jueves, 11 de noviembre de 2010

Más urgente que nunca. El Heraldo de Barranquilla. Editorial.





Estoy sería lo ideal: "que todos estuviéramos bien".
Parece que eso será imposible... pero, por lo menos,
tenemos esperanzas.
Este editorial del diario El Heraldo de Barranquilla, 
Colombia, nos habla del tema.

LuisEmilioRadaC
Pd:



Más urgente que nunca

El mundo avanza positivamente, según el Informe de Desarrollo Humano de 2010
difundido el 4 de noviembre por las Naciones Unidas en Nueva York.

“En pocas palabras, puede decirse que hoy el mundo es un lugar
mucho mejor que en 1990, o en 1970. Desde entonces, la población
del planeta ha experimentado considerables avances en los aspectos más importantes de su vida.

En general, las personas hoy son más saludables, más educadas
y más ricas que nunca antes en la historia, y tienen más capacidad para elegir a sus líderes y exigirles responsabilidad por sus actos”.

Colombia, que ocupa el lugar 79 entre 169 países que son medidos en
2010, muestra un relativo progreso año por año, desde 1970, pasando de un índice de 0.537 a 0.689 en 40 años.
Lo máximo es uno, indicador que ningún país alcanza.

Colombia está por debajo del promedio en América Latina y el Caribe, que es 0.706, pero por encima del promedio mundial, de 0.624.

El Informe de Desarrollo Humano Mundial es un ejercicio anual que
hace desde 1990 el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(Pnud) con el objetivo de que el interés universal se centre en la gente,
y no en el crecimiento de la economía por sí misma.

“En todos los niveles del desarrollo –dice un documento explicativo–
las tres capacidades esenciales son que la gente viva una vida larga y saludable, tenga la posibilidad de educarse y de acceder a los conocimientos, así como los recursos necesarios para lograr un nivel de vida decente. Pero el ámbito del desarrollo va mucho más allá: otras esferas de opciones son muy importantes, como la participación, la seguridad, la sostenibilidad, las garantías de los derechos humanos, todas ellas necesarias para ser creativo y productivo, para el respeto por sí mismo, para ser libre. Por ello se plantea que el desarrollo
humano es el desarrollo de la gente, para la gente y por la gente”. 
En este marco se encuentra que, en general, los países pobres se van
acercando al Índice de Desarrollo Humano (IDH) de los países ricos.

Esta convergencia presenta un escenario mucho más optimista que la perspectiva que solo observa las tendencias de ingreso, donde predomina la divergencia. 


Sin embargo, no todos los países han avanzado con igual rapidez,
y la variabilidad es notable. Los que avanzan más lentamente en desarrollo humano son los países afectados por la epidemia del Sida
en África Subsahariana y los que conformaban la ex Unión Soviética, donde la mortalidad de adultos va en aumento. Entre los países que más han avanzado en el IDH se encuentran los conocidos por la naturaleza ‘milagrosa’ de su crecimiento económico: China, Indonesia
y Corea del Sur.

Es incuestionable que, en el caso de Colombia, el atraso relativo
de sus regiones periféricas y la desigualdad persistente contribuyen con los modestos avances y de ahí la necesidad para el país de un proyecto serio de equidad interregional, como lo propone la academia Caribe.
Movilizar el potencial de las regiones, particularmente las más atrasadas, se convierte así en política indispensable.

Frente al objetivo de vida saludable, el primero en el concepto de desarrollo humano, si bien hay progresos científicos en Colombia, el sistema de salud vigente es inviable. En el siguiente, la educación, los avances en coberturas no se compaginan con la calidad, especialmente de la oferta pública, y las brechas en ingresos entre los diferentes niveles socioeconómicos tienden a ensancharse, particularmente en la Región Caribe, cuya economía es excluyente y con tendencia a su empeoramiento.

De manera que los indicadores positivos en desarrollo humano en
el mundo nos deben conducir a perseverar en los propósitos de alcanzar
nuestras propias metas en nuestro entorno.

Y hacerlo con la certeza, como lo sostiene el Informe de DD.HH. de 2010, de que poner a las personas en el centro del desarrollo es más que un mero ejercicio intelectual. Significa lograr que el progreso sea equitativo y de base amplia para que la gente participe activamente en el cambio y garantizar que los avances obtenidos no hipotequen el bienestar de las futuras generaciones.
 
Superar estos desafíos no solo es posible, es necesario. Hoy con más urgencia que nunca.

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