domingo, 3 de noviembre de 2013

Barranquilla, fea, caótica y estresante, Por Alfonso Ricaurte Miranda (costeño en España)



DOS NOTAS  sobre cómo un costeño irrespeta a la capital del Departamento del Atlántico

1. Su nota y mi respuesta

2. Las respuestas de otros barranquilleros. (en la próxima nota)

El arranque del Foncho en El Heraldo digital


Alfonso Ricaurte Miranda
A partir de hoy inicio una nueva etapa como periodista, al formar parte del equipo de blogueros de El Heraldo digital. Los invito a conocer mis opiniones sobre los diversos temas que abordaré. El primero de ellos sobre las impresiones que me llevé de nuestra querida Barranquilla. Pueden leerla a través de este link o entrando a elheraldo.co.
Barranquilla, fea, caótica y estresante

Por Alfonso Ricaurte Miranda

Sábado 26 de Octubre de 2013

¡Qué esperas para pasar, joder¡
El reclamo se escuchó con nitidez a pesar de que el autor intentó disimularlo acelerando varias veces el motor de su coche en señal de que tenía prisa.  Lo miré desconcertado y dispuesto a contestar el reproche, pero al ver la fila de coches detenidos en espera de que cruzara el paso peatonal entendí su malestar, estaba en Madrid, y aquí en Madrid como en cualquier capital organizada del mundo, los coches se detienen ante los pasos peatonales respetando la prioridad del transeúnte.
 
Les cuento la anécdota porque hace apenas unos días en Barranquilla, un coche se detuvo escasos centímetros de mi humanidad, cuando intenté atravesar desprevenidamente la calle 86 en uno de los pocos y descoloridos pasos peatonales que existen.
En esa oportunidad me asuste tanto que no tuve valor ni tiempo para enfadarme con el conductor, quien tan pronto como retrocedí, revisándome al mismo tiempo la parte trasera de mis pantalones, este arrancó seguido por los otros coches que al igual que él no respetaron en lo más mínimo el paso peatonal ni la prioridad de las personas que esperábamos en él.
Desde ese día, el primero de mis vacaciones en Barranquilla, después de seis años sin visitarla, comencé a hacer lo que hace todo el mundo para cruzar una calle: pararse en el bordillo como si se estuviese ante una pista de 100 metros libres, y a la primera oportunidad salir disparado a lo Usain Bolt, para alcanzar sano y salvo la otra orilla de la calzada.
 
El día de mi anécdota en Madrid, atravesé sin apremios la calle y disfrutando de mi derecho de prioridad de paso, a pesar de mi tardanza.  Reflexioné entonces en que mi actitud en Barranquilla, al no protestar por la violación de mi derecho y por el contrario sumarme a la irregularidad de exponer mi vida en el simple hecho de atravesar una calle, es quizás una de las principales causas que ha llevado a la ciudad al caos urbano y el deprimente estado en que se encuentra.
Porque Barranquilla está fea, sucia, caótica, estresante. Duele decirlo y más aceptarlo, pero es una realidad que golpea a primera vista a los visitante o a quienes llegamos a ella después de varios años de ausencia.
Sé que habrá muchos que rechazaran esta apreciación, sobre todo quienes la han gobernado en los últimos años y los que la gobiernan actualmente, seguidos de aquellos que se enriquecen con ese desorden.
Tampoco estarán de acuerdo aquellos a los que el amor por la ciudad les impide ver y aceptar una evidencia que los atropella día a día, porque se han acostumbrado a convivir o sobrevivir en medio de tanta desidia, amparados en la absurda justificación de que a la larga en Barranquilla se vive bacano y lo único que no hay que hacer es dar papaya, como la de atravesar un paso peatonal pretendiendo que los coches se detengan.
 
A mí me cuesta creer que se pueda vivir bacano en una ciudad con un tráfico tan caótico como el que actualmente tiene Barranquilla, con calles con los mismos huecos que existían hace trece años cuando me fui; conductores violando las más elementales señales de tráfico y la ausencia de autoridad que impida el atrevimiento del irresponsable que conduce como le da la gana.
No le veo nada bacano a una ciudad con tanta contaminación visual, llena de avisos de negocios sencillamente malucos, sin ninguna estética, que afean y desvalorizan sectores tradicionalmente emblemáticos.
No puede ser bacano que se concedan licencia a negocios de comidas en los que se evidencia el incumplimiento de las mas mínimas normas de salud e higiene, o que se siga permitiendo la proliferación de negocios ambulantes que invaden las vías públicas y dan esa sensación tan bestial de subdesarrollo, como los de las ventas de minutos por celular, con teléfonos amarrados con cadenas a las patas de una mesita de madera.
Expuse en alguna oportunidad estos argumentos durante mi estancia en Barranquilla y tengo que decir que no cayeron bien entre algunos amigos que intentaron desvirtuar mis apreciaciones sobre la ciudad calumniándome, al asegurar que yo tenía un ancestro cachaco cuya sangre había aflorado en mis trece años de residencia en España.
Lo del ancestro cachaco lo desmiento por si acaso, y lo único que ha aflorado en mi en esta visita, es mi profundo amor por la ciudad como barranquillero que soy y que me da derecho a exigir una Barranquilla tan organizada como las ciudades que he conocido aquí en Europa o como ya lo son muchas ciudades del interior colombiano.
 
El Norte
Sería injusto de mi parte reseñar en estas reflexiones solo el deterioro que vi en la ciudad y no hacer referencia al crecimiento que ha tenido Barranquilla hacia el sector del norte con la construcción de nuevos y “elegantes” barrios. Allí está la joya de la corona que casi todos esgrimen con gran orgullo e incluso muestran hazañosos a través de fotos a los familiares y amigos en el exterior,  contando que ya tenemos uno o  varios “malls” como los que existen en los Estados Unidos.
Sin embargo, tengo que decir que no estoy de acuerdo con aquellos que muestran este sector como referencia del desarrollo urbanístico de la ciudad, porque además de edificios y conjuntos residenciales que venden apartamentos y casas a más de 600 millones de pesos, no se ha construido una infraestructura de acceso que dé muestras de un crecimiento programado. Se han levantado edificaciones y construido barrios con calles de acceso de dos carriles, uno de ida y otro de regreso, sin tener en cuenta el incremento del parque automotor que se ha registrado con el aumento de la población en esos sectores.
  
En todas las ciudades organizadas del mundo lo primero que se construye son las vías de acceso y servicios, alcantarillado, electricidad, zonas verdes etc. No vi una nueva avenida ni mucho menos una autopista en Barranquilla.
Para quienes residimos en España y nos tocó vivir la burbuja inmobiliaria y padecer sus consecuencias, el fenómeno de la construcción que se vive actualmente en Barranquilla, más que una señal de desarrollo, es una evidencia de que estamos ante una burbuja inmobiliaria como la que se vivió en este país.
Tengo que decir además que el nuevo perfil urbanístico que se le está dando a la ciudad con la construcción vertical, cercena el encantador paisaje de las ciudades costeras, con sus casas con jardín y grandes patios. Ahora pretenden cambiarnos esa esencia del sentir costeño, vendiéndonos la ilusión de tener un apartamento, mínimo, en un sexto piso con vista a la piscina.
Evitaré en esta nota el tema de la inseguridad porque merece capítulo aparte, pero no puedo dejar de mencionar que Barranquilla no será realmente bacana, hasta cuando pueda decirse y defenderse la verdad, sin que tengas que llevar escolta para proteger tu vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario