jueves, 26 de junio de 2008
¡Vaya!… ¡Qué valla!... la de Juan Valdez y su mula baya…
Hoy, bien temprano, ‘boté la piedra’… ¿o acaso la
‘voté’…? A quienes no somos comunicadores sociales profesionales,
tecnólogos o técnicos, ni periodistas profesionalizados ni nada
parecido; a quienes nunca hemos sucumbido ante la avalancha vergonzosa
de Seminarios, Diplomados, Postgrados, Especializaciones, y toda esa
amplia gama de mercachifles procedimientos pedagógicos, ofrecidos en el
casi delincuencial ámbito de Internet; a quienes jamás hemos pasado por
‘la Academia’, ni siquiera a bordo de un taxi; a quienes no somos más
que anónimos y fervorosos lectores, ávidos de información bien
presentada, la recurrencia de crasos y elementales errores, -por eso
imperdonables- en los medios de comunicación, nos afecta de manera
visceral y considerable. Es por eso que hoy, ‘tengo la piedra afuera’…
Bien conocida es mi vinculación sentimental con EL INFORMADOR, un diario que por su tradición democrática y su innegable y positiva labor en pro del bienestar departamental, merece el respeto y la admiración de los magdalenenses, más allá de las perniciosas diferencias políticas y de las disímiles versiones en torno a múltiples temas. Así que… ‘entre más amistad, más claridad’…
El último vacile de Currimbi
¡Yo tampoco quería que te fueras, querido Currimbi!… Y lo lamento más ahora, porque el obituario que consignaba tu partida, en este diario, significó también la referencia necrológica y arbitraria de la Ortografía, absurdamente sepultada por un descuido inexcusable, que ante la falta de responsable aparente, debe ser asumido y compartido por la empresa editorial y los profesionales de la comunicación a ella vinculados.…
Sin duda, la intención periodística era buena. El título, apropiado, oportuno y sonoro, sugerente de una comprensible carga emocional, típica de una región como la nuestra, pletórica de sentimiento caribe, en donde todos, -unos más, otros menos- vivimos impregnados de salsa y vallenato, en un goce indescriptible del más puro ‘vacile’ existencialista… ¿Cierto mi llave?...
En mi sentir, ‘el último adiós a Currimbi’, además de emocionado y efusivo, indeleble y doloroso, debió ser también, ‘ortográficamente correcto’… pero ‘la embarraron’… Mis entrañables amigos de EL INFORMADOR, la ‘embarraron bien embarrada’…
Por tanto, no resisto las ganas de recordarles la existencia de algunas palabras, llamadas ‘homófonas’, de similar sonido, pero de escritura y semántica diferentes, entre ellas, ‘vaya’, ‘valla’ y ‘baya’… Debo, además, invitarlos a emplear los diversos signos creados para satisfacer las innumerables necesidades lingüísticas encontradas a cada paso. Retitulemos la nota que origina mi sincero lamento: ¡Ay Currimbi!... ¡No te vayas!...
Si por acá llueve… por allá no escampa…
Pero si este monumental descalabro idiomático ocurrió por los lados de EL INFORMADOR, ‘la metida de pata del vecino de patio’, HOY DIARIO DEL MAGDALENA, no es menos escandalosa.
Bien conocida es mi vinculación sentimental con EL INFORMADOR, un diario que por su tradición democrática y su innegable y positiva labor en pro del bienestar departamental, merece el respeto y la admiración de los magdalenenses, más allá de las perniciosas diferencias políticas y de las disímiles versiones en torno a múltiples temas. Así que… ‘entre más amistad, más claridad’…
El último vacile de Currimbi
¡Yo tampoco quería que te fueras, querido Currimbi!… Y lo lamento más ahora, porque el obituario que consignaba tu partida, en este diario, significó también la referencia necrológica y arbitraria de la Ortografía, absurdamente sepultada por un descuido inexcusable, que ante la falta de responsable aparente, debe ser asumido y compartido por la empresa editorial y los profesionales de la comunicación a ella vinculados.…
Sin duda, la intención periodística era buena. El título, apropiado, oportuno y sonoro, sugerente de una comprensible carga emocional, típica de una región como la nuestra, pletórica de sentimiento caribe, en donde todos, -unos más, otros menos- vivimos impregnados de salsa y vallenato, en un goce indescriptible del más puro ‘vacile’ existencialista… ¿Cierto mi llave?...
En mi sentir, ‘el último adiós a Currimbi’, además de emocionado y efusivo, indeleble y doloroso, debió ser también, ‘ortográficamente correcto’… pero ‘la embarraron’… Mis entrañables amigos de EL INFORMADOR, la ‘embarraron bien embarrada’…
Por tanto, no resisto las ganas de recordarles la existencia de algunas palabras, llamadas ‘homófonas’, de similar sonido, pero de escritura y semántica diferentes, entre ellas, ‘vaya’, ‘valla’ y ‘baya’… Debo, además, invitarlos a emplear los diversos signos creados para satisfacer las innumerables necesidades lingüísticas encontradas a cada paso. Retitulemos la nota que origina mi sincero lamento: ¡Ay Currimbi!... ¡No te vayas!...
Si por acá llueve… por allá no escampa…
Pero si este monumental descalabro idiomático ocurrió por los lados de EL INFORMADOR, ‘la metida de pata del vecino de patio’, HOY DIARIO DEL MAGDALENA, no es menos escandalosa.
Para
correctores y redactores del importante medio, es válido también el
repaso anterior sobre palabras homófonas, y específicamente, ‘hay’, ‘ahí’, ‘ay’… El también desconocido autor de la nota, debió escribir: ¡Ay Currimbi… no te vayas!...
Resulta inconcebible confundir una elemental inflexión del verbo 'haber', con una expresión también elemental, que acompañada de los signos pertinentes, podría sugerir ‘dolor’, ‘alegría’ u otras sensaciones derivadas del respectivo contexto.
El dinámico y funcional desarrollo de la comunicación actual, respondiendo plenamente a lo vaticinado por McLujan, ha institucionalizado la figura del ‘Defensor’ en los distintos medios, con la sabia intención de reducir el irrespeto frecuente de comunicadores y columnistas, al desprevenido usuario. Mientras la quijotesca figura aparece por estos lares… ¿Quién podrá defendernos?... Los lectores somos ‘muertos sin dolientes’…
¿Ajá y entonces? En los casos referidos… ¿quién tuvo la culpa? Sin duda, ‘el tubo tuvo la culpa’…
Resulta inconcebible confundir una elemental inflexión del verbo 'haber', con una expresión también elemental, que acompañada de los signos pertinentes, podría sugerir ‘dolor’, ‘alegría’ u otras sensaciones derivadas del respectivo contexto.
