jueves, 3 de septiembre de 2009

"Mes sin armas". La insistencia del gobernador Verano

Discurso del señor Gobernador Eduardo Verano De la Rosa durante la presentación del “Mes sin armas”

El siguiente es el texto del discurso del señor Gobernador del Atlántico Eduardo Verano De la Rosa durante la presentación del “Mes sin armas”, en acto realizado en la Plaza de la Paz:

“¿Qué pasaría si nos organizáramos

Y al mismo tiempo enfrentáramos sin armas,

En silencio, en multitudes,

En millones de miradas la cara de los opresores,

Sin vivas, sin aplausos,

Sin sonrisas, sin palmadas en los hombros,

Sin cánticos partidistas,

Sin cánticos?”

Este fragmento del poema “¿Qué pasaría?”, del uruguayo Mario Benedetti con el cual comienzo mi intervención refleja la razón por la cual estamos hoy en esta plaza que simboliza el más grande deseo de cualquier ser humano: la VIDA.

Hoy estamos aquí diciendo “NO a las armas, SÍ a la vida” porque vamos a demostrar que somos capaces de vivir sin armas y que el Atlántico es un ejemplo nacional de conciliación y convivencia. Somos gente de paz que reconoce la conciliación como el único camino válido y civilizado para resolver nuestras diferencias. No en vano, hemos ostentado desde hace muchos años el titulo de ATLANTICO, TERRITORIO DE PAZ.

Esta tarde, recordamos el acto simbólico de 3 los cañones verdes que fueron sepultados boca abajo en el centro de la ciudad como guardianes dormidos de la civilidad y que sirvieron como conjuro valioso para la paz. Esa paz que nace de corazones limpios, tolerantes, decentes, armoniosos.

Hoy asumimos un compromiso colectivo: Un mes sin armas, en el que ciudadanos, autoridades civiles, eclesiásticas, judiciales, gremios, niños, jóvenes, adolescentes y por supuesto, nuestras fuerzas armadas asumimos este desafío: Defender la vida. Desarmar los corazones. Creer que somos capaces de vivir sin armas, porque somos una sociedad civilizada que confía en sus instituciones.

Las cifras son contundentes: En el Atlántico, durante el período enero–julio 2009 el 83% de los asesinatos fueron cometidos con armas de fuego y en Barranquilla y su Área Metropolitana se concentró el 97,4 % de los homicidios de todo el Departamento. Pero lo más doloroso es que el 60%, es decir mucho más de la mitad de los casos, corresponde a “violencia impulsiva” asociada a riñas entre vecinos, violencia intrafamiliar o casos de intolerancia. Lo anterior demuestra que la medida de la restricción al porte de armas acompañado del control intensivo de armas ilegales facilitará la labor de las autoridades para proteger el sagrado derecho a la vida de los ciudadanos durante este período del “Mes Sin Armas.”

Las experiencias de otros países y otras ciudades de Colombia en materia de desarme nos han dado más elementos para reafirmar nuestra convicción en el principio de que las armas deben ser monopolio del Estado. Brasil, Argentina, Bolivia y Ecuador han sido escenario del debate sobre los riesgos de que los civiles estén armados. Estos países han desarrollado importantes campañas en las que han participado todas las fuerzas vivas, arrojando resultados extraordinarios que nos inspiran para avanzar en este propósito.

Expertos internacionales coinciden en señalar que es un mito el considerar que cargar un arma da protección, garantiza la seguridad personal. Nada está más lejos de la realidad y de las evidencias. La tenencia de armas, en lugar de aumentar la seguridad, incrementa la violencia, y por esta razón es necesario un mayor control.

El 80 por ciento de las muertes violentas en Colombia no ocurren como consecuencia del conflicto armado, sino por las reacciones violentas de los ciudadanos armados.

La posesión de un arma de fuego incrementa 2,7 veces el riesgo de muerte para los integrantes de un hogar. Cada día en el mundo, 10 menores de 18 años mueren en suicidios, homicidios y accidentes causados por las armas de fuego. Estamos matándonos entre nosotros mismos. Basta! No mas viudas, no más huérfanos, no más dolor, no más lágrimas.

