domingo, 27 de noviembre de 2011

El Gran Combo... ¡sin cuenta!, por Juan Carlos Rueda

27 de Noviembre de 2011 

El Gran Combo… ¡sin cuenta!

 
Sí. Sus actuaciones, viajes, premios, momentos felices o amargos, sus fanáticos en todo el mundo, pero sobre todo los éxitos logrados en cincuenta años de actividad son incontables.

Aunque muchos no lo crean, Rafael Ithier no fue el fundador de El Gran Combo de Puerto Rico. Y su primer cantante no fue un puertorriqueño sino un dominicano.

Corría mayo de 1962 cuando Ismael Rivera, exitoso cantante del Combo de Rafael Cortijo fue detenido en el aeropuerto de San Juan al llegar de Panamá portando marihuana. Ese lamentable hecho ocasionó la disolución del grupo, y cada uno buscó la manera de seguir ganándose la vida.

Ithier, pianista de Cortijo, que ya llevaba veintiún años en los escenarios con diversos grupos, habiendo empezado a los quince como guitarrista del Conjunto Hawaiano de Fermín Machuca, decidió alejarse de la música para prepararse como contador bancario, con la ilusión de estudiar leyes más adelante. Pero los hermanos Guillermo y Rafael Álvarez Guedes, dueños del Sello Gema, reunieron a algunos músicos del disuelto grupo y les propusieron grabar un disco con el cantante dominicano Joseito Mateo. Eddie Pérez, Héctor Santos, Rogelio Kito Vélez, Víctor Pérez, Martín Quiñones, Miguel Cruz, Milton Correa y Manilín Vásquez aceptaron la propuesta, pero consideraron que el pianista estrella de Cortijo, Rafael Ithier, intérprete de todos los grandes éxitos logrados en casi una década, era indispensable para mantener el sabor del guiso.

Así que fueron a buscarlo y, aunque no fue fácil, lograron convencerlo. De esta manera se hizo la producción, y los hermanos Álvarez Guedes, cubanos exiliados en Miami, fueron quienes crearon el nombre de El Gran Combo, buscando ‘colgarse’ del prestigio logrado por El Combo de Cortijo. De hecho, conservaron algunas características ‘cortijianas’, como la cuerda de dos trompetas y dos saxos, y los coros con la voz de soprano del saxofonista Eddie Pérez, La Bala, quien les daba un color especial con su falsete.

Gracias al éxito logrado por esta producción, la agrupación, que se había reunido solo para grabar con Mateo, comenzó a abrirse paso y posteriormente se reunieron en casa de la madre de Roberto Roena, Raquel Vásquez, también exintegrante del Combo de Cortijo, aunque Roena no se quiso integrar. Allí se define el futuro de la orquesta y nombran a Ithier como director musical y gerente.
Es cuando él crea la fórmula de reparto de utilidades que prevalece aún y ha sido imitada por varias organizaciones musicales: siendo trece integrantes, el dinero se divide en catorce partes y a cada uno se le da la suya, pero Ithier recibe dos por su condición de pianista, arreglista, director y administrador.

De ahí en adelante, sin Joseito Mateo, quien fue remplazado por Pellín Rodríguez y Chiqui García, comienzan a trabajar en programas de radio en vivo y en La Taberna India, show televisivo muy popular, patrocinado por Cerveza India.

En 1963 graban un segundo disco, esta vez con las voces de Pellín y de un jovencito hasta entonces desconocido, Andrés Junior Montañez Rodríguez, a quien le cambian el nombre por el de Andy. Se tituló El Gran Combo de siempre, en el que aparece el primer tema colombiano: La matica de mafafa, de Eliseo Herrera, al lado de obras que se inmortalizaron como A la loma de Belén y La muerte.

En los años siguientes todo marchó espectacularmente, grabando dos discos por año e imponiendo éxitos en toda Latinoamérica y Estados Unidos. “Estábamos en todas partes, recuerda el maestro Ithier. Hacíamos cinco programas de radio y cuatro de televisión en vivo cada semana. Esto, paradójicamente, nos perjudicó porque tuvimos una sobreexposición, y de un momento a otro el público se saturó de nuestra música.