El dinámico y funcional desarrollo de la comunicación actual, respondiendo plenamente a lo vaticinado por McLujan, ha institucionalizado la figura del ‘Defensor’ en los distintos medios, con la sabia intención de reducir el irrespeto frecuente de comunicadores y columnistas, al desprevenido usuario. Mientras la quijotesca figura aparece por estos lares… ¿Quién podrá defendernos?... Los lectores somos ‘muertos sin dolientes’…
¿Ajá y entonces? En los casos referidos… ¿quién tuvo la culpa? Sin duda, ‘el tubo tuvo la culpa’…
jueves, 19 de junio de 2008
El discutible papel de los medios en los llamados “paseos de la muerte”… y otras cositas
Semillero de periodistas 'Álvaro Cepeda Samudio'
Algunos
estigmas y creencias generalizadas, no son más que la injusta
consecuencia de irresponsables y lacerantes aseveraciones, provenientes
de parte afectada, tomadas en momentos y circunstancias inadecuados, e
hiperbólicamente difundidas y ampliadas sin consideraciones previas, por
los medios de comunicación, siempre ávidos de morboso sensacionalismo.
Los seudo reporteros que atienden estos lamentables eventos, -dolorosos en demasía- son azuzados por caricaturescos y sapientes jefes o directores, siempre refugiados en sus impenetrables y lúgubres reinos, lejos del riesgo impensable que implica el ejercicio digno y recto de la actividad periodística en nuestra Nación.
Es claro que ante la premura y el mortificante acoso de sus empleadores, los afanados reporteros ‘se ponen de ruana’ el ponderado principio del ‘equilibrio informativo’. Como en una ensayada comedia teatral, acuden al escenario de los hechos, abren micrófonos, activan grabadoras y encienden videocámaras, alardean de un inusitado y febril entusiasmo, y marcan territorio en el teatro de los acontecimientos, incluso a punta de codos y obscenidades, en aras de captar la reacción primaria y visceral de los padres o más cercanos familiares del fallecido, generalmente un infante de bajo estrato.
Minutos después, los distinguidos y respetables reporteros, casi siempre afectados por la urticaria que les genera el pernicioso ‘Síndrome de la Chiva’, trasmiten vía celular o mediante cualquier otro medio, -de los muchos que entrega la admirable tecnología de hoy- imágenes sin editar de histéricas y despelucadas madres, y difunden con incomprensible satisfacción, las patéticas declaraciones de padres impulsados por el más grande de los dolores: La muerte de un hijo, sin importar las circunstancias en que ocurra.
Triste, por decir lo menos, escuchar a ‘los muchachos de la prensa’, haciendo preguntas con ‘el deseo de la respuesta’, forzando a las cándidas ‘víctimas’ del momento, a decir lo que no piensen ni desean: “¿Pero ustedes van a impetrar una demanda contra el médico y esta entidad… cierto?” “¿O sea que a su hijo le dieron el paseo de la muerte?”
Con frecuencia, los tales ‘paseos de la muerte’ tienen su real causa en la insensatez de los mismos familiares, que una vez detectada cualquier sintomatología en sus niños, despreciando la medicina tradicional, formal, científica, acuden a los cientos de consultorios homeopáticos y esotéricos centros instalados en cualquier garaje, o consultan a la bruja de Gaira, la adivina de Bastidas, la pitonisa de Curinca, la bruja de Fonseca, al médico de San Juan, al indio Manuel María, o lo llevan a rezar donde la niña Juana, porque en el sentir de la abuela, ‘el niño seguro que está ojeado… ¡como es tan gracioso!’…
Los seudo reporteros que atienden estos lamentables eventos, -dolorosos en demasía- son azuzados por caricaturescos y sapientes jefes o directores, siempre refugiados en sus impenetrables y lúgubres reinos, lejos del riesgo impensable que implica el ejercicio digno y recto de la actividad periodística en nuestra Nación.
Es claro que ante la premura y el mortificante acoso de sus empleadores, los afanados reporteros ‘se ponen de ruana’ el ponderado principio del ‘equilibrio informativo’. Como en una ensayada comedia teatral, acuden al escenario de los hechos, abren micrófonos, activan grabadoras y encienden videocámaras, alardean de un inusitado y febril entusiasmo, y marcan territorio en el teatro de los acontecimientos, incluso a punta de codos y obscenidades, en aras de captar la reacción primaria y visceral de los padres o más cercanos familiares del fallecido, generalmente un infante de bajo estrato.
Minutos después, los distinguidos y respetables reporteros, casi siempre afectados por la urticaria que les genera el pernicioso ‘Síndrome de la Chiva’, trasmiten vía celular o mediante cualquier otro medio, -de los muchos que entrega la admirable tecnología de hoy- imágenes sin editar de histéricas y despelucadas madres, y difunden con incomprensible satisfacción, las patéticas declaraciones de padres impulsados por el más grande de los dolores: La muerte de un hijo, sin importar las circunstancias en que ocurra.
Triste, por decir lo menos, escuchar a ‘los muchachos de la prensa’, haciendo preguntas con ‘el deseo de la respuesta’, forzando a las cándidas ‘víctimas’ del momento, a decir lo que no piensen ni desean: “¿Pero ustedes van a impetrar una demanda contra el médico y esta entidad… cierto?” “¿O sea que a su hijo le dieron el paseo de la muerte?”
Con frecuencia, los tales ‘paseos de la muerte’ tienen su real causa en la insensatez de los mismos familiares, que una vez detectada cualquier sintomatología en sus niños, despreciando la medicina tradicional, formal, científica, acuden a los cientos de consultorios homeopáticos y esotéricos centros instalados en cualquier garaje, o consultan a la bruja de Gaira, la adivina de Bastidas, la pitonisa de Curinca, la bruja de Fonseca, al médico de San Juan, al indio Manuel María, o lo llevan a rezar donde la niña Juana, porque en el sentir de la abuela, ‘el niño seguro que está ojeado… ¡como es tan gracioso!’…
Es
obvio que después del maratónico recorrido por tan excéntricos centros
de medicina alternativa y de la cumplida asistencia a tratamientos
diseñados por extravagantes estafadores del zodíaco, de la aplicación al
pie de la letra de exóticos menjurjes y amarillentas lociones, el
desenlace fatal resulte inexorable…
Entonces, en un acto indigno y deshonesto, de complicidad tácita o expresa, padres y familiares ocultan cínicamente el itinerario cumplido antes de llegar a donde debieron ir desde un principio… Ahora es el infortunado médico de turno quien está “en calzas prietas”, por culpa de padres ignorantes y de comunicadores que se toman funciones que no les son propias, y de manera irreflexiva, sindican, enjuician, condenan y penalizan en sus distintos medios, a honestos profesionales de la salud en sus diversas áreas.
