Amylkar Acosta habla de
Ernesto.
Me imagino que él no quería dejar de pronunciarse. Y en el RADAR y
también en este blog, les dejaremos espacio a muchos amigos que quisieran o quieren decir
algo, en torno a Esnesto...
Ernesto McCausland, un
personaje que no olvidaremos los periodistas.
RADAR,luisemilioradaconrado
LA HUELLA DE ERNESTO
Amylkar D. Acosta M
“el periodista debe estar a centímetros del
poderoso
y a kilómetros de las ambiciones de este”
En la flor de la vida, a escasos 51 años, se le escapó la vida de las
manos a Ernesto McCausland Sojo como el agua entre los dedos, después de una
prolongada lucha por evitar o por lo menos aplazar su partida. Como un
guerrero, soportó con estoicismo la dura prueba que para él significo tener por
espada de Damocles a la parca, la muerte, que se lleva por delante casi siempre
lo que más queremos y apreciamos. Él, para utilizar el aserto de Savater, trató
a toda costa de “ensanchar la finitud angosta de la vida para rebajar cuanto
pudiera la anchura agobiante de la muerte”.
Pero, como todo principio tiene final y como la muerte, en sentido
estricto, recordaba Mozart, “es la auténtica meta
de nuestra vida”, terminó ganándole la partida.
Ernesto, consciente de la acechanza que significaba para él el mal que
lo agobiaba, que lo consumía en vida, asumió cada uno de sus días como si fuera
el último sorbo de su existencia. Estos últimos años los vivió intensamente,
consciente además como lo era, de que el arte es largo y la vida es breve. Su
frenética actividad no tuvo reposo, sin terminar un proyecto ya estaba emprendiendo otro. Y no
quiso dejar nada inconcluso, su periplo vital se caracterizó por la tenacidad,
la tozudez, la perseverancia y la obsesión por la excelencia.
Hace apenas 10 días, en una entrevista al avezado entrevistador que era
Ernesto que le publicó el diario El País, al pedirle
a rompe que armara una crónica de su propia vida en los 140 caracteres que
limitan la extensión de los mensajes por twitter, respondió sin titubear
refiriéndose a la crónica: “me inventé esta mentira para decir verdades”.
Y la incesante búsqueda de la verdad lo llevó a ser periodista, escritor,
reportero, corresponsal, cineasta, columnista y hasta novelista, cuando se
percató que la realidad en nuestro medio superaba la ficción. Además, porque,
como él dijo “todo
periodista lleva adentro una novela y es ahí donde debe permanecer”. Pero, indudablemente lo suyo fue la crónica, que la
cultivó con la misma ardentía y la pasión con la que la defendió.
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