- Estudio
del Banco de la República revela que, aunque la informalidad laboral ha
disminuido, persisten brechas regionales, educativas y productivas
- Expertos
de Fundesarrollo, Cámara de Comercio, Banco de la República y Uninorte dialogaron
sobre las causas históricas y estructurales de la informalidad laboral
Por:
José Luis Rodríguez R.*
 |
Iván Luzardo, director de Planeación de Uninorte |
En
Colombia, la informalidad laboral persiste como uno de los desafíos
estructurales más urgentes, afectando a casi la mitad de los trabajadores en
las principales ciudades del país, según un reciente estudio del Banco de la
República. El informe, que hace parte de los Ensayos sobre Política Económica
(ESPE), revela que seis de cada diez trabajadores laboran por fuera del marco
de formalización laboral, una situación que golpea con mayor fuerza a regiones
como el Caribe y el Pacífico, donde las economías locales muestran menor
dinamismo y la población ocupada tiene menores niveles de formación.
Este
y otros hallazgos del estudio, que brinda nueva evidencia sobre las causas,
dinámicas y efectos de la informalidad laboral y empresarial en el país, fueron
analizados el 8 de mayo durante la jornada Economía Invisible: el impacto de la
informalidad en el desarrollo colombiano, organizada por la Dirección de
Planeación y Estudios Institucionales de Uninorte en el Salón Gabriel García
Márquez. La primera conferencia estuvo a cargo de Andrea Otero Cortés,
economista e investigadora del Banco de la República, quien presentó los
resultados del ensayo.
El
documento, coordinado por ella, combina artículos de investigación del banco y
de otros académicos, e incluye secciones sobre caracterización, evaluaciones de
política y macroeconomía. De acuerdo con el estudio, la informalidad en
Colombia disminuyó entre 2010 y 2024, con una reducción de aproximadamente 13
puntos porcentuales. Sin embargo, Otero señaló que las tasas de informalidad
siguen siendo altas.“Tener tasas de
informalidad y promedio nacional del 56 % no es deseable, más de la mitad de
los trabajadores no cotizan la pensión", indicó, explicando que esta situación
implica una violación de la ley y una protección social incompleta. Mencionó
que Barranquilla experimentó un ligero aumento de la informalidad entre 2016 y
2020 debido al flujo migratorio, pero ha mostrado una baja en los últimos años
pospandemia.
El
estudio señala que Bogotá, Medellín y Manizales tienen tasas de informalidad
cercanas al 33 %, comparables a países como Chile, mientras que ciudades como
Sincelejo, Valledupar, Riohacha y Cúcuta superan el 65 %, acercándose a
mercados laborales como el de Nicaragua. “Esta disparidad es preocupante porque
la legislación laboral en Colombia es nacional, lo que significa que las
políticas públicas nacionales están abordando problemas con características
locales muy diferentes”, argumentó. Como ejemplo, mencionó que el salario
mínimo, una política nacional, tiene efectos distintos en cada ciudad debido a
las diferencias en sus mercados laborales.
Otero
también resaltó la correlación entre el nivel educativo y la informalidad
laboral, indicando que los trabajadores sin ningún título académico formal
tienen una tasa de informalidad del 75 %, lo cual está relacionado con su
productividad percibida y las barreras de entrada al mercado laboral formal.
Según Otero, la solución no es bajar el salario mínimo, sino "subir la
productividad de esos trabajadores con educación de calidad y pertinente".
Por otro lado, el documento registra que la informalidad también varía a lo
largo del ciclo de vida, siendo alta entre los jóvenes y aumentando nuevamente
a partir de los 45 años para las mujeres y los 50 años para los hombres, lo
cual “es preocupante en un país que está envejeciendo rápidamente”.
Respecto
a la informalidad empresarial, Otero afirmó que es alta en microempresas.
"En general, en el mundo entero el emprendimiento suele iniciar de manera
informal", pero lo preocupante en Colombia es la baja movilidad
empresarial. Esto se debe a que “el grueso de emprendimientos surge con una
vocación de subsistencia y no de crecimiento”.