Una vez terminado el ya familiar y dramático episodio ‘tercer mundista’, veremos en los horarios noticiosos, que una cámara nos muestra el bien presentado, pero en este caso inútil portal de alguna entidad prestadora de salud, y luego de escuchar una deplorable narración de los hechos, el informe cierra con un lamentable ‘close up’ de la madre adolorida y en comprensible trance semi epiléptico.
Los muchachos de la prensa comienzan a relajarse. Creen haber cumplido con el sagrado deber de informar, fielmente ceñidos al rigor periodístico del que tanto les hablaron aquellos apergaminados e inefables profesores de sus costosas universidades.
Pero inexplicablemente, los entusiastas comunicadores, que aún recuerdan con singular nostalgia las interminables y trepidantes tertulias vividas en la alcahuete cafetería de la sede universitaria donde cursaron sus estudios, e impregnados todavía del aroma inmamable y petulante de ‘la academia’, y siendo como son, participantes frecuentes en vergonzosos y mercachifles eventos, llamados pomposamente Seminarios, Diplomados, Postgrados y Especializaciones, olvidan escandalosamente el más importante presupuesto del periodismo democrático y responsable: El equilibrio informativo.
Al médico involucrado no se le consulta, a pesar de su involuntario papel protagónico en la indeseada situación. No se le concede la oportunidad de defenderse. Los periodistas no indagan suficientemente, no ejercitan sus presumibles condiciones de sabuesos… Si lo hicieren, descubrirían que casi siempre, la responsabilidad de tan lamentables hechos debe ser atribuida al sistema de salud imperante, por su injustificable tramitología, y pocas veces a los médicos vinculados.
Mientras episodios como el descrito se desarrollan y esparcen en el intangible y etéreo ámbito de la radio y la televisión, - por cierto, los medios menos exigentes para el ejercicio periodístico profesional- en las estresantes salas de redacción de los diarios, algunos medianamente serios, otros un tanto menos, y unos terceros, entre divertidos y pintorescos, amarillentos y de fúnebre perfil, pisoteadores cotidianos de la honra y la dignidad ajenas, se efectúan acaloradas reuniones para debatir algunos aspectos relacionados con la más impactante presentación del hecho noticioso, atinente al fallecimiento de otro niño, ‘ad portas’ de cualquier centro de salud. Los esforzados e ilustres participantes, dicen terminar exhaustos después de tan exigente ejercicio intelectual.
Bien temprano, los fieles lectores de cada medio, encuentran titulares insólitamente coincidentes: “Otro paseo de la muerte”… ¡Genial! ¡Incomparable! ¡Soberbio! ¡Inteligente! Se agotan los calificativos para reconocer y alabar el portentoso ingenio y la originalidad de estos inmarcesibles y deslumbrantes trabajadores de la prensa.
Tanto, que después de aquel brillante y descomunal esfuerzo intelectual, se ha vuelto costumbre que los redactores y tituladores responsables de tan luctuosas informaciones, soliciten y se les conceda ‘ipso facto’, permiso remunerado por varios días, con la intención de facilitar el cumplimiento cabal y preciso de algunos procedimientos médicos estimados como imprescindibles, para la plena recuperación de aquellas circunstanciales víctimas del indeseable mal conocido como ‘surmenage’, es decir, una aguda y tormentosa ‘fatiga mental’, derivada del enorme esfuerzo realizado en conjunto, para darle forma definitiva al impecable y sabio titular.
En ninguna parte del mundo circula una noticia con mayor rapidez y eficacia que en nuestra querida aldea, la antiquísima Santa Marta, no precisamente porque los medios locales de comunicación posean modernísimas tecnologías y los más competentes e inquietos investigadores periodísticos, sino porque somos chismosos en esencia, eficaces, gratuitos y avezados difusores de malas noticias.
Una vez obtenido por la prensa el nombre del profesional de la medicina que atendió el caso, -casi siempre en la “Unidad de Urgencias’-, comienza una inconcebible y sádica bacanal en los sórdidos estudios de las emisoras. ¡La cacería ha comenzado! Una jauría de inefables periodistas, armados con la perversidad irreversible de dosis letales de concentrada maledicencia, lanza al aire sus más escondidos rencores y atávicos resentimientos, sin medir ni calcular las nefastas consecuencias de sus palabras y de sus controvertibles acciones.
Así, después de entregar públicamente el nombre completo del profesional comprometido en el hecho, además de la nomenclatura de su residencia, los números de sus teléfonos y entidades donde labora, colocando su integridad en claro riesgo, en un acto de irresponsabilidad suprema y colosal, luego de ‘atizar el fogón’, validos de pobrísimos y estereotipados argumentos referidos a niños famélicos y desamparados, de aludir a las históricas zonas margínales de la ciudad, del cacareado mal trato suministrado en las entidades de salud, a pacientes llegados de los sectores más vulnerables de nuestra folclórica y colorida aldea, de resaltar y sobredimensionar las diferencias sociales, abren micrófonos a osados oyentes, que de inmediato asumen poses de versados periodistas, y pontifican con sorprendente cinismo y torpeza incomparable, sobre lo divino y lo humano.
A juzgar por la actitud de admiración reverencial y evidente solidaridad conceptual asumida por los moderadores y periodistas participante apretujados en cabina, cada vez que alguno de los obtusos miembros de tan lamentable y difamante cofradía del aire toma la palabra, para insultar cobardemente a quienes no pueden responder con la oportunidad ni la eficacia deseada, las profanas y disonantes intervenciones de estos ‘escondidos sabios de cuadra’, intelectuales de ‘poca monta’, insoportables ‘planificadores de billar’, son tomadas por los integrantes del panel, como verdaderas cátedras de Sociología y Antropología Cultural.
Así es. Los casi intangibles señores de la referencia todo lo saben… Conocen la solución definitiva de los más neurálgicos e irresolutos problemas de la ciudad. Se anuncian como los originales precursores de la Mayéutica… Claro que nadie, salvo los periodistas en cabina, entiende tan galimáticas y fastidiosas peroratas.
Como van las cosas, es posible que la heterogénea y risible masa integrada por los estultos, desastrosos y difamantes corresponsales de barrio, -casi siempre politicastros llenos de frustraciones y resentimientos- termine desplazando a los comunicadores del rol protagónico que les corresponde, -por derecho propio- en el cubrimiento, difusión, análisis y seguimiento de los hechos noticiosos.
