sábado, 16 de agosto de 2025

Consumo final impulsa el PIB, pero la inversión no mejora

Mauricio Hernández, economista de BBVA
Análisis de Mauricio Hernández-Monsalve

Principales mensajes

En el segundo trimestre de 2025, el PIB creció 2,1 % frente al mismo período de un año atrás y 0,5 % frente al trimestre anterior (ajustado por estacionalidad), acelerándose en términos intertrimestrales pero moderando su variación anual, en parte afectado por la ubicación de la Semana Santa en abril.

La demanda final interna creció 4,2 % anual, impulsada por un gasto de consumo final de 3,8 % (hogares: 3,7 %; gobierno: 3,9 %) y por una formación bruta de capital de 6,4 %. Sin embargo, la formación bruta de capital fijo apenas aumentó 1,7 %, lo que indica que buena parte del crecimiento en la inversión respondió a la acumulación de inventarios.

El consumo de los hogares se apoyó en el fuerte crecimiento de bienes durables (+14,8 % anual) y semidurables (+7,7 %), además de avances en bienes no durables (+4,2 %) y servicios (+2,3 %). Además, por tipo de bienes, muebles y artículos para el hogar (+7,6 %), recreación y cultura (+7,2 %) y comunicaciones (+6,1 %) fueron de los rubros más dinámicos.

Profundizando en el PIB por demanda

La formación bruta de capital fijo creció apenas 1,7 % en el segundo trimestre, lo que indica que buena parte del aumento de la inversión total respondió a la acumulación de inventarios. Por tipo de activo, la inversión en maquinaria y equipo registró un crecimiento sólido de 11,6 %, consolidándose como el principal motor de la inversión productiva, impulsada por las mayores importaciones de bienes de capital, aunque no por la producción nacional, ya que la rama manufacturera productora de bienes de capital se contrajo.

También se observó un avance en los recursos biológicos cultivados (4,1 %), asociado a la actividad agroindustrial. En contraste, otros componentes retrocedieron: los productos de propiedad intelectual (−3,9 %), otros edificios y estructuras (−1,2 %) y, de forma más pronunciada, la vivienda (−10,6 %), reflejando la persistente debilidad del mercado inmobiliario. Con estos resultados, la tasa de inversión se mantuvo en 17,2 % del PIB, al excluir la acumulación de inventarios, muy por debajo del promedio de la década anterior.

En cuanto al consumo, los hogares mantuvieron un tono expansivo en el segundo trimestre, favorecidos por una combinación de factores macroeconómicos y de confianza. El mercado laboral continuó creando empleo, aunque con una participación creciente de la informalidad, mientras que los salarios reales aumentaron por encima de la inflación, reforzando la capacidad de compra e incluso permitiendo cierto margen para el ahorro.

La confianza del consumidor, si bien se mantuvo en niveles relativamente bajos, mostró una leve mejora frente a trimestres anteriores. A esto se sumó el flujo sostenido de remesas y los ingresos del sector cafetero, que se beneficiaron de precios internacionales favorables pese a la menor producción. Además, el crédito al consumo comenzó a mostrar un repunte y volvió a terreno positivo, contribuyendo a sostener el dinamismo del gasto de los hogares.

Profundizando en el PIB por oferta

En el segundo trimestre de 2025, el desempeño de la economía mostró una clara divergencia entre sectores transables y no transables. En conjunto, los transables —que agrupan agropecuario, industria manufacturera y minería— cayeron 0,2 % anual, afectados por el retroceso del sector minero, que contrarrestó parcialmente los avances del agro y la manufactura.

Por su parte, los no transables —que incluyen comercio, transporte, servicios y administración pública— registraron un crecimiento más dinámico, de 2,8 %, apoyados en la fortaleza de la demanda interna y en el buen desempeño de las actividades orientadas al consumo.

Dentro de esta reconfiguración sectorial, destacan dos ramas que han perdido relevancia en la estructura productiva: la construcción y la minería. La construcción, que históricamente ha tenido un papel relevante —especialmente en momentos en que fue llamada a cumplir un rol contracíclico ante desaceleraciones económicas— representa actualmente 4,2 % del PIB, frente a un promedio de 6,7 % en el período 2010-2019, tras la reducción asociada a la persistente debilidad de las edificaciones. La minería, por su parte, participa con 3,5 % del producto, por debajo del promedio de 5,9 % en la década pasada, reflejando la pérdida de tracción derivada del retroceso en la producción de hidrocarburos y minerales metálicos.

Cierre del segundo trimestre deja señales mixtas y un arranque prudente del segundo semestre

El segundo trimestre de 2025 dejó señales mixtas al cierre. La actividad económica comenzó el periodo con debilidad, afectada por la ubicación de la Semana Santa en abril, que redujo el número de días hábiles y restó dinamismo a varios sectores. En términos interanuales, las cifras mensuales del ISE —indicador que aproxima el comportamiento del PIB— mostraron una aceleración hacia el final del trimestre, beneficiada por la desaparición de los efectos de calendario que habían limitado el resultado de abril: el crecimiento anual pasó de 0,9 % en abril a 2,9 % en junio, lo que llevó el promedio trimestral del PIB al 2,1 %.

Sin embargo, las variaciones mensuales ajustadas por estacionalidad cuentan una historia distinta: tras crecer 1,4 % en abril, el ISE retrocedió 0,2 % en mayo y 1,1 % en junio, evidenciando que la aceleración anual no se corresponde necesariamente con una mayor fortaleza de la economía. Por el contrario, el cierre del trimestre estuvo marcado por caídas en sectores clave como la industria manufacturera, la construcción y la intermediación financiera, lo que matiza el optimismo que podría desprenderse de las tasas interanuales.

Los indicadores líderes de julio refuerzan parcialmente esta visión. La fortaleza del consumo se mantiene visible, respaldada por el buen desempeño en ventas de automóviles, la mejora en la confianza, un buen resultado de nuestro indicador de big data y la evolución positiva del empleo.

A esto se suman avances en varios frentes productivos y de actividad: aumentaron las importaciones de materias primas, creció la demanda de energía, se expandió el transporte de carga por carreteras y, en el frente de la construcción, las licencias aprobadas a junio —complementadas con las mejores ventas de vivienda en julio— apuntan a un posible repunte de la inversión.

En conjunto, estos elementos sugieren que el segundo semestre pareció arrancar con buen ritmo, aunque ese impulso inicial sigue condicionado por barreras al crecimiento en sectores como la minería y la construcción —esta última con un desfase natural entre el otorgamiento de licencias y su materialización en obra—, así como por las dudas sobre la capacidad de recuperación de la inversión, que parte de niveles históricamente bajos.

Mantenemos nuestra proyección de crecimiento del PIB para 2025 en 2,3 %. No obstante, el resultado podría ser mayor si se consolidan las señales positivas ya analizadas —como la mejora en la confianza y en los indicadores líderes—, y si, además, las exportaciones no tradicionales continúan mostrando un impacto menor al previsto por los mayores aranceles de Estados Unidos.

También sería clave que los gobiernos nacional y regional mantengan una ejecución elevada del gasto público, tal como se ha observado hasta ahora en funcionamiento y empleo a nivel nacional, y en infraestructura en el ámbito regional, y que el mercado laboral conserve su fortaleza sin mostrar una desaceleración derivada de los mayores costos asociados a reformas, reducción de la jornada laboral y aumentos del salario mínimo.

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