martes, 19 de octubre de 2010

Un suceso editorial, por Alberto Salcedo Ramos



Un suceso editorial
Por Alberto Salcedo Ramos

La publicación del libro Crónica por parte de Ediciones Uninorte
es uno de los sucesos editoriales del año en Colombia.


En la obra están recopilados varios números del semanario de
literatura y deporte que, con ese nombre, circuló en Barranquilla
entre 1950 y 1951. La plantilla de este suplemento era de
lujo: Alfonso Fuenmayor lo dirigía y Gabriel García Márquez
era su jefe de redacción. En el consejo editorial se encontraban,
entre otros, Álvaro Cepeda Samudio, Germán Vargas, Ramón Vinyes,
Juan B. Fernández Renowitzky y Meira Delmar. Había dibujos
firmados nada menos que por Alejandro Obregón. Los nombres
agolpados en esta mítica revista fueron determinantes en el panorama
cultural de la Región. Algunos, incluso, alcanzaron notoriedad más
allá de nuestras fronteras.


Lo que hace al Grupo de Barranquilla digno de ese
nombre –según el periodista y editor Julio Roca Baena– “no
es el hecho de que Fuenmayor, García Márquez y Cepeda Samudio
hubieran sido amigos y se reunieran en este o aquel café, sino
el haber fundado y publicado el semanario Crónica,
no importa cuán breve hubiera sido su existencia”.


Más allá de servir como plataforma para la conformación de
esa célebre comunidad literaria, el semanario Crónica marcó
otros hitos en las letras nacionales. Fue pionero en el
descubrimiento del deporte como cantera de historias
literarias en las cuales se reflejan los conflictos esenciales
del ser humano: la pobreza, la derrota, la soledad. Los textos
de Germán Vargas sobre Heleno de Freitas y Ricardo Cardozo
son precursores en su género. Anticipan, de alguna manera,
el conocido reportaje que años después le hará Cepeda Samudio
a Garrincha. Y constituyen un aporte novedoso en la
génesis del periodismo narrativo.


Capítulo aparte merece la preocupación por ofrecerles a
los lectores textos de grandes escritores universales, a
menudo con traducciones propias tan impecables como
la que le hizo Alfonso Fuenmayor al cuento “Los asesinos”,
de Hemingway. En un país parroquial cuya intelectualidad
vivía, en gran parte, embebida en la contemplación de su
ombligo, los editores de Crónica se dieron el lujo de publicar a
Kafka, a Huxley, a Greene, a Simenon. El académico francés
Jacques Gilard comprobó que en el suplemento literario
del periódico El Tiempo solo se empieza a hablar de Borges
en los años 50. A esas alturas el escritor argentino ya había
sido publicado varias veces en el semanario Crónica.


Acaso lo más atractivo de esta recopilación es el humor que
destilan sus páginas. Los editores encaran la realidad con una
mirada vivaracha, inteligente. Esto se aprecia en el siguiente diálogo,
que no está firmado pero que podría atribuírsele a García
Márquez. Es un coloquio que termina con una ‘greguería’,
es decir, una de esas sentencias humorísticas y poéticas que puso
de moda Ramón Gómez de la Serna: “¿Qué tal la película?” “Ni
me lo preguntes. Jorge Negrete llevaba un sombrero mexicano
tan grande que no dejó ver la película”.


Crónica es el testimonio de una época, el producto de un
formidable taller de adiestramiento literario. Y además es hoy,
gracias a la Universidad del Norte, un documento que
vale la pena conservar.

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