En fin… es hora de que nuestros comunicadores comiencen a hacer un periodismo integral, serio, y ajustado a los principios y normas que hoy rigen universalmente el ejercicio de esta apasionante actividad, considerada por algunos, ‘la profesión más bella del mundo’… Y como dicen en Taganga, “el que se escame es porque es pesca’o”…
Entonces, en un acto indigno y deshonesto, de complicidad tácita o expresa, padres y familiares ocultan cínicamente el itinerario cumplido antes de llegar a donde debieron ir desde un principio… Ahora es el infortunado médico de turno quien está “en calzas prietas”, por culpa de padres ignorantes y de comunicadores que se toman funciones que no les son propias, y de manera irreflexiva, sindican, enjuician, condenan y penalizan en sus distintos medios, a honestos profesionales de la salud en sus diversas áreas.
Una vez terminado el ya familiar y dramático episodio ‘tercer mundista’, veremos en los horarios noticiosos, que una cámara nos muestra el bien presentado, pero en este caso inútil portal de alguna entidad prestadora de salud, y luego de escuchar una deplorable narración de los hechos, el informe cierra con un lamentable ‘close up’ de la madre adolorida y en comprensible trance semi epiléptico.
Los muchachos de la prensa comienzan a relajarse. Creen haber cumplido con el sagrado deber de informar, fielmente ceñidos al rigor periodístico del que tanto les hablaron aquellos apergaminados e inefables profesores de sus costosas universidades.
Pero inexplicablemente, los entusiastas comunicadores, que aún recuerdan con singular nostalgia las interminables y trepidantes tertulias vividas en la alcahuete cafetería de la sede universitaria donde cursaron sus estudios, e impregnados todavía del aroma inmamable y petulante de ‘la academia’, y siendo como son, participantes frecuentes en vergonzosos y mercachifles eventos, llamados pomposamente Seminarios, Diplomados, Postgrados y Especializaciones, olvidan escandalosamente el más importante presupuesto del periodismo democrático y responsable: El equilibrio informativo.
Al médico involucrado no se le consulta, a pesar de su involuntario papel protagónico en la indeseada situación. No se le concede la oportunidad de defenderse. Los periodistas no indagan suficientemente, no ejercitan sus presumibles condiciones de sabuesos… Si lo hicieren, descubrirían que casi siempre, la responsabilidad de tan lamentables hechos debe ser atribuida al sistema de salud imperante, por su injustificable tramitología, y pocas veces a los médicos vinculados.
Mientras episodios como el descrito se desarrollan y esparcen en el intangible y etéreo ámbito de la radio y la televisión, - por cierto, los medios menos exigentes para el ejercicio periodístico profesional- en las estresantes salas de redacción de los diarios, algunos medianamente serios, otros un tanto menos, y unos terceros, entre divertidos y pintorescos, amarillentos y de fúnebre perfil, pisoteadores cotidianos de la honra y la dignidad ajenas, se efectúan acaloradas reuniones para debatir algunos aspectos relacionados con la más impactante presentación del hecho noticioso, atinente al fallecimiento de otro niño, ‘ad portas’ de cualquier centro de salud. Los esforzados e ilustres participantes, dicen terminar exhaustos después de tan exigente ejercicio intelectual.
Bien temprano, los fieles lectores de cada medio, encuentran titulares insólitamente coincidentes: “Otro paseo de la muerte”… ¡Genial! ¡Incomparable! ¡Soberbio! ¡Inteligente! Se agotan los calificativos para reconocer y alabar el portentoso ingenio y la originalidad de estos inmarcesibles y deslumbrantes trabajadores de la prensa.
Tanto, que después de aquel brillante y descomunal esfuerzo intelectual, se ha vuelto costumbre que los redactores y tituladores responsables de tan luctuosas informaciones, soliciten y se les conceda ‘ipso facto’, permiso remunerado por varios días, con la intención de facilitar el cumplimiento cabal y preciso de algunos procedimientos médicos estimados como imprescindibles, para la plena recuperación de aquellas circunstanciales víctimas del indeseable mal conocido como ‘surmenage’, es decir, una aguda y tormentosa ‘fatiga mental’, derivada del enorme esfuerzo realizado en conjunto, para darle forma definitiva al impecable y sabio titular.
En ninguna parte del mundo circula una noticia con mayor rapidez y eficacia que en nuestra querida aldea, la antiquísima Santa Marta, no precisamente porque los medios locales de comunicación posean modernísimas tecnologías y los más competentes e inquietos investigadores periodísticos, sino porque somos chismosos en esencia, eficaces, gratuitos y avezados difusores de malas noticias.
Una vez obtenido por la prensa el nombre del profesional de la medicina que atendió el caso, -casi siempre en la “Unidad de Urgencias’-, comienza una inconcebible y sádica bacanal en los sórdidos estudios de las emisoras. ¡La cacería ha comenzado! Una jauría de inefables periodistas, armados con la perversidad irreversible de dosis letales de concentrada maledicencia, lanza al aire sus más escondidos rencores y atávicos resentimientos, sin medir ni calcular las nefastas consecuencias de sus palabras y de sus controvertibles acciones.
Así, después de entregar públicamente el nombre completo del profesional comprometido en el hecho, además de la nomenclatura de su residencia, los números de sus teléfonos y entidades donde labora, colocando su integridad en claro riesgo, en un acto de irresponsabilidad suprema y colosal, luego de ‘atizar el fogón’, validos de pobrísimos y estereotipados argumentos referidos a niños famélicos y desamparados, de aludir a las históricas zonas margínales de la ciudad, del cacareado mal trato suministrado en las entidades de salud, a pacientes llegados de los sectores más vulnerables de nuestra folclórica y colorida aldea, de resaltar y sobredimensionar las diferencias sociales, abren micrófonos a osados oyentes, que de inmediato asumen poses de versados periodistas, y pontifican con sorprendente cinismo y torpeza incomparable, sobre lo divino y lo humano.
A juzgar por la actitud de admiración reverencial y evidente solidaridad conceptual asumida por los moderadores y periodistas participante apretujados en cabina, cada vez que alguno de los obtusos miembros de tan lamentable y difamante cofradía del aire toma la palabra, para insultar cobardemente a quienes no pueden responder con la oportunidad ni la eficacia deseada, las profanas y disonantes intervenciones de estos ‘escondidos sabios de cuadra’, intelectuales de ‘poca monta’, insoportables ‘planificadores de billar’, son tomadas por los integrantes del panel, como verdaderas cátedras de Sociología y Antropología Cultural.
Así es. Los casi intangibles señores de la referencia todo lo saben… Conocen la solución definitiva de los más neurálgicos e irresolutos problemas de la ciudad. Se anuncian como los originales precursores de la Mayéutica… Claro que nadie, salvo los periodistas en cabina, entiende tan galimáticas y fastidiosas peroratas.
Como van las cosas, es posible que la heterogénea y risible masa integrada por los estultos, desastrosos y difamantes corresponsales de barrio, -casi siempre politicastros llenos de frustraciones y resentimientos- termine desplazando a los comunicadores del rol protagónico que les corresponde, -por derecho propio- en el cubrimiento, difusión, análisis y seguimiento de los hechos noticiosos.
