sábado, 15 de mayo de 2010

La confianza aumenta el bienestar y la riqueza: Isaza


La confianza aumenta el bienestar y la riqueza.
Eso es indudable.

Lo escuchamos ayer en el Foro Desarrollo Sostenible y Gestión Empresarial organizado por la Cámara de Comercio y la Corporación Universitaria de la Costa, donde estuvo Peter Senge.

Peter Senge, en el Foro

Lo dijo el propio presidente de Cementos Argos, José Alberto Vélez, cuando narró cómo han manejado las relaciones con sus trabajadores y sus sindicatos.

La confianza y el respeto han sido dos elementos claves para que esta compañía que representa a los colombianos y a nuestra nación se mantenga vigente en el mundo entero.

Esta columna de José Fernando Isaza, y su filosofía, le puede servir mucho a nuestro país.

LuisEmilioRadaC
Pd:
José Fernando Isaza

13 Mayo 2010 - 12:20 am

La confianza aumenta el bienestar y la riqueza
Por: José Fernando Isaza
Un aporte de las ideas políticas de Mockus son los beneficios de crear confianza y cultura ciudadana.
Unos básicos niveles de confianza son necesarios para realizar cualquier actividad económica. Una historia, cierta o falsa, cuenta que los Muiscas intercambiaban con los Pijaos sal por oro. Como eran enemigos acérrimos evitaban encontrarse.

La leyenda cuenta que en unas piedras los Muiscas depositaban la sal y se retiraban, llegaban los Pijaos, la tomaban y dejaban el oro. Aún entre enemigos había un nivel de confianza.
Bajos niveles de confianza hacen difíciles y costosas las más sencillas transacciones comerciales y penosas las relaciones entre el Estado y el ciudadano. Los bajos niveles de confianza hacen que Colombia esté en los últimos lugares de “facilidad para realizar negocios”. Hay una alta correlación entre la facilidad de realizar negocios y el nivel de desarrollo económico.

La cultura del atajismo es una de las principales causas para reducir los niveles de confianza, la evasión de impuestos determina que quienes pagan deben hacerlo en mayor proporción. El tema de aumento de riqueza y bienestar cuando se juega limpio y se tienen altos niveles de confianza, está bien documentado en los trabajos de Newnan y Nash sobre teorías de juegos. Un reciente libro de Karl Sigmund cuyo título puede traducirse como El Cálculo del Egoísmo va un paso más adelante y muestra resultados de experimentos sobre “juegos” sucesivos. Los resultados son bien interesantes, muestran que con sólo el altruismo no se logran los mejores resultados, que es necesario controlar y sancionar al atajista que juega sucio.

Si en un juego uno hace trampa, quien juega limpio y quiere minimizar su pérdida debe jugar sucio, y así obliga al otro a jugar limpio. No es un resultado que haga enorgullecer a la sociedad. En la utilización de bienes públicos, si no existe sanción social o legal los atajistas o ventajistas tienen un incentivo para hacer trampa, si hay castigo para estos, todos ganan.

Es posible que el altruismo y la solidaridad hayan surgido en las sociedades primitivas, su tamaño hacía efectivo el control social, que reduce el incentivo de hacer trampa. En las grandes comunidades contemporáneas el control debe complementarse con castigos legales y sociales que sancionen a quienes tratan de usufructuar indebidamente los bienes públicos o afectar los legítimos intereses de otros ciudadanos.


Si bien la mayoría de las personas contestan que actúan correctamente por convicción y no por temor a la ley, pero las otras lo hacen por temor, un poco de control parece que ayuda. En un experimento realizado en una universidad inglesa, en una cafetería de autoservicio en la cual se depositaba en una caja el valor de lo consumido, se incrementó notablemente la “honestidad” colocando unas calcomanías que representaban unos ojos vigilantes. Aunque los usuarios sabían que no eran cámaras, algo de intimidación o de llamado a la conciencia les inspiraban. Las religiones también utilizan este método para controlar a sus fieles, el ojo de Horus, y el situado en el triángulo de la Trinidad.

La necesidad de regulación se hace evidente cuando se analiza “la tragedia de los comunes”: un atajista puede sobre explotar un recurso no renovable, disminuyendo la riqueza colectiva en varios órdenes de magnitud mayores que su propio beneficio. La contaminación de las fuentes de agua por la explotación del oro con mercurio, sin controlar las emisiones, ha llevado a niveles peligrosos el contenido de este metal en los pescados de las ciénagas del bajo Magdalena.

El rechazo a la cultura del atajo y al todo vale propuesto por Mockus traerá mayores niveles de bienestar que la política de más de lo mismo, que incluye asesinatos de inocentes y el uso de los organismos de seguridad del Estado para perseguir la oposición.

*Rector Universidad Jorge Tadeo Lozano
• José Fernando Isaza

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