miércoles, 12 de octubre de 2022

SOÑAR CON UNA SOCIEDAD FELÍZ. Por JULIO CÉSAR HENRIQUEZ.

Es posible conseguir una sociedad feliz…

Es una buena apuesta.

Algunos países lo han logrado, pero no es fácil.

Vamos a leer a Julio César Henriquez... 

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Soñar CON UNA SOCIEDAD FELÍZ

Soñar con una sociedad feliz en la que la corrupción, la guerra, el hambre, la desigualdad y la injusticia, sean palabras en desuso no es una imposibilidad. Debe ser el reto de nuestro liderazgo y la inspiración de nuestros gobernantes. Esa es la invitación clara de todos los actores sociales para superar desde el valor, la incapacidad puesta en evidencia por nuestros problemas. Por JULIO CÉSAR HENRIQUEZ.

Una sociedad feliz es el propósito definidor de la vida colectiva. Es la aspiración individual bajo la esfera social. Sin personas felices el Estado se desvirtúa cómo la máxima expresión de la opresión. Por eso, la felicidad social combina las ideas con acciones eficaces. Una idea es la imagen de un deseo. Un proyecto es una obra por realizar y un sueño es un desafío. Ideas proyectadas y sueños alcanzados son felicidad. ¿Te animas a ser feliz?

Las evidencias silencian las palabras. Siempre una buena razón demostrada, superará cualquier discurso o artificio retórico. Si alguien sigue los hechos y no las apariencias, estará más cerca de la verdad. La apariencia es efímera, fugaz, pasajera y superflua. La realidad, es eterna, constante, permanente y verdadera. 

La vida es una búsqueda incesante de satisfacción: Una razón permanente para ser feliz es la existencia. Y si bien existen patrones comunes a todos los miembros de la especie humana que nos caracterizan de forma arraigada por nuestra cultura, nuestros principios, tradiciones y valores, la sensación y la percepción de la felicidad combina elementos objetivos y subjetivos. 

La felicidad no es una fantasía que dependa de una ilusión irrealizable. Implica una decisión de aceptar aquello que provoca la conciencia de la satisfacción y el pleno ejercicio de la capacidad para obtener lo que se propone. El afecto es fundamental en la felicidad y la fortaleza o la debilidad de las relaciones que tenemos provocan un estado de ánimo favorable a la alegría o a la nostalgia. La felicidad depende de muchas variables haciendo así más exquisita la experiencia de vivir y ser humanos: Somos únicos, irrepetibles, diversos, plurales y auténticamente diferentes.

Si una sociedad reconoce y promueve esa riqueza estará más cerca de ser feliz. Una sociedad feliz es aquella en la que los bienes materiales van acompañados de la prosperidad moral propia de las buenas costumbres y el rescate de sus tradiciones.

Soñar con una sociedad feliz en la que la corrupción, la guerra, el hambre, la desigualdad y la injusticia, sean palabras en desuso no es una imposibilidad. Debe ser el reto de nuestro liderazgo y la inspiración de nuestros gobernantes. Esa es la invitación clara de todos los actores sociales para superar desde el valor, la incapacidad puesta en evidencia por nuestros problemas.

Resulta significativo empezar a reflexionar sobre una frase iluminadora y contundente de Simón Bolívar: “El sistema de gobierno más perfecto es aquél que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”. Alcanzar el diseño y la aplicación de ese sistema no puede quedarse en una retórica adornada por discursos y utopías sin posibilidad alguna de realización. Un gran proyecto nacional debe incluir metas realizables a corto, largo y mediano plazo, en el que los resultados de la evaluación de las políticas públicas mejoren nuestro índice global de felicidad por el nivel de satisfacción de nuestras necesidades individuales y colectivas. Así seremos una sociedad feliz.

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