En fin… es hora de que nuestros comunicadores comiencen a hacer un periodismo integral, serio, y ajustado a los principios y normas que hoy rigen universalmente el ejercicio de esta apasionante actividad, considerada por algunos, ‘la profesión más bella del mundo’… Y como dicen en Taganga, “el que se escame es porque es pesca’o”…
miércoles, 11 de junio de 2008
El tema de ‘el tema’… Un tema monotemático…
A mi díscolo amigo Edgar Salas, ‘Felipe, el hijo desobediente’…
Supongo que el mal uso y el abuso de la palabreja ‘tema’
llegaron del sur, de donde vienen casi todas las anomalías lingüísticas
que tanto nos mortifican. Supongo también que su arribo fue facilitado
por la ampulosa y antipática verborrea de futbolistas, técnicos y ‘calanchines’ del medio deportivo. Son los mismos que a ‘el chance’ lo convirtieron en ‘la chance’, y a ‘entrenamiento’ en ‘entreno’, como dicen hoy los deslumbrantes jugadores del Unión Magdalena.
‘Tema’
es la muletilla de moda por estos tiempos. Parece innecesario recordar
el significado de muletilla, pero lo hago con el ánimo de dar más
claridad a esta nota. ‘Muletilla’ es una palabra o frase innecesaria,
repetida con insistencia en la conversación, por costumbre o como apoyo
al hablar. Bueno, vale, o sea, ¿me explico?, son ejemplos de
muletillas muy comunes. Es claro que son expresiones innecesarias,
comodines, palabras abstractas, que no aportan significado. Sirven para
todo, pero empobrecen la expresión oral.
En mi particular clasificación sobre personajes que usan y abusan de la palabrita ‘tema’, el primer lugar lo ocupa el alcalde de Bogotá, Samuel Moreno Rojas, - hijo de ‘capitana’ y nieto de ‘dictador’-, y siguiéndole muy de cerca, el flamante alcalde de Santa Marta, Juan Pablo Díaz Granados Pinedo, ‘Juanpi’ para sus amigos y periodistas más allegados, y por supuesto, para los concejales ‘de su sobaco’…
El verdadero cuento, respetado Juanpi, es trabajar por Santa Marta de manera efectiva y tangible. Y en ese tema, hay mucho que discutir…
Como es obvio, políticos de todas las layas, también se pasan el día con ‘el tema’ en la boca. El empobrecido término, resulta apropiado para ‘engatuzar’ a la gente. Para continuar jodiéndola.
Siempre
con el debido comedimiento, sugiero al señor alcalde samario, que se
aparte de la ‘moda temática’, y recuerde términos aproximados, que bien
podrían resultar valederos, puesto que poca veces encontramos sinonimias
exactas. Verbigracia, asunto, materia, trama, cuestión, argumento, contenido - idea, materia, motivo, sujeto... Claro que lo ideal es la supresión total de ‘el tema’… Hazlo por Santa Marta, Juanpi… te lo vamos a agradecer… ¡deja ese vacile y ponte a trabajar!…
Lo realmente preocupante no es que los funcionarios citados nos tengan ‘hasta la coronilla’
con ese ‘vacile’, sino que han encontrado un eco desbordado en los
comunicadores sociales, especialmente, entre los dedicados a la radio y a
la televisión.
Todavía, por fortuna, el ‘monotemático tema’, no ha logrado encajar en medios escritos. ¡Aléjalo, San Alejo!…
viernes, 6 de junio de 2008
Si en realidad los minutos se vendieran…
Estamos absolutamente familiarizados con la fantasiosa expresión. Nunca antes hubo una tan conocida… “Se venden minutos”. Es solo una ilusión creada por el reconocido espíritu de rebusque que nos caracteriza, pero muy lejos de la realidad.
Si ello fuere posible, muchos comprarían minutos por cientos de miles, a fin de hacerle pistola a la muerte, y prolongar así la llegada del fatídico momento de ‘estirar la pata’… Yo no los compraría para eso. Al fin y al cabo, la llegada de la muerte me importa un carajo.
Si ello fuere posible, muchos comprarían minutos por cientos de miles, a fin de hacerle pistola a la muerte, y prolongar así la llegada del fatídico momento de ‘estirar la pata’… Yo no los compraría para eso. Al fin y al cabo, la llegada de la muerte me importa un carajo.
La
mayoría de avisos y letreros mal elaborados, -que por cierto generan un
alto índice de contaminación visual- no especifica la clase de minutos
que venden, de forma que cualquier existencialista enguayabado podría
interpretar que son minutos de angustia, o una romántica jovenzuela
creer que se trata de minutos de amor y amistad inmarcesible.
A su vez, una viuda llena de cirugías podría pensar que son minutos de juventud. Y volverse loca comprándolos todos… En fin… ¿Se ha preguntado usted cuánto vale comprar un año, a 200 pesos el minuto? La hora saldría en $12.000, y un día de 24 horas en $288.000, así que un año no bisiesto costaría $95´120.000. Menos de 100 millones, una cifra pendeja para cualquier ‘traqueto de mala muerte’, o para un burócrata de ‘uña larga’, incluso para cualquier periodista samario ‘bien informado’.
Vendedores de minutos hay hasta en los más inverosímiles lugares: en los parques, a la entrada de las iglesias, a la salida de los cementerios, en los ‘culeaderos’, a domicilio, en las calles, en los buses… ¡Coño! Por todos lados, ‘cuadro’…
A propósito: ¿Quién sería el hijueputa que inventó la telefonía celular? Debió ser un malparido cabrón. No es fortuito que la aparición del fastidioso artefacto, coincida plenamente con el raudo incremento de las estadísticas en materia de ‘cacho corrido’…
A su vez, una viuda llena de cirugías podría pensar que son minutos de juventud. Y volverse loca comprándolos todos… En fin… ¿Se ha preguntado usted cuánto vale comprar un año, a 200 pesos el minuto? La hora saldría en $12.000, y un día de 24 horas en $288.000, así que un año no bisiesto costaría $95´120.000. Menos de 100 millones, una cifra pendeja para cualquier ‘traqueto de mala muerte’, o para un burócrata de ‘uña larga’, incluso para cualquier periodista samario ‘bien informado’.
