martes, 15 de octubre de 2013

Sigue la incertidumbre, por Jairo Parada



La incertidumbre… eso aguanta cualquier proceso. De cualquier índole: negocios, amores, viajes. 
Si no hay certeza, la vida es un maremoto.

Eso está ocurriendo en el mundo entero, porque los políticos norteamericanos no se ponen de acuerdo.
¿Será que le daremos licencia al moreno para que haga lo que le dé la gana?

Quienes estamos del otro lado. 
Quienes estamos a la expectativa, lo único que podemos hacer es esperar para que se tome una decisión correcta, a fin de que el mundo siga normalmente.
Esperaremos hasta el 17. Ojalá, pudiera ser antes.

La columna de Jairo Parada, nos aclara parte de lo que está sucediendo en Estados Unidos en el Congreso Norteamericano.



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Sigue la incertidumbre
Por Jairo Parada

Resulta difícil saber cuántas decisiones de inversión hoy en el mundo y el país están siendo aplazadas debido a la incertidumbre creada por los eventos políticos en los Estados Unidos.
El partido republicano, utilizando su mayoría en la Cámara de Representantes, sigue poniéndole palos en la rueda a la recuperación norteamericana, negándose a financiar los gastos del gobierno federal y bloqueando el aumento del techo de la deuda pública de los Estados Unidos. Pretenden, en forma absurda, suspender la ley de Obama en salud, ya vigente, a pesar de haber perdido las elecciones presidenciales y no tener mayoría en el Senado.

El bloqueo al aumento del techo de la deuda, se hace en nombre de la racionalidad fiscal y el equilibrio presupuestal. Se alega que el gobierno, como cualquier hogar o empresa, no puede gastar más de lo que recibe. Debe imponerse por tanto, un alto recorte fiscal. Este es el típico caso de cómo una teoría equivocada en Macroeconomía y finanzas públicas, puede llevar a un país al desastre, y de paso a la economía mundial.

Precisamente, el gobierno federal de los Estados Unidos, es el único agente de la economía que puede hacer precisamente lo que no pueden hacer los otros agentes: tiene la potestad de emitir su propio dinero a través de la Reserva Federal y utilizarlo para financiar su gasto. El techo de la deuda se ha elevado decenas de veces sin ningún problema. Así continuará siendo mientras el resto del mundo esté dispuesto a recibir dólares. A los Estados Unidos no les importa inyectar más dólares a la economía mundial pues un dólar devaluado favorece sus exportaciones y dificulta sus importaciones.

 
Además, todo el mundo desea tener su riqueza en bonos del tesoro de los Estados Unidos. El dinero es una criatura del estado, decía Knapp, en sólo un sistema de débitos y créditos establecido por el mismo. No es una cosa, ni nada tiene que ver con el “valor” de algo llamado oro, euro, etc. Es una institución decía Dudley Dillard, y su valor depende de la confianza de los agentes económicos. Los Estados Unidos pueden emitir deuda adicional mientras haya confianza en el mundo y no haya inflación desbocada.

Por lo anterior, una cesación de pagos de Estados Unidos por la terquedad e ignorancia republicana, tendría consecuencias catastróficas para el resto del mundo. El euro y el yen se revaluarían, generando más recesión en Europa y Japón, y China se vería afectada en sus trillones de reservas en dólares. Lo anterior, unido a la pérdida de velocidad que vive el proceso de globalización, sepultaría las esperanzas de aquellos países que creen que a punta de TLC van a salir de sus problemas.
En efecto, en el último número de la Revista The Economist, un trabajo especial de Greg Ip señala que el mundo empieza a vivir los efectos de la “pausa” de la globalización, pues las rejas y garitas a los procesos de liberalización se han ido levantando.

Todos los países desean protegerse de los flujos desestabilizadores de capital y los desbordes de las importaciones. Las trabas a los movimientos de la inversión extranjera siguen aumentando en todas partes, y los gobiernos protegen sus mercados domésticos. En fin, se vienen cambios a la liberalización excesiva, algo que los hacedores de política económica en Colombia siguen sin tomar nota. Por ello, prudencia al elaborar los presupuestos públicos y seguir firmando TLC a la loca.

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