Informalidad
laboral: un reflejo de las desigualdades históricas
Iván
Luzardo, director de Planeación de Uninorte, realizó posteriormente una
presentación que abordó los orígenes históricos de la informalidad laboral en
Colombia. Un fenómeno persistente y difícil de revertir a corto o mediano
plazo, debido a las causas profundas y la complejidad de reformar el sistema de
seguridad social.
Durante
su conferencia, explicó que la persistencia de la informalidad se debe a una
economía política en la que el grupo con acceso a la seguridad social forma una
coalición dominante que impone barreras altas para aquellos que no logran
acceder al sistema, que son esencialmente los informales. “Detrás de eso hay toda una economía política en el que básicamente el
grupo que tiene acceso a la seguridad social logra formar una coalición
dominante que impone barreras que son muy altas para la coalición que está
subordinada", dijo Luzardo, quien también señaló que las causas
inmediatas de la informalidad incluyen bajas tasas de cobertura educativa, el
salario mínimo, los costos laborales y las rigideces del mercado laboral. Sin
embargo, argumentó que estas son solo la primera capa del problema y que las
causas profundas son de carácter estructural, relacionadas con una economía
política que mantiene un sistema de seguridad social con altas barreras de acceso.
En 1945 se creó la Caja Nacional de Previsión Social,
Cajanal, que subsistió durante gran parte del siglo XX, pero estaba restringida
únicamente a los trabajadores públicos. El resto de la población no tuvo acceso
a la seguridad social hasta 1967, cuando se creó el Seguro Social. Este sistema
le dio acceso a la seguridad social a un grupo pequeño de la fuerza laboral,
que Luzardo denomina la "aristocracia de los trabajadores", compuesta
por trabajadores urbanos empleados en empresas medianas y grandes. Al
cuestionar por qué se creó un sistema de seguridad social tan restringido,
Luzardo argumentó que la informalidad laboral es una prolongación histórica de
esta segregación.
Para
el cierre del evento, el director de Planeación moderó un panel en donde
dialogaron Andrea Otero, economista de Banrepública; Oriana Álvarez, directora
de Fundesarrollo; Juan Sebastián Joya, gerente de estudios de la Cámara de
Comercio de Barranquilla, y Andrés Vargas, docente del Departamento de Economía
de Uninorte.
“La mayor proporción
de informalidad laboral se encuentra en el Caribe colombiano. Quiere decir que
los problemas del funcionamiento del mercado laboral en la región necesitan una
intervención diferencial. ¿De qué tipo? Es una discusión válida. Nosotros
hicimos un estudio el año pasado sobre la oferta y a demanda laboral de la
región, y la respuesta está en esa línea”, enfatizó Álvarez.
Por
su parte, Juan Sebastián Joya destacó el papel del Estado en la promoción de la
formalización empresarial, especialmente entre los emprendedores jóvenes. “Desde el Estado hay formas para motivar
la formalización empresarial”, señaló, enfatizando que existen mecanismos
que hacen más accesible el proceso para quienes inician su actividad económica.
Mencionó como ejemplo los beneficios que reciben los nuevos empresarios al
momento de inscribirse en la Cámara de Comercio. “Los empresarios jóvenes pueden acceder a una condición donde se les
hace realmente económico renovar y matricularse en la Cámara de Comercio
durante los primeros años”, explicó.
Durante su intervención, el
profesor Andrés Vargas invitó a reflexionar críticamente sobre el concepto
mismo de informalidad y su utilidad para analizar los problemas estructurales
del empleo en Colombia. “Me he preguntado
cómo el concepto nos ayuda a iluminar los problemas o quizás confundirlos”,
expresó, cuestionando si la categoría estadística captura con precisión la
complejidad del fenómeno. Vargas comentó finalmente: “Supongamos que hoy sacan una norma que dice que ya todos están
afiliados a pensiones, entonces según el criterio estadístico de informalidad,
la informalidad desaparece en el país de un plumazo. Pero realmente nada ha
cambiado, persistiría la precariedad laboral, la baja productividad y las
brechas económicas regionales”.
*José Luis Rodríguez R. de Grupo Prensa de la oficina de Comunicaciones de Uninorte