha invertido 30 veces más que los últimos siete gobiernos juntos en este frente. Decretó el cierre de 14 universidades por falta de calidad académica y becó a más de 5.000 estudiantes para que estudiaran en las mejores universidades del mundo. Como si fuera poco, ayudó a bajar la tasa de interés del crédito educativo de 12% a 4,6% y eliminó la deuda por mérito académico.

 
Correa, además, implementó el Sistema Nacional de Nivelación y Admisión, que ha permitido duplicar la matrícula de ciudadanos afrodescendientes, indígenas y de las personas pertenecientes a los estratos más pobres del Ecuador. Este logro es ratificado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), que indica que el Ecuador es el país con mayor participación de pobres en educación superior en América Latina (26%), por encima de Chile y Argentina.

En materia de innovación, el informe del Foro Económico Mundial destaca la inversión que viene haciendo Ecuador en esta materia. Este año el gobierno destinará US$782 millones para la inversión en investigación y tecnología, un monto que cuadruplica los recursos de los últimos años.

Correa está trabajando además en un ambicioso proyecto llamado Yachay, con el que aspira a convertirse en el Sillicon Valley de Latinoamérica. Se trata de una ciudad dedicada a la investigación y a la innovación tecnológica en donde está reclutando los mejores conocedores e investigadores de Suramérica. No es carreta. El informe del Foro Económico reconoce que Ecuador ha subido en materia de innovación más de 60 puestos en los últimos cinco años y destaca la iniciativa del proyecto Yachay.



Y, mientras Ecuador demuestra los efectos positivos de la capacidad de decisión y la perseverancia en estos temas críticos, aquí todavía no hay un norte claro respecto al rumbo hacia donde debe marchar el país. Tenemos grandes obras y megaproyectos de infraestructura que están paralizados por las consultas previas y los líos ambientales con las comunidades.  ¿Cómo es posible que el bien particular prime sobre el bien común? ¿Debe pesar más un tótem que es muy importante para una comunidad, o una carretera que es muy importante para 40 millones de personas?

Los críticos internacionales señalan que Correa ha financiado buena parte de estas inversiones hipotecando el país a China, que ha sido la gran fuente de recursos para Ecuador desde la moratoria de la deuda ecuatoriana de 2008, lo que le ha permitido a Correa mantener posiciones altaneras frente a Estados Unidos. Eso tiene mucho de cierto, pero aun así no le resta importancia a la decisión de Correa de persistir en las inversiones en los tres frentes  críticos de infraestructura, educación e innovación como camino para fortalecer la competitividad de su país. Ni le resta validez al hecho de que el informe del Foro Económico Mundial debería ser un campanazo de alerta para Colombia. Si el vecino puede, nosotros también deberíamos poder. El problema de Colombia en los últimos cinco años no ha sido la ausencia de recursos, sino la incapacidad para mantener una dirección en forma consistente. O corregimos el rumbo, o nos deja el tren.

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