miércoles, 21 de noviembre de 2012

La muerte de Ernesto me dejó un dolor amargo, Luisemiloradaconrado


Ernesto McCausland comenzó en el periodismo en 1982.
Fotos: www.elheraldo.com.co


La muerte de Ernesto McCausland me dejó un dolor amargo en el corazón. Este 21 de noviembre, me recordó el 13 de agosto de 1999, cuando unos sicarios segaron la vida de Jaime Hernando Garzón Forero.
O lo que va a ocurrir cuando me entere que murieron Gabriel García Márquez o Juan Gossaín, para nombrar a cuatro de los colegas que he respetado y admirado todo el tiempo.
Ellos, para mí, como periodista, han sido modelos, porque han escrito unas historias que no pueden escribir los otros mortales.
Y confesar esto me complace, porque tengo claro que mi DIOS sabe cómo hace sus cosas.
Admiraré siempre la pluma de Ernesto McCausland.
Admiraré siempre sus crónicas.
Su forma de expresar lo que le dictaba su cerebro.
Esa sensibilidad que podemos tener muchos, pero que no somos capaces de plasmarlo en un escrito.
Se nos fue un excelente periodista, cineasta, contador de historias… Un hombre que no podremos reemplazar jamás.

Ojalá las nuevas generaciones le regalen a la humanidad periodistas como él.
Ahora lo admiraremos más, verán a ver… Lo vamos a valorar más, eso siempre ocurre...

Un abrazo Ernesto. 
Cuando nos veamos te lo recordaré y sonreímos juntos.

RADAR,luisemilioradaconrado
En La Silla Vacía está este escrito:
Ernesto McCausland: el periodismo para vencer la muerte
Por Laura Ardila Arrieta

En 1991, cuando Diomedes Díaz era de lejos el cantante que más vendía discos en el país, Ernesto McCausland Sojo le hizo una entrevista para televisión en la que logró que hablara de un tema muy distinto a los que usualmente se refería el artista parrandero y tomador. McCausland logró que Diomedes se refiriera a la muerte: “Una muerte malvenida me afecta mucho... pero yo diría que a mí me afectaría más la muerte mía, eso sí me daría duro... si yo supiera que uno sirve más muerto que vivo, yo me muriera hoy, pero no se, Ernesto, no se... imagínate, enterrado uno abajo de la tierra y con esos calores que hacen ahora”. 

Semejante análisis del músico se convirtió desde entonces en un cuento inolvidable en la Costa y en el mejor ejemplo de sus disparates. McCausland se murió antes que Diomedes. Y, a pesar de haber convivido con ella casi toda su vida, nunca habló mucho de la muerte. Al menos, no de la suya. Fue digno y discreto para manejar el cáncer que lo empezó a aquejar desde que tenía apenas 22 años. Pero su férrea disciplina para seguir ejerciendo el oficio hasta el último momento en que lo pudo hacer, demuestra que el periodismo fue la muralla segura a través de la cual se aferró a una vida mejor.

Ernesto McCausland hizo que fuera realidad la frase de Gustave Flaubert según la cual un escritor se aferra a su obra como a una roca, para no desaparecer bajo las olas del mundo que lo rodea. Debido a su estado de salud, hace unos tres meses no pudo regresar a la redacción de El Heraldo -en donde era editor general desde 2010-, pero cada tanto enviaba correos a los periodistas con indicaciones para notas sobre temas locales o del equipo Junior, su otra pasión. 
En la página www.ernestomccausland.com trató de organizar sus trabajos en prensa, radio y televisión y nunca dejó de publicar (ni siquiera el pasado domingo, dos días antes de su muerte) su columna de opinión.
Una de las más recientes, de octubre, se la dedicó al suspendido alcalde de Cartagena, Campo Elías Terán, quien padece de cáncer. ‘Palabras para un Campo Elías asediado’, se titula y es una de las pocas referencias que hizo Ernesto sobre su enfermedad: “Ninguno de ellos imagina, Campo, por lo que tú estás atravesando: pocos saben con qué sed se bebe el trago amargo de una quimioterapia”.
 
Dice Jaime Abello, el director de la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano, que McCausland vivió siempre con una suerte de urgencia interior por dejar obra. Hoy podemos contar que lo logró y en todas las formas del periodismo: radio, televisión y prensa. Una obra con la que obtuvo 17 premios de periodismo, incluyendo, hace un mes, el premio Simón Bolívar a la vida y obra.
McCausland recibió el premio Simón Bolívar a la vida y obra en octubre pasado y el galardón vinieron a recibirlo sus dos hijas.

Su trasegar por el oficio durante 30 años fue una intensa defensa de la crónica, pues estaba convencido de que nada mejor que usar este género para contar las verdades de una manera más plena. “Tanto yo como mis colegas que lideran medios de comunicación estamos en mora de responderle al país por qué permitimos que el conflicto lo contaran las matemáticas y no la gramática”, dijo hace un mes.
Y con ese convencimiento como bandera, comenzó como redactor de El Heraldo en 1982 y luego estuvo en Caracol televisión y radio, el noticiero QAP, Cromos, Cambio y SoHo. Dirigió tres películas, 14 cortometrajes y un sinnúmero de documentales. Se lamentaba de no haber llegado a hacer dos mil crónicas radiales. Hizo 1.200.
Sería imposible contar las memorias del Caribe de los últimos 30 años sin citarlo. 
Y sin citarlo mucho. Ernesto entrevistó a Diomedes Díaz, a Gabriel García Márquez, a casi todos los juglares vallenatos, al Joe Arroyo, al Pibe Valderrama. Pero también le dio voz a los personajes anónimos de la Costa. A las plañideras que lloran a sueldo en los entierros de La Guajira, a los contadores de chistes callejeros del Atlántico, a la señora desdentada de cualquier pueblo perdido de esa geografía.
Demostró su compromiso con el oficio, además, al ser uno de los primeros maestros de la FNPI, luego de haber participado en la creación de esta fundación junto con Jaime Abello y Gabriel García Márquez.
Capítulo aparte merece su amor por el equipo Junior. Ernesto aplicó como pocos la frase que acuñó Álvaro Cepeda Samudio, quien aseguraba que un hombre puede cambiar de nacionalidad, de pareja e, incluso, de sexo, pero nunca, nunca, de equipo de fútbol. "Ernesto y yo pertenecemos a la generación que echó cayo viendo perder al Junior", dice el cronista Alberto Salcedo Ramos.

Horas antes de morir, McCausland pidió que le llevaran a su casa la bandera del Junior que esta tarde arropa su féretro. Esta firmada por algunos jugadores. Por la mañana, el exalcalde Álex Char (cuya familia es dueña de ese equipo) había trinado que perdieron a uno de sus más fieles seguidores.
También trinaron lamentando la muerte de Ernesto desde el presidente Juan Manuel Santos hasta el más anónimo de los barranquilleros. La misma variedad de personajes que él incluyó en sus crónicas. 

Ernesto McCausland comenzó en el periodismo en 1982.
Fotos: www.elheraldo.com.co


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