J. Enrique Ríos fue el hombre que me enseñó
a hacer periodismo. Logró que me enamorara de esta profesión. Y me ha gustado
tanto, que me gozo lo que hago.
J. me invitó a que lo acompañara a una
ceremonia, en la que el diario El Colombiano premiaba el miércoles 27 de
febrero a 25 personas –incluido él-, como Colombianos Ejemplares.
Les debo confesar que allí, en esa noche,
no había ninguna presa mala. Todos, excelentes colombianos, que logran que nos
quitemos el sombrero por sus logros.
Lo que ha logrado J. sin ingresar a un aula
universitaria, siento que ningún colombiano lo podrá lograr. J. Enrique Ríos
Calderón es, para mí, es un ejemplar irrepetible. Aprendió al lado de los
empresarios. “Tirándoselas de pendejo”. Pero de pendejo, NO tenía ni un solo
pelo.
Lo admiro desde que entré a su oficina en
RCN Atlántico, en 1974 para probarme, a ver si podía hacer parte de su equipo,
en el que estaban Jaime Rueda Domínguez y Gilberto Marenco Better, y hasta este
momento en el que me encuentro (su
residencia), para exaltar su labor periodística. Este es el abrebocas de una
nota más amplia sobre él… Ahora dejemos que el redactor de El Colombiano, lo
exprese con sus propias palabras.
RADAR,luisemilioradaconrado.
INCLUYE este video:
Esta es la nota de EL COLOMBIANO:
J. Enrique, el periodista de los números
Dijo el escritor Alberto Aguirre del
periodista J. Enrique Ríos que este tiene "una memoria prodigiosa,
que palpita como recién nacida".
Y es cierto, su historia, que es la historia del
Noticiero Económico Antioqueño, la cuenta de golpe, con detalle y sin recortes.
En la sala de su casa —que no es la misma desde que su esposa Graciela murió hace unos meses— hay un cuadro generoso con una escena bíblica famosa: Isaac sobre el altar del sacrificio, Abraham cuchillo en mano y el Ángel de Jehová interviniendo. "Es la prueba más grande de la fe", dice Jota, que mientras hila su historia no deja de adjudicarle responsabilidades a Dios: "me ayudó, me preparó".
En la sala de su casa —que no es la misma desde que su esposa Graciela murió hace unos meses— hay un cuadro generoso con una escena bíblica famosa: Isaac sobre el altar del sacrificio, Abraham cuchillo en mano y el Ángel de Jehová interviniendo. "Es la prueba más grande de la fe", dice Jota, que mientras hila su historia no deja de adjudicarle responsabilidades a Dios: "me ayudó, me preparó".
También tiene, ya en el estudio, una foto de su época de ciclista mientras
llega a la meta ganando una carrera; hay otra en la que lo acompaña un
muchachito, un aficionado. "Ese es ‘Cochise’, yo fui entrenador de
él", dice con una sonrisa, igual que el mago que saca la carta que
escondía bajo la manga.
Siendo un adolescente, después de tres años de disciplina, oraciones y leer el Nuevo Testamento, el sacerdote Jesús Emilio Jaramillo lo sacó del seminario por sus críticas a las normas, específicamente una: no le gustaba que leyeran las cartas que le llegaban de Virginias (Puerto Berrío), donde vivía su familia, y menos que las propias las revisara el prefecto antes de ser selladas. Años después, para su matrimonio con Graciela, ya libre de la rabia juvenil, buscó al padre Jaramillo para que oficiara la ceremonia, lo hizo y también bautizó a sus cinco hijos: Claudia, Jorge, Juan, Jaime y Carolina.
Siendo un adolescente, después de tres años de disciplina, oraciones y leer el Nuevo Testamento, el sacerdote Jesús Emilio Jaramillo lo sacó del seminario por sus críticas a las normas, específicamente una: no le gustaba que leyeran las cartas que le llegaban de Virginias (Puerto Berrío), donde vivía su familia, y menos que las propias las revisara el prefecto antes de ser selladas. Años después, para su matrimonio con Graciela, ya libre de la rabia juvenil, buscó al padre Jaramillo para que oficiara la ceremonia, lo hizo y también bautizó a sus cinco hijos: Claudia, Jorge, Juan, Jaime y Carolina.
Su vida de periodista empezó después del ciclismo en el diario El Correo, de
donde salió y después, a los años, como una forma de hacer algo que otros no,
se inventó el Noticiero Económico Antioqueño, que primero gozó de espacio en
Caracol y luego en Radio Súper y que ahora se transmite en la emisora de la
Cámara de Comercio.
Empezó el primero de mayo de 1975 con un principio: la duda. No sabía nada del tema y ese fue el éxito, hubo pedagogía, clases de economía para los oyentes de todos los días y el florecimiento de la industria antioqueña le dio un empujón.
Empezó el primero de mayo de 1975 con un principio: la duda. No sabía nada del tema y ese fue el éxito, hubo pedagogía, clases de economía para los oyentes de todos los días y el florecimiento de la industria antioqueña le dio un empujón.
Hoy, después de los años y la jubilación, repite:
"El periodista tiene que hacerse el que no sabe, así crea que conoce el
tema"
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