Un encuentro agradable, donde Dios fue el
centro, liderado por Jaime.
Por Luisemilioradaconrado
Esta mañana 6 de octubre, después de dudar un poco
sobre el camino a seguir, Jane y yo –mi esposa- definimos que, en lugar de
irnos a escuchar misa en la Asunción, la iglesia San Francisco o San Nicolás,
la vía era Salgar, un bonito corregimiento de Puerto Colombia, en el
Departamento del Atlántico.
Y la elección fue perfecta.
El párroco que escogimos es uno de los mejores de Colombia.
Se los digo yo, que lo vi crecer como profesional de
las comunicaciones. Seguirlo en su sendero como delegado de comunicaciones de
la Arquidiócesis de Barranquilla. Ser mi compañero en la Comisión que se
mantiene en la Arquidiócesis y estar a mi lado en la junta directiva de Acsa,
la Asociación de Comunicadores del Atlántico.
Jaime Marenco, además de ser, repito uno de los mejores
sacerdotes del país, es un ser humano especial.
Convencido que su camino era el sacerdocio, ingresó al
Seminario Mayor con un propósito clarísimo: “amar a Dios por encima de todo”.
Y eso se siente en cada uno de acciones.
Estaré más cerca a Salgar. Estaremos, porque mi esposa
siente lo mismo y estaremos con Jaime y con Dios en esa apuesta de apoyar esta
comunidad, que se ganó una lotería con este joven comunicador comprometido con
la sociedad colombiana.
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