domingo, 23 de enero de 2011

Que no se vaya Promigas, dice El Heraldo en su editorial


El diario El Heraldo se refirió en su editorial al cambio que se va a presentar en Promigas, a raíz de que Corficolombiana y el Grupo de Energía de Bogotá, unidas con dos fondos de capital privado, se quedarán con el 52.13% de la propiedad de la compañía.
En este espacio nuestro contamos parte de esa historia el 20 de enero y hoy le adicionamos el escrito del editorialista…

LuisEmilioRadaC
Pd:
EDITORIAL de EL HERALDO
Que no se vaya Promigas
 
Antonio Celia Martínez-Aparicio, presidente ejecutivo de Promigás, dijo a EL HERALDO que estaba a la espera de la confirmación oficial de la noticia.
Sin embargo, en los corrillos financieros se da como un hecho que un poderoso bloque de inversionistas nacionales –integrado por el grupo Sarmiento Angulo, la Empresa de Energía de Bogotá y dos fondos privados de inversión – habría negociado con el fondo de inversiones estadounidense AEI (Ashmore Energy International), con gran presencia en el negocio gasífero en América Latina, el 52,13 por ciento de las acciones de Promigas.

Se asegura asimismo que los nuevos accionistas de Promigas se disponen a comprar en la Bolsa de Valores de Colombia el 47,87 por ciento restante en manos de varios socios colombianos, entre otros, el grupo Santo Domingo, Invercolsa, la familia Scarpetta de Cali, el empresario Carlos Arcesio Paz (de Pastas La Muñeca) y los fondos de pensiones.

Como hemos dicho, esta noticia económica ha causado un gran impacto local.
No es para menos.
Domiciliada en Barranquilla, Promigas es una compañía emblemática de la ciudad y la Costa y una de las más grandes que aún quedan en la capital del Atlántico después de aquel despoblamiento industrial que tuvimos hace varias décadas y que afectó de manera significativa la composición de la clase trabajadora con implicaciones dramáticas en términos de desempleo, lo que sin duda coadyuvó a abrirle camino a peligrosas patologías sociales como la delincuencia, la marginalidad y la desigualdad.

Dicha dinámica de fuga aún no se estabiliza. Ya tuvimos la partida de El Cerrejón y recientemente gran parte de Argos.
Con 40 años de presencia en la vida de la ciudad y la Costa, y presidida desde hace tiempo por uno de los barranquilleros más respetados en el país, Promigas es un emporio de riqueza, un proveedor de empleo bien remunerado a todos los niveles, un modelo de protección excepcional a sus empleados, de excelencia en sus servicios de transporte del gas natural —su negocio—, y, desde luego, de responsabilidad social traducida ésta en sus apoyos a las más diversas causas culturales, sociales y educativas que se desarrollan en la ciudad y la región. En esto, el compromiso de Promigas ha sido tan indeclinable como ejemplar. Con su mecenazgo, la educación y la cultura han podido hacer mejores contribuciones a la sociedad en general.

Algunos de sus indicadores de gestión humana resultan ejemplares para el empresariado nacional. El 45 por ciento de sus empleados tienen más de once años en la compañía, y el 31 ha cursado estudios de postgrado.

Si finalmente se concreta la mencionada transacción no podríamos negar, por supuesto, que se trata de movidas muy frecuentes en los negocios donde se estilan este tipo de negociaciones, las cuales esta vez tendrían de positivo que se trata de inversionistas colombianos los que están en esta compra de Promigas. (Aunque subsiste la duda, ya para otro análisis, de por qué una empresa como ésta no queda en manos de inversores costeños.)

Lo cierto es que el hecho de que los nuevos dueños son inversionistas nacionales con mucha raigambre en la zona andina del país, genera un margen de preocupación – dados muchos antecedentes – de que este cambio en el control de Promigas pudiese tener consecuencias en su domicilio principal.

No queremos que una empresa tan representativa de la ciudad vaya a sufrir un trasteo a otra zona del país. Contrastaría, además, esta indeseable eventualidad con el clima de localización de inversiones que viene registrando Barranquilla y su área metropolitana en los últimos años, y que ha tenido la implicación favorable de mantener nuestra tasa de desempleo por debajo de la de otras ciudades del país.

Nuestra ciudad se convirtió desde hace rato en una buena plaza para toda suerte de negocios. Si bien en los últimos años se cerraron o se fueron algunas compañías importantes, en Barranquilla mejoró el clima de inversión.
Por estas razones, y porque Promigas es una de nuestras empresas más entrañables —cualquiera sea su nueva composición accionaria— debe seguir domiciliada en Barranquilla. Es el mensaje que desde estas páginas editoriales enviamos, a nombre de la ciudad, a quienes comenzarán a conducirla desde las gélidas montañas.

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