Vendedores de minutos hay hasta en los más inverosímiles lugares: en los parques, a la entrada de las iglesias, a la salida de los cementerios, en los ‘culeaderos’, a domicilio, en las calles, en los buses… ¡Coño! Por todos lados, ‘cuadro’…
A propósito: ¿Quién sería el hijueputa que inventó la telefonía celular? Debió ser un malparido cabrón. No es fortuito que la aparición del fastidioso artefacto, coincida plenamente con el raudo incremento de las estadísticas en materia de ‘cacho corrido’…
Lo
cierto es que formamos parte de una sociedad esclavizada por el
alcahuete aparato. En esta ciudad de sol radiante y blancas arenas, creo
ser la única persona sin celular. Por tanto, soy mirado como un
auténtico cavernícola. ¿Saben lo que me importa? Supongo que sí…
Antes, las mujeres miraban ciertos aspectos de su posible novio o consorte… Ahora, sólo se fijan en el celular que portan… Antes, los potenciales suegros preguntaban a sus futuros yernos sobre los recursos que asegurarían el bienestar de la novia. Ahora preguntan: ¿Ajá loco… y cómo estamos de celular? Si antes se decía que ‘por la maleta se conoce al pasajero’, hoy es ‘por el celular que se conoce al marrano’.
Antes, las mujeres miraban ciertos aspectos de su posible novio o consorte… Ahora, sólo se fijan en el celular que portan… Antes, los potenciales suegros preguntaban a sus futuros yernos sobre los recursos que asegurarían el bienestar de la novia. Ahora preguntan: ¿Ajá loco… y cómo estamos de celular? Si antes se decía que ‘por la maleta se conoce al pasajero’, hoy es ‘por el celular que se conoce al marrano’.
Así es el cuento de la venta de minutos de telefonía celular… No es muy legal… pero es muy colombiano…
martes, 27 de mayo de 2008
‘Los campaneros’: Alguna vez fueron grandes comunicadores…
Semillero de Periodistas ‘Álvaro Cepeda Samudio’
Durante siglos, la iglesia se valió de la campana y de sus expertos tocadores, como los instrumentos adecuados para llamar al pueblo a lo sagrado, en razón del fácil esparcimiento de su sonido, capaz de vencer las barreras de la lengua y los estorbos de la distancia.
Durante siglos, la iglesia se valió de la campana y de sus expertos tocadores, como los instrumentos adecuados para llamar al pueblo a lo sagrado, en razón del fácil esparcimiento de su sonido, capaz de vencer las barreras de la lengua y los estorbos de la distancia.
Así,
las campanas constituían, de acuerdo con el nivel de desarrollo
tecnológico de su tiempo, uno de los medios de comunicación a distancia
más eficaces. Existían otros, de gran rapidez de difusión, como los
sistemas de fogatas, por ejemplo, cuya señal luminosa recorría cada
noche las torres de vigía de las costas, previniendo la llegada de
piratas.
Pero
los toques de campanas tenían una gran ventaja respecto de cualquier
otro medio, ventaja que aún hoy les hace insuperables en algunos casos:
no era preciso estar atento, mirando hacia la torre que emitía mensajes
mediante destellos de colores, de sus fogatas o de sus banderas. Las
campanas, a través de sus distintas combinaciones sonoras, llegaban
instantáneamente a toda la comunidad.
No
había que comprar ningún impreso; tampoco era preciso el empleo de
ningún aparato. En el mismo momento toda la comunidad recibía
informaciones de interés para el grupo. Las campanas se construían
pensando en el alcance de sus sonidos, es decir, intentando superar los
límites comunitarios, con lo que cumplían un doble fin: informar a toda
la comunidad, llegando hasta sus límites, y superar esos límites, para
recordar a los grupos vecinos la grandeza del propio.
En
cuanto al campanero, durante muchos años hubo una doble y
contradictoria visión de su trabajo, desde el punto de vista de quienes
le encargaban la misión de anunciar y transmitir información. Por un
lado, el campanero era miembro de los más bajos estratos de la sociedad,
y por otro, era férreamente controlado para producir y transmitir los
mensajes requeridos según las circunstancias y necesidades de la
comunidad.
Quiero
decir con todo esto que los toques de campanas eran realmente
complicados, que debían ser interpretados de manera muy rígida, puesto
que estaban enviando información de manera abstracta, convencional, de
modo que cualquier cambio en el ritmo o en la combinación de campanas,
podía alterar el mensaje o volverlo incomprensible. Sin embargo, su
exigente y controlado trabajo, era considerado como sencillo, al alcance
de cualquiera.
En los años sesenta ocurre
un curioso y lamentable fenómeno: Los campaneros, rurales y urbanos,
son sustituidos por motores. En algunos casos, sobre todo en los
pueblos, se agudiza la emigración y el despoblamiento de los pequeños
núcleos. En las ciudades, cuya población sigue creciendo, los campaneros
se convierten en una exótica especie en vía de extinción.
Los
nostálgicos campaneros comenzaron a desaparecer. Se impuso la necesidad
del motor, que marcha con un pulsador y desde entonces las campanas
ruedan monótonas, sin alma ni vibración y sin posibilidad de encadenarse
en la armonía de unas combinaciones que antaño, convertían las torres
de las iglesias en sitios de cotidianos conciertos...
Con la electrificación de las campanas se fueron los buenos campaneros, y significó también, la frustración de nuevas generaciones de personas dedicadas a este digno y noble oficio. Vale anotar, que tradicionalmente las casas quedaban al nivel de la iglesia y la torre se erguía por encima, facilitando la difusión de los sonidos y la identificación de los mensajes.
Ya no hace falta que nadie suba a lo alto del campanario, salvo en caso de emergencia, falta de energía eléctrica, por ejemplo. Ya no hacen falta cuerdas. Ya no hace falta aquel salto en el aire, apoyando los pies en la pared, para vencer con el peso del cuerpo el peso muerto de las campanas. Ya no hace falta: las campanas han sido electrificadas...
Todo va actualizándose. Las costumbres cambian. Son otras las necesidades. La industria y el campo se ponen al día, y por tanto, la Iglesia también. La técnica alcanza superiores niveles; la cultura y el arte son fundamentales en la vida humana; son mayores las aspiraciones, más altas las metas...El tiempo barre muchas cosas… se llevó a las campanas y a los campaneros, es decir, a medios de comunicación y a valiosos comunicadores por antonomasia…
La verdad es que la ausencia de los hermosos toques de campanas, en mañanas y tardes pueblerinas, llevando múltiples mensajes, códigos musicales que la comunidad interpretaba a la perfección, no afectan sólo a la comunidad religiosa: Aquellas melodías, compartidas durante siglos, no debieron ser sustituidas sin un razonamiento previo, sin una reflexión colectiva, por métodos electrificados que esparcen ritmos empobrecidos, sin el alma y la vibración que los campaneros les imprimían…
Con la electrificación de las campanas se fueron los buenos campaneros, y significó también, la frustración de nuevas generaciones de personas dedicadas a este digno y noble oficio. Vale anotar, que tradicionalmente las casas quedaban al nivel de la iglesia y la torre se erguía por encima, facilitando la difusión de los sonidos y la identificación de los mensajes.
