Cuando alguien entra a la oficina de Luis Carlos Sarmiento, ubicada en el tradicional edificio que él mismo construyó en el Centro Internacional de Bogotá, se encuentra con una joya del arte colombiano.

“Es un cuadro de Andrés de Santa María”, explica, señalando a la pared, el hombre más rico de Colombia, que el pasado 27 de enero celebró sus 90 años de vida. Se trata de una pintura que recrea la histórica escena de Cristo fallecido y rodeado por María, Juan y Magdalena. Este pintor, Santa María, forma parte del olimpo pictórico colombiano. Una buena parte de sus cuadros se encuentran en Bruselas, Bélgica, adonde fue a vivir la parte final de su vida. El pintor es muy admirado en un cerrado círculo de especialistas. Sarmiento es uno de ellos y por eso cuenta con detalle toda la historia del pintor, que incluye un matrimonio en Francia y un exilio en Europa por una polémica entre artistas a comienzos del siglo XX en Colombia.

Sarmiento, el magnate, encontró en Bélgica esa obra y la compró. Ahora está justo en el muro frente a su escritorio. Lo puede ver permanentemente durante el tiempo que pasa en su oficina que, según él mismo cuenta, es de 8:30 a.m. a 7:00 p.m. todos los días. Eso prueba, primero, la especial admiración por Santa María, el entusiasmo que le suscitan sus pinturas y lo intensa que sigue siendo su jornada laboral, a pesar de que ya completó nueve décadas de recorrido vital, la mayor parte de ellas trabajando duro.

El magnate no habla habitualmente de arte. Lo suyo son las empresas. “Esto es una actividad que lo compromete a uno y en eso es que yo estoy. Crear empresas es una cosa que me ha gustado toda la vida; ¡muchas empresas! Eso es apasionante”, explica.

No se declara hincha de ningún equipo de fútbol pero sí de algunos jugadores como el colombiano Luis Díaz, que milita en el Liverpool inglés. “No me pierdo sus partidos”, anota.

Así como habla con experticia sobre la vida de un pintor y del futbolista que le gusta ver jugar, recuerda con entusiasmo su primer empleo, cuando era un ingeniero civil amateur recién graduado de la Universidad Nacional, entidad pública de educación superior.

“Yo llegué como ingeniero ayudante a la empresa que construía la vía Bogotá-Choachí. Tenía por ahí 23 años”, recuerda. Eso era por allá a finales de la década de los 50.

Con esfero en la mano, el 29 de junio de 1974, haciendo seguimiento a sus negocios. Para entonces apostó por el negocio bancario: se hizo al Banco de Occidente y empezó su expansión en el sistema financiero. Foto: EL TIEMPO.

Para admiradores y contradictores, la historia de Sarmiento contiene las claves de la historia empresarial de Colombia en los últimos 70 años. Esto es muy importante en un país donde hacer dinero está bajo sospecha, como si el éxito fuera inmoral. Sarmiento es realmente un hombre hecho a pulso, que construyó la fortuna más grande de Colombia y que ya tiene un legado de compañías destacadas en muchos sectores. 90 años muy bien vividos.