Análisis
de Mauricio Hernández-MonsalveMauricio Hernández, economista de BBVA
Principales
mensajes
En
el segundo trimestre de 2025, el PIB creció 2,1 % frente al mismo período de un
año atrás y 0,5 % frente al trimestre anterior (ajustado por estacionalidad),
acelerándose en términos intertrimestrales pero moderando su variación anual,
en parte afectado por la ubicación de la Semana Santa en abril.
La
demanda final interna creció 4,2 % anual, impulsada por un gasto de consumo
final de 3,8 % (hogares: 3,7 %; gobierno: 3,9 %) y por una formación bruta de
capital de 6,4 %. Sin embargo, la formación bruta de capital fijo apenas
aumentó 1,7 %, lo que indica que buena parte del crecimiento en la inversión
respondió a la acumulación de inventarios.
El
consumo de los hogares se apoyó en el fuerte crecimiento de bienes durables
(+14,8 % anual) y semidurables (+7,7 %), además de avances en bienes no
durables (+4,2 %) y servicios (+2,3 %). Además, por tipo de bienes, muebles y
artículos para el hogar (+7,6 %), recreación y cultura (+7,2 %) y
comunicaciones (+6,1 %) fueron de los rubros más dinámicos.
Profundizando
en el PIB por demanda
La
formación bruta de capital fijo creció apenas 1,7 % en el segundo trimestre, lo
que indica que buena parte del aumento de la inversión total respondió a la
acumulación de inventarios. Por tipo de activo, la inversión en maquinaria y equipo
registró un crecimiento sólido de 11,6 %, consolidándose como el principal
motor de la inversión productiva, impulsada por las mayores importaciones de
bienes de capital, aunque no por la producción nacional, ya que la rama
manufacturera productora de bienes de capital se contrajo.
También se observó un avance en los recursos biológicos cultivados (4,1 %), asociado a la actividad agroindustrial. En contraste, otros componentes retrocedieron: los productos de propiedad intelectual (−3,9 %), otros edificios y estructuras (−1,2 %) y, de forma más pronunciada, la vivienda (−10,6 %), reflejando la persistente debilidad del mercado inmobiliario. Con estos resultados, la tasa de inversión se mantuvo en 17,2 % del PIB, al excluir la acumulación de inventarios, muy por debajo del promedio de la década anterior.
En
cuanto al consumo, los hogares mantuvieron un tono expansivo en el segundo
trimestre, favorecidos por una combinación de factores macroeconómicos y de
confianza. El mercado laboral continuó creando empleo, aunque con una
participación creciente de la informalidad, mientras que los salarios reales
aumentaron por encima de la inflación, reforzando la capacidad de compra e
incluso permitiendo cierto margen para el ahorro.
La
confianza del consumidor, si bien se mantuvo en niveles relativamente bajos,
mostró una leve mejora frente a trimestres anteriores. A esto se sumó el flujo
sostenido de remesas y los ingresos del sector cafetero, que se beneficiaron de
precios internacionales favorables pese a la menor producción. Además, el
crédito al consumo comenzó a mostrar un repunte y volvió a terreno positivo,
contribuyendo a sostener el dinamismo del gasto de los hogares.
Profundizando
en el PIB por oferta
En
el segundo trimestre de 2025, el desempeño de la economía mostró una clara
divergencia entre sectores transables y no transables. En conjunto, los
transables —que agrupan agropecuario, industria manufacturera y minería—
cayeron 0,2 % anual, afectados por el retroceso del sector minero, que
contrarrestó parcialmente los avances del agro y la manufactura.
Por
su parte, los no transables —que incluyen comercio, transporte, servicios y
administración pública— registraron un crecimiento más dinámico, de 2,8 %,
apoyados en la fortaleza de la demanda interna y en el buen desempeño de las
actividades orientadas al consumo.
Dentro
de esta reconfiguración sectorial, destacan dos ramas que han perdido
relevancia en la estructura productiva: la construcción y la minería. La
construcción, que históricamente ha tenido un papel relevante —especialmente en
momentos en que fue llamada a cumplir un rol contracíclico ante
desaceleraciones económicas— representa actualmente 4,2 % del PIB, frente a un
promedio de 6,7 % en el período 2010-2019, tras la reducción asociada a la persistente
debilidad de las edificaciones. La minería, por su parte, participa con 3,5 %
del producto, por debajo del promedio de 5,9 % en la década pasada, reflejando
la pérdida de tracción derivada del retroceso en la producción de hidrocarburos
y minerales metálicos.
Cierre
del segundo trimestre deja señales mixtas y un arranque prudente del segundo
semestre
El
segundo trimestre de 2025 dejó señales mixtas al cierre. La actividad económica
comenzó el periodo con debilidad, afectada por la ubicación de la Semana Santa
en abril, que redujo el número de días hábiles y restó dinamismo a varios
sectores. En términos interanuales, las cifras mensuales del ISE —indicador que
aproxima el comportamiento del PIB— mostraron una aceleración hacia el final
del trimestre, beneficiada por la desaparición de los efectos de calendario que
habían limitado el resultado de abril: el crecimiento anual pasó de 0,9 % en
abril a 2,9 % en junio, lo que llevó el promedio trimestral del PIB al 2,1 %.
Sin embargo, las variaciones mensuales
ajustadas por estacionalidad cuentan una historia distinta: tras crecer 1,4 %
en abril, el ISE retrocedió 0,2 % en mayo y 1,1 % en junio, evidenciando que la
aceleración anual no se corresponde necesariamente con una mayor fortaleza de
la economía. Por el contrario, el cierre del trimestre estuvo marcado por
caídas en sectores clave como la industria manufacturera, la construcción y la
intermediación financiera, lo que matiza el optimismo que podría desprenderse
de las tasas interanuales.
Los indicadores líderes de julio
refuerzan parcialmente esta visión. La fortaleza del consumo se mantiene
visible, respaldada por el buen desempeño en ventas de automóviles, la mejora
en la confianza, un buen resultado de nuestro indicador de big data y la
evolución positiva del empleo.
A esto se suman avances en varios
frentes productivos y de actividad: aumentaron las importaciones de materias
primas, creció la demanda de energía, se expandió el transporte de carga por
carreteras y, en el frente de la construcción, las licencias aprobadas a junio
—complementadas con las mejores ventas de vivienda en julio— apuntan a un
posible repunte de la inversión.
En conjunto, estos elementos
sugieren que el segundo semestre pareció arrancar con buen ritmo, aunque ese
impulso inicial sigue condicionado por barreras al crecimiento en sectores como
la minería y la construcción —esta última con un desfase natural entre el
otorgamiento de licencias y su materialización en obra—, así como por las dudas
sobre la capacidad de recuperación de la inversión, que parte de niveles
históricamente bajos.
Mantenemos nuestra proyección de
crecimiento del PIB para 2025 en 2,3 %. No obstante, el resultado podría ser
mayor si se consolidan las señales positivas ya analizadas —como la mejora en
la confianza y en los indicadores líderes—, y si, además, las exportaciones no
tradicionales continúan mostrando un impacto menor al previsto por los mayores
aranceles de Estados Unidos.
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