Ya no hace falta que nadie suba a lo alto del campanario, salvo en caso de emergencia, falta de energía eléctrica, por ejemplo. Ya no hacen falta cuerdas. Ya no hace falta aquel salto en el aire, apoyando los pies en la pared, para vencer con el peso del cuerpo el peso muerto de las campanas. Ya no hace falta: las campanas han sido electrificadas...
Todo va actualizándose. Las costumbres cambian. Son otras las necesidades. La industria y el campo se ponen al día, y por tanto, la Iglesia también. La técnica alcanza superiores niveles; la cultura y el arte son fundamentales en la vida humana; son mayores las aspiraciones, más altas las metas...El tiempo barre muchas cosas… se llevó a las campanas y a los campaneros, es decir, a medios de comunicación y a valiosos comunicadores por antonomasia…
La verdad es que la ausencia de los hermosos toques de campanas, en mañanas y tardes pueblerinas, llevando múltiples mensajes, códigos musicales que la comunidad interpretaba a la perfección, no afectan sólo a la comunidad religiosa: Aquellas melodías, compartidas durante siglos, no debieron ser sustituidas sin un razonamiento previo, sin una reflexión colectiva, por métodos electrificados que esparcen ritmos empobrecidos, sin el alma y la vibración que los campaneros les imprimían…
miércoles, 21 de mayo de 2008
La televisión: Creadora de una lánguida ‘sociedad solitaria’…
Semillero de Periodistas “Álvaro Cepeda Samudio”
Algunos temas se vuelven repetitivos en el tratamiento periodístico. Uno de ellos es el bajo nivel de lectura de los colombianos, especialmente, en el sector juvenil. Pero en nuestro sentir, no señalan al principal responsable de la vergonzosa circunstancia: ‘La televisión’.
La ‘caja mágica’ o ‘caja boba’, es la primera escuela del niño. Es una escuela divertida, sin castigos, sin tareas, en contraste con la aburrida escuela de las clases diarias. A esta escuela inicial, el infante dedica horas y horas, incluso antes de aprender a leer y a escribir.
Miles de padres abandonan a sus hijos frente al televisor, otorgándole a la ‘cajita endiablada’, -como también la llaman algunos teóricos de la comunicación- las funciones de niñera. De esta manera, la televisión condiciona, ‘educa’, aconseja, forma y define los rasgos espirituales, morales y sociales del ‘pequeño angelito’.
Es frecuente escuchar de algunos padres, exclamaciones de orgullo, porque su hijo, de sólo tres años, ‘es tan inteligente que habla como grande’. Este aparente motivo de exaltación, en realidad, debería ser causa de alarma: Algo no anda bien…
El niño es una esponja que absorbe todo lo que muestra la parafernálica televisión. De modo que la abrumadora cantidad de disímiles programas, -comics, telenovelas, videos musicales de contenido violento y/o sexual- o la variedad de ofertas que encuentra en la televisión por cable, introduce en el niño un lenguaje y un comportamiento que lo alejan rápidamente de su naturaleza infantil. Por eso ‘habla como grande’… Pero tal condición no lo hace más inteligente…
Ahora que la silla de ruedas está a punto de volverme teleadicto, en mi sentir, el gran peligro de la televisión, radica en que la tal cajita nos vuelve esclavos de la apreciación de imágenes, de manera que reduce y empobrece notablemente la capacidad de comprensión de lectura. Es la incontrovertible primacía de la imagen sobre el texto.
Así las cosas, la televisión no obliga al niño a pensar; sólo tiene que dejarse llevar por llamativas y truculentas imágenes que estimulan sensaciones, mientras su cerebro permanece ocioso. El funesto resultado de la situación descrita, es la ostensible incapacidad del niño para la comprensión del más elemental de los textos.
No es descabellado afirmar, que la televisión, en su lamentable papel de niñera, está formando personas aisladas, solitarias, pasivas e indiferentes. Los niños de hoy, control en mano, acostumbran a recorrer los canales del televisor que los ‘papis’ dejan a su completa disposición. Por supuesto, habituado a tal variedad, ese niño no podrá concentrarse unos minutos en la misma página de un libro cualquiera. Y por ahora, los libros vienen sin control remoto…
De forma que la televisión ha contribuido a conformar una lánguida ‘sociedad solitaria’, aunque la expresión parezca contradictoria. Y para colmo de males, la Internet duplica el problema, al transformar la particular soledad del infante, en una gigantesca y deprimente soledad, creando la ilusión del diálogo con personas distantes, en lejanos países, mientras no tiene una real y adecuada comunicación con sus padres. Simplemente, vive solitario en su propio hogar…
Los esfuerzos que se han hecho desde algunos sectores, para mejorar el contenido y modificar los horarios de las programaciones televisivas, han resultado infructuosos. “Poderoso caballero es Don Dinero”.
Frente a tal realidad, resultaría adecuada la elaboración de sencillos planes pedagógicos por parte de las altas esferas educativas, con el propósito de enseñar a los niños a ver televisión. Si no es posible evitar que dediquen tántas horas a tan estéril actividad, pues entonces que lo hagan con la debida orientación.
Sin duda, es mejor convertirlos en precoces televidentes críticos. Que sean ellos quienes discutan en torno a los programas que ven a diario. Y así, podrían elaborar textos a partir de la programación que consumen, a solicitud de los profesores, para que de alguna manera, los hombres del mañana sean capaces de diferenciar el mundo real del mundo virtual. Y lo más importante: Que adquieran un compromiso más humano con su propia realidad.
Algunos temas se vuelven repetitivos en el tratamiento periodístico. Uno de ellos es el bajo nivel de lectura de los colombianos, especialmente, en el sector juvenil. Pero en nuestro sentir, no señalan al principal responsable de la vergonzosa circunstancia: ‘La televisión’.
La ‘caja mágica’ o ‘caja boba’, es la primera escuela del niño. Es una escuela divertida, sin castigos, sin tareas, en contraste con la aburrida escuela de las clases diarias. A esta escuela inicial, el infante dedica horas y horas, incluso antes de aprender a leer y a escribir.
Miles de padres abandonan a sus hijos frente al televisor, otorgándole a la ‘cajita endiablada’, -como también la llaman algunos teóricos de la comunicación- las funciones de niñera. De esta manera, la televisión condiciona, ‘educa’, aconseja, forma y define los rasgos espirituales, morales y sociales del ‘pequeño angelito’.
