Estar de pelea con los vecinos es algo íncomodo.
Eso lo sabemos casi todos.
Algunas personas creen que así se puede vivir, y que el problema es del vecino, no es nuestro.
Pero, eso nos compete a todos. Quien quiere paz, debe darla.
Quien no saluda, no debe pretender que le sonríen.
Pero no debería vivirse así. Debe ser incómodo... y muy incómodo.
Y así está pasando entre Colombia y Venezuela...
El editorial de El Heraldo habla del tema. Claro, con el estilo de Gustavo Bell.
Luis Emilio Rada C.
Pd:
Las marchas contra Chávez
Lo que comenzó como una convocatoria de un grupo de colombianos a través de Facebook para marchar a nivel mundial en contra del presidente Chávez, terminó convertida en una manifestación real el pasado viernes. Al igual que las protestas de 2008 en contra de las Farc y los paramilitares, esta también se desarrolló simultáneamente en varias capitales del mundo como Caracas, París, Buenos Aires y Bogotá.
Los organizadores argumentaron en la red estar cansados del intervencionismo de Chávez en los asuntos internos de Colombia. Uno de los promotores de la jornada calificó como exitosa la respuesta a esta propuesta cibernética porque en ciudades colombianas como Barranquilla, Medellín y Cartagena, por ejemplo, la gente salió a gritar ‘¡No más Chávez!’, que fue el estribillo característico de las marchas. En algunas se presentaron diferencias acaloradas producto del choque de chavistas y antichavistas.
Pese que los promotores calificaron lo sucedido de positivo, la realidad es que las muestras de inconformismos contra el mandatario venezolano no fueron apoteósicas como se esperaban. Entre las razones de la poca asistencia a la jornada están la rapidez con la que se realizó la convocatoria, solo en 12 días, y el poco eco que en esta ocasión los medios de comunicación le dieron al hecho.
Sin duda, esta iniciativa ya es considerada la primera globalizada en contra de un mandatario latinoamericano. Si bien manifestaciones en contra de los presidentes son bastante comunes, estas casi nunca ocurren más allá de las fronteras donde gobiernan.
La excepción a la regla la marcó George W. Bush, quien ha pasado a la historia como uno de los líderes más impopulares en el plano internacional. Sin embargo, los actos de rechazo en su contra sólo tenían lugar cuando llegaba a otro país como parte de sus visitas oficiales, o cuando daba a conocer sus controvertidas iniciativas gubernamentales.
Lo paradójico del viernes fue que, mientras miles salieron a la calle a protestar contra Chávez, otros lo recibieron con los brazos abiertos en Irán, donde estuvo como parte de una gira por el Medio Oriente. Desde allá culpó a los organismos de inteligencia estadounidenses de estar detrás de los hechos, y calificó como un fracaso la iniciativa en su contra.
Las marchas ameritan una mirada analítica. En últimas ellas no fueron más que otro episodio de la crisis diplomática que desde hace un par de años afectan los gobiernos de Bogotá y Caracas, sin signos de reconciliación inmediata.
Ha sido tal la tensión suscitada, que los presidentes de las conferencias episcopales de Venezuela y Colombia, así como de Ecuador, intervinieron esta semana pidiéndole a sus respectivos mandatarios bajarle el tono a la confrontación.
Como ha sido recurrente en los últimos meses, las crisis con nuestros vecinos ha ido pasando de castaño a oscuro. Pese a que, recientemente, las relaciones con el presidente Correa parecen tener un mejor color, aún es prematuro pensar que estamos próximos a una reconciliación.
Pareciera que a los tres países, y en especial a Colombia y Venezuela, se les hubiera olvidado lo mucho que dependen el uno del otro. Y es que la historia habla por sí sola: más allá del legado de Simón Bolívar, a Venezuela y Colombia las ha unido desde siempre una hermandad cultural y económica de la que depende la estabilidad de ambas. De allí que iniciativas como la del pasado viernes lo único que terminan es empeorando las malas relaciones que por estos días protagonizan la Casa de Nariño y el Palacio de Miraflores.
Tampoco debe ignorarse que Chávez está buscando, ahora más que nunca, razones para terminar de romper de una buena vez por todas las relaciones comerciales con Colombia que, si bien el Gobierno Nacional pareciera subestimarlas, son la columna vertebral para decenas de pequeños comerciantes, quienes desde la frontera son un componente importante del sistema económico del país.
Otra paradoja del viernes la protagonizaron los mismos colombianos que promovieron esta marcha. A pesar de organizarla con el argumento de pedirle a Chávez no más intromisión en los asuntos internos de Colombia, terminaron aprovechando la ocasión para juzgar la política interna venezolana.
Sin proponérselo, quizá, hicieron lo mismo que tanto han venido deplorando del mandatario venezolano: se terminaron intrometiendo en un asunto que solo le compete al pueblo del vecino país.
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