Ernesto McCausland comenzó en el periodismo
en 1982.
Fotos: www.elheraldo.com.co
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La muerte de Ernesto McCausland me dejó un dolor amargo en el
corazón. Este 21 de noviembre, me recordó el 13 de agosto de 1999, cuando unos
sicarios segaron la vida de Jaime Hernando Garzón Forero.
O lo que va a ocurrir cuando me entere que murieron Gabriel
García Márquez o Juan Gossaín, para nombrar a cuatro de los colegas que he
respetado y admirado todo el tiempo.
Ellos, para mí, como periodista, han sido modelos, porque han
escrito unas historias que no pueden escribir los otros mortales.
Y confesar esto me complace, porque tengo claro que mi DIOS sabe
cómo hace sus cosas.
Admiraré siempre la pluma de Ernesto McCausland.
Admiraré siempre sus crónicas.
Su forma de expresar lo que le dictaba su cerebro.
Esa sensibilidad que podemos tener muchos, pero que no somos
capaces de plasmarlo en un escrito.
Se nos fue un excelente periodista, cineasta, contador de
historias… Un hombre que no podremos reemplazar jamás.
Ojalá las nuevas generaciones le regalen a la humanidad
periodistas como él.
Ahora lo admiraremos más, verán a ver… Lo vamos a valorar más,
eso siempre ocurre...
Un abrazo Ernesto.
Cuando nos veamos te lo recordaré y sonreímos
juntos.
RADAR,luisemilioradaconrado
En La Silla Vacía está este escrito:
Ernesto McCausland: el periodismo para vencer la muerte
Por Laura Ardila Arrieta
En
1991, cuando Diomedes Díaz era de lejos el cantante que más vendía discos en el
país, Ernesto McCausland Sojo le hizo una entrevista
para televisión en la que logró que hablara de un tema muy distinto a los
que usualmente se refería el artista parrandero y tomador. McCausland logró que
Diomedes se refiriera a la muerte: “Una muerte malvenida me afecta
mucho... pero yo diría que a mí me afectaría más la muerte mía, eso sí me daría
duro... si yo supiera que uno sirve más muerto que vivo, yo me muriera hoy,
pero no se, Ernesto, no se... imagínate, enterrado uno abajo de la tierra y con
esos calores que hacen ahora”.
Semejante análisis del músico se convirtió desde
entonces en un cuento inolvidable en la Costa y en el mejor ejemplo de sus
disparates.
McCausland
se murió antes que Diomedes. Y, a pesar de haber convivido con ella casi toda
su vida, nunca habló mucho de la muerte. Al menos, no de la suya. Fue digno y
discreto para manejar el cáncer que lo empezó a aquejar desde que tenía apenas
22 años. Pero su férrea disciplina para seguir ejerciendo el oficio hasta el
último momento en que lo pudo hacer, demuestra que el periodismo fue la muralla
segura a través de la cual se aferró a una vida mejor.
Ernesto
McCausland hizo que fuera realidad la frase de Gustave Flaubert según la cual
un escritor se aferra a su obra como a una roca, para no desaparecer bajo las
olas del mundo que lo rodea. Debido a su estado de salud, hace unos tres meses
no pudo regresar a la redacción de El Heraldo -en donde era editor general
desde 2010-, pero cada tanto enviaba correos a los periodistas con indicaciones
para notas sobre temas locales o del equipo Junior, su otra pasión.
En la
página www.ernestomccausland.com trató de
organizar sus trabajos en prensa, radio y televisión y nunca dejó de publicar
(ni siquiera el pasado domingo, dos días antes de su muerte) su columna de
opinión.
Una
de las más recientes, de octubre, se la dedicó al suspendido alcalde de
Cartagena, Campo Elías Terán, quien padece de cáncer. ‘Palabras para un Campo
Elías asediado’, se titula y es una de las pocas referencias que hizo Ernesto
sobre su enfermedad: “Ninguno de ellos imagina, Campo, por lo que tú estás
atravesando: pocos saben con qué sed se bebe el trago amargo de una
quimioterapia”.
Dice
Jaime Abello, el director de la Fundación para un Nuevo Periodismo
Iberoamericano, que McCausland vivió siempre con una suerte de urgencia
interior por dejar obra. Hoy podemos contar que lo logró y en todas las formas
del periodismo: radio, televisión y prensa. Una obra con la que obtuvo 17
premios de periodismo, incluyendo, hace un mes, el premio Simón Bolívar a la
vida y obra.
McCausland recibió el premio Simón Bolívar
a la vida y obra en octubre pasado y el galardón vinieron a recibirlo sus dos
hijas.
Su trasegar por el oficio durante 30 años
fue una intensa defensa de la crónica, pues estaba convencido de que nada mejor
que usar este género para contar las verdades de una manera más plena. “Tanto
yo como mis colegas que lideran medios de comunicación estamos en mora de
responderle al país por qué permitimos que el conflicto lo contaran las
matemáticas y no la gramática”, dijo
hace un mes.
Y
con ese convencimiento como bandera, comenzó como redactor de El Heraldo en
1982 y luego estuvo en Caracol televisión y radio, el noticiero QAP, Cromos,
Cambio y SoHo. Dirigió tres películas, 14 cortometrajes y un sinnúmero de
documentales. Se lamentaba de no haber llegado a hacer dos mil crónicas
radiales. Hizo 1.200.
Sería
imposible contar las memorias del Caribe de los últimos 30 años sin citarlo.
Y
sin citarlo mucho. Ernesto entrevistó a Diomedes Díaz, a Gabriel García
Márquez, a casi todos los juglares vallenatos, al Joe Arroyo, al Pibe
Valderrama. Pero también le dio voz a los personajes anónimos de la Costa. A
las plañideras que lloran a sueldo en los entierros de La Guajira, a los
contadores de chistes callejeros del Atlántico, a la señora desdentada de cualquier
pueblo perdido de esa geografía.
Demostró
su compromiso con el oficio, además, al ser uno de los primeros maestros de la
FNPI, luego de haber participado en la creación de esta fundación junto con
Jaime Abello y Gabriel García Márquez.
Capítulo
aparte merece su amor por el equipo Junior. Ernesto aplicó como pocos la frase
que acuñó Álvaro Cepeda Samudio, quien aseguraba que un hombre puede cambiar de
nacionalidad, de pareja e, incluso, de sexo, pero nunca, nunca, de equipo de
fútbol. "Ernesto y yo pertenecemos a la generación que echó cayo viendo
perder al Junior", dice el cronista Alberto Salcedo Ramos.
Horas
antes de morir, McCausland pidió que le llevaran a su casa la bandera del
Junior que esta tarde arropa su féretro. Esta firmada por algunos jugadores.
Por la mañana, el exalcalde Álex Char (cuya familia es dueña de ese equipo)
había trinado que perdieron a uno de sus más fieles seguidores.
También
trinaron lamentando la muerte de Ernesto desde el presidente Juan Manuel Santos
hasta el más anónimo de los barranquilleros. La misma variedad de personajes
que él incluyó en sus crónicas.
Ernesto McCausland comenzó en el periodismo en 1982.
Fotos: www.elheraldo.com.co
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