El sello Gema decide no renovarnos el contrato, después de diecinueve producciones y muchos discos de oro. Fue la única vez en estos cincuenta años en que vi en peligro la continuidad del grupo. Cosa curiosa, unos se acaban por falta de trabajo, pero a nosotros casi nos pasa lo contrario. Sin embargo, esta crisis nos sirvió para replantear las cosas y fue cuando Andy, en vista de que ninguna disquera nos quería grabar, en un gesto muy grande de generosidad y confianza en sus compañeros, decidió hipotecar su casa, el único patrimonio que tenía, para costear la grabación de un disco con nuestro propio sello: EGC Records. Así hicimos el álbum Estamos primeros.

Eso era un riesgo muy grande porque la hipoteca vencía a los cuarenta y cinco días. Sin embargo, logramos reunir el dinero para pagarla una semana antes”.

Con su propio sello graban siete trabajos. Es cuando surge Combo Records, de Ralph Cartagena, quien era su empresario artístico y decide crear su propia disquera. La primera grabación de esa nueva etapa fue Mejor que nunca, con éxitos como Cunabiche adentro, de Alí Primera, grabado en vivo en el Poliedro de Caracas, cuando ganaron el Festival Latinoamericano de la Salsa. Con esta compañía graban veintisiete producciones y posteriormente dos con Fonovisa de México, dos con Sony Music y una con Codiscos, de Colombia.

En 1978, cuando Andy Montañez decide unirse a la Dimensión Latina, la estructura de la orquesta se sacudió un poco porque El Niño de Trastalleres era el referente vocal, pero Rafael supo escoger su remplazo. Jerry Rivas –demasiado blanco, según algunos, para formar parte del elenco– llegó con su juventud y su frescura para llenar con holgura ese vacío. Ahí se demostró una vez más lo que siempre ha dicho Ithier: “Aquí la única estrella es El Gran Combo”. Sus voces actuales son Charlie Aponte, Jerry Rivas y Papo Rosario.

Los que sí se pueden contar son los temas de autores colombianos, todos grandes éxitos, grabados por la Universidad de la Salsa, como los bautizó Ley Martin, hombre de radio y televisión barranquillero: La matica de mafafa, de Eliseo Herrera; Don Goyo, de Graciela Arango; Matilde Lina, de Leandro Díaz; Pachito Eché, de Alex Tovar; Máscara de gato, de Adolfo Mejía Navarro; Nido de amor, de Octavio Daza; Amor comprado, de Armando Zabaleta; Simulación, de Rafael Manjarrez; Amigo mío y Camino de amapolas, de Gabriel Romero; Por ella, de Esteban Montaño; Carta al Creador, de Romualdo Brito; Nadie como ella, de Diego González; Dime qué quieres, de Antonio Quintero; Colombia, tierra querida, de Lucho Bermúdez, y Vida vencida y Con eso, del autor de esta nota.

Amigos colombianos. El 18 de diciembre de 1968 llega El Gran Combo a Colombia por primera vez para actuar en el Hotel Americano de Cartagena. Allí nace la amistad de Ithier con Luis Fernando Martínez, hijo del legendario guitarrista Sofronín Martínez, quien se ha convertido en el seguidor número uno a nivel mundial. En 1986 se vinculó al grupo Carlos Martín Arrieta, un inquieto barranquillero que se ha convertido en el escudero fiel de Rafael Ithier y quien desde Cali maneja las relaciones públicas del grupo. Otro gran amigo es Fidel Leottaut Hernández, llamado El Dictador de la salsa, quien en la taberna Donde Fidel, en el Portal de los Dulces de Cartagena, siempre recibe a los integrantes de El Gran Combo con suculentos guisos de tortuga.

Ahora Ithier y sus muchachos se aprestan a celebrar el próximo año medio siglo de éxitos con una gira mundial, siendo él y Eddie Pérez, La Bala, los únicos que quedan de aquella formación original. Y aunque el piano ahora lo toca Willie Sotelo, el maestro Rafael sigue siendo el dueño de la batuta, el rector de la Universidad de la Salsa.

Texto y fotos Juan Carlos Rueda
Especial para EL HERALDO
juanruedage@hotmail.com

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