martes, 29 de noviembre de 2022

FÚTBOL PARA 8 MIL MILLONES. Por RICARDO PLATA CEPEDA

Deberíamos revisar ese tema…

Esto que escribió Ricardo Plata Cepeda en esta columna del diario El Heraldo: “Por algo Coca Cola es el mayor financiador de la televisión del mundial, seguida de las marcas de cervezas, zapatos deportivos, relojes y tarjetas de crédito”.

Uno aprende todos los días…

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FÚTBOL PARA 8 MIL MILLONES

Aun los que creen que no gastan, pero se pegan a sus televisiones, lo hacen con el lujo de su tiempo libre; el tiempo es oro, Coca Cola y Budweiser lo saben y pagan con gusto la transmisión que luego les reembolsan con creces en la tienda o el bar de la esquina. Por algo Coca Cola es el mayor financiador de la televisión del mundial, seguida de las marcas de cervezas, zapatos deportivos, relojes y tarjetas de crédito. Por RICARDO PLATA CEPEDA

En su libro La marea humana Paul Morland narra, con maestría de demógrafo y cultura de políglota, el impacto en la historia no de las fuerzas materialistas, ni de las ideas, ni de los líderes, ni del azar, ni de la burguesía, que otros señalan como determinantes del camino hacia el ascenso o la decadencia de “tronos, imperios, razas”, como dijera algún bardo nuestro. No, su énfasis es en el impacto de la gente, del ritmo en que las multitudes se reproducen y mueren, se asientan o migran, progresan o empobrecen. Señala Morland cómo los cambios iniciados por la revolución industrial en Inglaterra, transmitidos pronto a otros países europeos y luego en diferente grado a cada vez más lugares en el resto del mundo, hicieron de la población la fuerza motriz de la historia y cambiaron, para bien y ojalá para siempre, el nivel de bienestar de la sociedad humana del planeta. 

A pesar, además, de haber pasado de mil millones hace 220 años a 8 mil millones en algún minuto de este mes que corre. Con impresionante detalle se detiene en documentar el hambre, las enfermedades y las carencias generalizadas a finales del siglo 18 y principios del 19 tanto en las áreas rurales de España y Francia, como en los ambientes urbanos de Viena y de la propia Londres.

Paremos ahí y nos embarcamos en el Trompo del Tiempo, de Brick Bradford, antecesor por varias décadas del Capitán Kirk de Star Trek, que en un instante nos teletransporta a la extravagancia del mundial de fútbol de Catar 2022. Sin salir de la sorpresa nos preguntamos ¿Quién paga todo eso? Sí, ya sabemos que los 200 mil millones de dólares para los estadios, el metro y los rascacielos los pagó el gas catarí. También sabemos que viajes, hospedaje, entradas y consumo fastuoso los pagan un par de millones de turistas adinerados. Pero el espectáculo, los jugadores con sus salarios inimaginables, sus supermodelos, los jets privados de directivos, dueños de equipos, managers y los miles de millones de dólares de derechos televisivos los pagan los más de 4 mil millones de espectadores que se estima tendrá. Y los pagan no sólo durante esta orgía de goles y euforia tribal de un mes cada cuatro años, sino todas las semanas de todos los años, esparcidos en campeonatos de 200 países y copas en cinco continentes. Aun los que creen que no gastan, pero se pegan a sus televisiones, lo hacen con el lujo de su tiempo libre; el tiempo es oro, Coca Cola y Budweiser lo saben y pagan con gusto la transmisión que luego les reembolsan con creces en la tienda o el bar de la esquina.

 

Por algo Coca Cola es el mayor financiador de la televisión del mundial, seguida de las marcas de cervezas, zapatos deportivos, relojes y tarjetas de crédito. La mágica fuente, que pareciera inagotable, del dinero que sostiene toda esa parafernalia, es la prosperidad sin precedentes de la mitad de la población mundial. 

Algo que ni siquiera imaginaron posible los más optimistas pensadores de esa Londres de privaciones de hace sólo un par de siglos en los albores de su revolución industrial. 

rsilver2@aol.com

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