sábado, 13 de febrero de 2010

Ralphy Cien en su entierro "salsero"

Ralphy en su entierro lleno de "salsa"

En la Cien muchos barranquilleros, costeños, colombianos y extranjeros nos “metimos” un montón de frías, compadre.

Aunque no era sitio lleno de lujo, porque la filosofía del negocio no daba para eso; ni lo pretendía tampoco, se dio el gusto de convocar a los cantantes más representativos de la salsa a nivel mundial.

Los que se enteraban que la Cien existía, les pedían a sus promotores que los llevaran al sitio.

Por eso, Rubén Blades, ayer que llegó a Barranquilla para hacer parte del desorden del Carnaval 2010, se pronunció, en una charla con Ernesto: Gente como Ralphy no muere, dice Rubén Blades

En entrevista exclusiva con el colega Ernesto McCausland Sojo, editor general de EL HERALDO, el astro panameño afirmó que sentía profundamente la muerte de Ralphy Figueroa, mejor conocido como 'Ralphy 100', quien falleció en la madrugada del 11 en Barranquilla. El sepelio fue hoy 13 de febrero a las 10 de la mañana en el cementerio Universal. / Foto: Luis Rodríguez.
En la Cien nos vacilamos la vida y escuchamos la mejor salsa que se ha producido en el mundo.
DIOS lo tenga en su gloria.
Leamos el articulo del colega, Rafael Sarmiento.

Luis Emilio Rada C

Pd:

Por Rafael Sarmiento Coley
Amigos que llegaron a prisa desde Nueva York y Miami se sumaron a los de todos los rincones de Barranquilla que acompañaron ayer a Ralphi Cien hasta su última morada en el Cementerio Universal.

Ahí estaban las marimondas del Barrio Abajo, los Congos de Montecristo, los jugadores de dominó y los mamagallistas de Rebolo y Carrizal, también, no podían faltar, los bacanes de todos los pelambres.

El cortejo fúnebre, en medio de un alboroto respetuoso, partió a las 10 de la mañana de la Funeraria de los Andes de la carrera 38 con calle 56.

Y a las 11 de la mañana llegó, con su recorrido lento y muy concurrido, al campo santo de Murillo. “Se nos fue uno de los hombres más conocedores de nuestra música afrocaribe”, dijo el veterano locutor y salsómano Luis Altamiranda, uno de los tantos amigos que fue a despedir a Rafael Figueroa Lindo, el inolvidable Ralphi Cien.

A mí que me entierren un sábado de Carnaval: Ralphy Cien

Hace algunas semanas Rafael Alfonso Figueroa Lindo, mejor conocido como Ralphy Cien, le dijo a Milton, uno de sus hijos, que le tuviera lista la música con que él siempre quiso que lo enterraran. Era una enigmática premonición.

El número uno de esos discos es El swing, del Gran Combo de Puerto Rico, que él solía cantar, a su manera, a cada rato: “no soy médico ni abogado ni tampoco ingeniero, pero tengo un swing, pero tengo un swing, que muchos quisiera tener”. Tarareaba que “la gente me critica por no trabajar, pero tengo un swing sabroso”. En la lista siguen, por supuesto, la inmortal Número 100 de Alberto Beltrán, que dio origen al nombre de su famoso estadero, así como todo el repertorio de Cortijo y su Combo con la voz del sonero mayor Ismael Rivera, el inmortal Maelo, encabezado por el tema Entierro a la moda. Antes de morir repitió una y otra vez que este último disco no podía faltar por nada del mundo.

Desde hace algunos años, cada vez que se le disparaba la diabetes, su hija Roxana le recordaba que debía respetar la dieta alimenticia que le había ordenado el médico. Él respondía: “no le pares bola a eso, hija, que de algo tendré que morirme”.

Siempre decía a sus hijos que no pasaría del 2010. También decía, con una seguridad asombrosa, que moriría en vísperas de Carnaval, “para que todo el pueblo carnavalero goce mi entierro y me recuerde para siempre”.

Todos esos presagios se cumplieron ayer en la madrugada. La última vez que repitió lo de su muerte pronta fue con ocasión de su cumpleaños 74 el 26 de septiembre del año pasado. “Yo no nací para semilla. No pasaré del 2010”.

En los últimos meses la terrible enfermedad que se le apareció cuando llegó a los 50 años de edad apretó el paso. Hace algún tiempo le deterioró un dedo del pie derecho. Con el riguroso cuidado de la familia poco a poco superó la infección. En los últimos meses la enfermedad le atacó toda la pierna derecha y los médicos dictaminaron que era mejor amputársela para que no prosiguiera la infección pierna arriba.

Ralphy dijo que “primero muerto, que mocho”. Se negó a cortarse esa pierna que era la que mejor sabía manejar para sus pases de salsa, su gran pasión. “Yo nací para la música, el goce”, solía decir.

Su afición a la música afrocaribeña lo llevó a fundar el estadero La Cien en pleno barrio Rebolo, detrás del legendario estadio Moderno. Fue el templo de la salsa. Por allí desfilaron figuras como Johnny Pacheco, Héctor Lavoe, Daniel Santos, Rafael Ithier, y también otros personajes de la farándula nacional e internacional, así como escritores, políticos y, en general, aficionados a la música salsera. Iban a rendirle pleitesía a Ralphy, estupendo anfitrión, a pedirle que él mismo pusiera a sonar su música y la bailara en esa gran pista de La Cien.

Él los complacía a todos. Porque él era el mejor de los bacanes que ha nacido en estas tierras.

Ralphy fue amigo de sus amigos. Simpático, alegre y dicharachero, era difícil no quererlo. Y quien lo conocía una vez, jamás se olvidaba de él. Deja cuatro hijos: Arturo, Roxana y Milton de su primer matrimonio con Benilda Cuello, y María del Carmen, con su segunda esposa Iveth Páez.

El sepelio se llevó a cabo a las 10 a.m. en el cementerio Universal, con todo el toque feliz que él , un hombre con alegría perenne en el corazón, pidió en vida.

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