lunes, 15 de marzo de 2010

Voto Caribe y mucho caos. El Heraldo


En El Heraldo, podemos leer: Voto Caribe y mucho caos.
Parece que el asunto es cierto...
A los cachacos no les interesa que la REGIÓN CARIBE avance.
En unos de los correos que envié en las redes de periodistas hice un comentario breve, porque, cuando me tocó votar en el Instituto Educativo Distrital Humano Maria, que está ubicado en la carrera 8G No. 35A-83, donde voto hace un montón de años, presencié que el jurado no le entregó el VOTO CARIBE al ciudadano que me antecedió y el elector se lo REGLAMÓ inmediatamente.

Yo no me había dado cuenta, pero, cuando el señor hizo la advertencia, me puse las pilas. Y le dije: "Eso no lo hagas. Eso no debes hacérselo a la gente". Y el hombre me dijo: "fue un descuido... yo lo estoy entregando".

Pero parece que esa era la consigna y esa vaina me indignó, por eso le comenté a él y a todo el grupo -eran dos mujeres y otro señor: "Todos ustedes deben entregar el VOTO CARIBE. A menos que sean cacachos. No le quiten la oportunidad a los caribeños de expresarse, por favor".

Esta lucha apenas arranca, ya se van a presentar muchísimos tropiezos, porque definitivamente, los colombianos del altiplano no les interesa que esta REGIÓN CARIBE se fortalezca.

Entiendo a los cachacos, porque la gente trabaja para mantener sus privilegios... pero no entiendo a los costeños, a los caribeños que se oponen a la REGIÓN CARIBE... esa vaina no la entiendo, de verdad...

LuisEmilio RadaC

Pd:

Voto Caribe y mucho caos


Dos hechos que destacar tras la jornada electoral de ayer: el significativo apoyo de las gentes de la Región al Voto Caribe y el caos electoral, el cual desembocó en el continuismo de nuestra representatividad.

A las cuatro de la tarde, cuando ya todo estaba consumado, la Misión de Observación Electoral dio a conocer tres grandes grupos de irregularidades que se detectaron en estas elecciones y que con toda seguridad repercutieron en el resultado con que amanecimos hoy lunes: desorganización electoral, infraestructura precaria y delitos electorales.

Fueron múltiples las fallas que se detectaron en todas las instancias de la organización electoral. El censo genera todo tipo de dudas. En Bogotá, un votante se quejaba de que aparecía muerto. Aquí en la Costa la zonificación fue un verdadero caos, al punto de que no es difícil deducir que algo raro y descomunal tuvo que suceder.

Personas que jamás habían visitado determinado pueblo o barrio, aparecían votando allí. Zonificaciones anteriores desaparecían como por arte de magia.

Entre tanto, en lo que a Palermo, Magdalena, respecta, de nada sirvió anular la zonificación en Barranquilla. Cumpliendo al pie de la letra con la norma de que ‘hecha la norma, hecha la trampa’, los politiqueros localizaron un pobrísimo pueblo al otro lado del río, muy cerca del perímetro urbano de la ciudad, y hasta allí arrearon su hato electorero, logrando que en Palermo se diera un asombroso porcentaje de participación electoral: mientras en el resto del Magdalena la abstención rondaba el 55 por ciento, Palermo resultaba extrañamente ejemplar para la democracia, con un porcentaje muy superior.

Lo realmente doloroso para la política colombiana es que hay muy poco que pueda hacerse con el golpe que se dio en Palermo. A pesar de que una candidata a la Cámara de representantes alcanzó a lanzar la alerta hace unos días, ya era muy tarde para anular la zonificación, y allí la politiquería hizo lo que quiso.

Camionetas de lujo entraban y salían del pueblo. La gente de fuera llegaba en racimos. Y en medio de aquel panorama general de corrupción, un residente del sector no tuvo agüeros en lanzarle una amenaza a un periodista.

¿Y qué tenemos ahora? Un senador y un representante que seguramente irán al Congreso a recuperar el dinero invertido en la jornada de ayer.

Pero no fue la trashumancia la única irregularidad. El Plan B fue puesto en marcha y funcionó. Hasta última hora estuvo abierta la oferta para compra de votos, llegándose al caso insólito del ‘capitán’ al que le robaron el dinero en efectivo y los dos portátiles que utilizaba para su torcida organización electorera.

También se evidenció falta de preparación por parte de algunos jurados, que orientaban mal a los votantes. En una declaración que sonó casi desesperada, el Delegado de la Registraduría en el Atlántico dijo que los ciudadanos escogidos para tal misión simplemente no asistieron a las capacitaciones que se les impartieron y ni siquiera se esforzaban por hacerlo a través de las facilidades de Internet. Eso se evidenció a nivel nacional. En Bogotá había jurados que no permitían votar por la
‘Papeleta Caribe’.

Al respecto es preciso anotar que el sistema de tarjetones sin nombres ni fotografías resultó confuso para los electores, algunos de los cuales no sabían cuál solicitar o cómo marcar. De allí tantos votos nulos.

Una vez más, y tal como ha acontecido en pasadas elecciones, la abstención reinó en el país y especialmente en la Región Caribe. Colombia vuelve a vivir la dura realidad de que la mayoría de sus ciudadanos no tienen interés alguno en participar en las grandes decisiones, lo cual termina siendo terreno abonado para la corrupción.

En síntesis, muy poco se avanzó con respecto a las elecciones anteriores. Como si estuviera negada para ejercer una democracia transparente, Colombia una vez más contempló la perpetuidad en el poder de las castas políticas tradicionales, activando sus clientelas para el negocio de la política.

Aunque al cierre de esta edición no contábamos con cifras concretas del Voto Caribe, las proyecciones más optimistas apuntaban a que había superado los dos millones de votos, mientras que los moderados estimaban que llegó al millón y medio. Cualquiera de los dos escenarios constituye sin duda un gran triunfo y el mandato para una lucha regional que apenas comienza.

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