Ejemplos hay muchos. Solamente tenemos que recordar que hace pocas semanas un joven futbolista acabó con su promisoria carrera porque en un acto de intolerancia usó el arma que tenía en su poder y le arrebató la vida a un vecino. Hoy, aunque tarde, ese joven futbolista se lamenta porque en ese momento tuvo en sus manos un arma.

Desde hace varios años, el Atlántico viene trabajando en el desarme, como una forma de convivencia. En nuestro Plan de Desarrollo, el eje no. 1 fortalecimiento institucional, contempla la obligación que tenemos como gobernantes de hacer énfasis en la seguridad y la convivencia ciudadana. Garantizar el derecho a la vida con seguridad y tranquilidad a toda la población es nuestro deber como mandatarios.

Ya hemos vistos resultados palpables y contundentes en el Atlántico. “Navidad y Fin de año sin armas”, “Carnaval sin armas”, “Semana Santa sin armas”, cuando el Departamento experimentó una reducción sustancial en el número de asesinatos. Esto está comprobado y respaldado no solamente por las cifras de las autoridades, sino por la misma comunidad que experimentó una sensación de seguridad que quiere prolongar.

En esto quiero insistir, el “Mes sin armas” no es un acto improvisado producto de una iniciativa caprichosa. Es el resultado de un largo proceso de concertación en el cual han participado todas las autoridades durante varios meses. Las alcaldías, los organismos de seguridad, las fuerzas militares y de Policía, las instituciones judiciales, los comerciantes y los empresarios, los medios de comunicación, las universidades y hasta las organizaciones comunales, coincidieron en la necesidad de implementar durante septiembre las acciones que nos lleven no solamente a desarmar a los hombres, sino también sus espíritus.

En esta campaña en la que estamos comprometidos juegan un papel trascendental los niños y jóvenes y contamos con ellos para movilizar a la sociedad entera en nuestra cruzada. Son ellos los grupos que más víctimas ponen. En Colombia las heridas causadas por las armas de fuego son la segunda causa de muertes entre los jóvenes de 10 a 24 años de edad. Por cada niño que resulta muerto, cuatro son heridos.. El 90% de las víctimas de homicidios entre los 15 a los 19 años fueron asesinados con un arma de fuego. Por eso haremos un gran trabajo durante septiembre en los colegios y universidades, porque la verdadera transformación comienza desde el interior de nuestros corazones y mentes. Lo nuestro es el desarrollo integral. La seguridad trae inversión nacional y extranjera, confianza y desarrollo. Estamos trabajando en lo social, en lo económico, en lo institucional, generando empleo, transformando el campo, dinamizando la salud y ampliando la cobertura y la calidad educativa como no lo había hecho el Atlántico en muchos años y además, estamos ofreciendo seguridad. La inversión que estamos haciendo en nuestra fuerza pública ha sido una de las grandes de la historia del Departamento. En este cuatrienio estaremos invirtiendo 87 mil quinientos millones de pesos, porque confiamos en nuestras autoridades.

Nuestra generación tiene un compromiso con la vida y lo estamos asumiendo. Con este mes sin armas, damos un ejemplo de unidad, de tolerancia y de respeto. Hoy queremos que el amor una, lo que el miedo separó. Decir YO ACEPTO es creer. Es tener fe en Dios, en nuestras instituciones, en nuestra comunidad, en nosotros mismos. Por eso te invito a decir, YO ACEPTO VIVIR SIN ARMAS. No hay armas buenas, ni armas malas. Son armas. Y su monopolio es del Estado. Que nuestras únicas armas sean la comprensión, la convivencia, la tolerancia.

El 7 de julio de 1986, el Papa Juan Pablo II nos honró con su visita en esta misma plaza. Hoy quiero recurrir a una frase de este santo de Dios:

“El dialogo, basado en sólidas leyes morales, facilita la solución de los conflictos y favorece el respeto de la vida, de toda vida humana. Por ello, el recurso a las armas para dirimir las controversias representa siempre una derrota de la razón y de la humanidad”

Muchas Gracias
...

El gobernador del Departamento del Atlántico, Eduardo Verano de la Rosa comprometido con la paz.

Luis Emilio Rada C.

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