Es frecuente escuchar de algunos padres, exclamaciones de orgullo, porque su hijo, de sólo tres años, ‘es tan inteligente que habla como grande’. Este aparente motivo de exaltación, en realidad, debería ser causa de alarma: Algo no anda bien…
El niño es una esponja que absorbe todo lo que muestra la parafernálica televisión. De modo que la abrumadora cantidad de disímiles programas, -comics, telenovelas, videos musicales de contenido violento y/o sexual- o la variedad de ofertas que encuentra en la televisión por cable, introduce en el niño un lenguaje y un comportamiento que lo alejan rápidamente de su naturaleza infantil. Por eso ‘habla como grande’… Pero tal condición no lo hace más inteligente…
Ahora que la silla de ruedas está a punto de volverme teleadicto, en mi sentir, el gran peligro de la televisión, radica en que la tal cajita nos vuelve esclavos de la apreciación de imágenes, de manera que reduce y empobrece notablemente la capacidad de comprensión de lectura. Es la incontrovertible primacía de la imagen sobre el texto.
Así las cosas, la televisión no obliga al niño a pensar; sólo tiene que dejarse llevar por llamativas y truculentas imágenes que estimulan sensaciones, mientras su cerebro permanece ocioso. El funesto resultado de la situación descrita, es la ostensible incapacidad del niño para la comprensión del más elemental de los textos.
No es descabellado afirmar, que la televisión, en su lamentable papel de niñera, está formando personas aisladas, solitarias, pasivas e indiferentes. Los niños de hoy, control en mano, acostumbran a recorrer los canales del televisor que los ‘papis’ dejan a su completa disposición. Por supuesto, habituado a tal variedad, ese niño no podrá concentrarse unos minutos en la misma página de un libro cualquiera. Y por ahora, los libros vienen sin control remoto…
De forma que la televisión ha contribuido a conformar una lánguida ‘sociedad solitaria’, aunque la expresión parezca contradictoria. Y para colmo de males, la Internet duplica el problema, al transformar la particular soledad del infante, en una gigantesca y deprimente soledad, creando la ilusión del diálogo con personas distantes, en lejanos países, mientras no tiene una real y adecuada comunicación con sus padres. Simplemente, vive solitario en su propio hogar…
Los esfuerzos que se han hecho desde algunos sectores, para mejorar el contenido y modificar los horarios de las programaciones televisivas, han resultado infructuosos. “Poderoso caballero es Don Dinero”.
Frente a tal realidad, resultaría adecuada la elaboración de sencillos planes pedagógicos por parte de las altas esferas educativas, con el propósito de enseñar a los niños a ver televisión. Si no es posible evitar que dediquen tántas horas a tan estéril actividad, pues entonces que lo hagan con la debida orientación.
Sin duda, es mejor convertirlos en precoces televidentes críticos. Que sean ellos quienes discutan en torno a los programas que ven a diario. Y así, podrían elaborar textos a partir de la programación que consumen, a solicitud de los profesores, para que de alguna manera, los hombres del mañana sean capaces de diferenciar el mundo real del mundo virtual. Y lo más importante: Que adquieran un compromiso más humano con su propia realidad.
sábado, 17 de mayo de 2008
Las ‘bolitas chinas’… Puro sexo en voz baja…
Hace
unos días me llamó la atención que una querida amiga, por cierto
periodista, generalmente malhumorada y con cara de inyección, anduviese
con un rostro resplandeciente y regalando sonrisas por doquier… No quise
quedarme con las ganas de saber la razón de tan radical cambio… La
verdad es que jamás esperé,- por tratarse de ella- tan sorprendente
respuesta…
En un acto de absoluta
sinceridad, me dijo que consciente de su permanente actitud hostil, sin
aparente razón, había resuelto escuchar el consejo de una de sus primas,
casquivana por demás, que sin ambages, le recomendó el uso terapéutico
de las llamadas ‘bolitas chinas’, que por estas épocas, experimentan una
gran difusión y gozan de aceptación general.
El
secreto de su éxito radica en un precio de venta razonablemente
asequible, un funcionamiento sencillo y la garantía de discreción y
silencio que implica su utilización. Pero, por encima de todo, si algo
ha puesto en boga las ‘bolas chinas’ de nuevo, -porque la verdad es que
son casi más viejas que la agricultura- es la extraordinaria capacidad
de estimulación erótica que pueden provocar en su portadora… o portador,
mientras realiza sus habituales tareas domésticas o de oficina…
Presumo
que todo el mudo lo sabe, pero reitero que las bolas chinas son
simplemente dos bolas del tamaño de pelotas de ping pong, unidas por un
cordel fino, al extremo del cual encontramos una especie de lazo que
facilita su extracción. Son metálicas o de plástico duro, recubiertas de
látex o silicona. La gracia del asunto es que en su interior
encontramos unas bolas más pequeñas y de mayor peso que, con el
movimiento, golpean las paredes y producen un efecto vibratorio muy
placentero, similar a una larga masturbación.
Mis
primas en Plato, ingeniosas y sinvergüenzas por supuesto, han
encontrado la forma de montar una microempresa para la fabricación de
tales artefactos, utilizando la bolita que viene en el interior del
‘mouse’ de los ordenadores. Es un auténtico reciclaje industrial con
sagrados fines eróticos, que comienzan a ser conocidas como ‘bolitas
plateñas’… de gran aceptación en el área de influencia del próspero
municipio…
Su empleo es básicamente
vaginal, aunque también las hay anales, y ya es posible encontrarlas con
vibración incorporada. Propongo que a mis primas se les haga un
reconocimiento oficial, por su innegable labor ambientalista y se les
considere ejemplo para la sociedad presente y futura.
A
pesar de su denominación, parece que las primeras usuarias de las bolas
chinas fueron las geishas japonesas. En la actualidad, son muchas las
mujeres que sustituyen el éxtasis contemplativo por la realización de
cualquier tipo de actividad diaria con las bolas puestas, desde dirigir
un consejo de administración, hasta pasear al perro o ir de compras al
supermercado… En cualquier caso las invade una incuestionable felicidad.
Confesaba
mi amiga haber pasado grandes momentos de excitación en público, sin
que nadie se enterara… Eso cree ella. Me pareció que su amplia sonrisa y
evidente buen genio, resultaban muy significativos…
Además
de esta finalidad lúdica y eróticamente privada, las bolas chinas
tienen una función dilatadora y preparatoria antes de las relaciones
sexuales. O sea, que no sólo pueden emplearse con fines masturbatorios,
sino que su uso favorece y mejora el coito ya que las vibraciones
internas cumplen la invaluable función de calentar ‘motores’, aumentando
la lubricación natural de las paredes vaginales.
Dicen
mis primas, - a mí no me lo crean- que el empleo constante de las
bolitas, refuerza y fortalece el suelo pélvico y los músculos internos
de la vagina en todas aquellas que sufren de incontinencia urinaria o
que han sido madres recientemente.
Mis primas queridas las venden a $50.000… Según el lema publicitario que ellas mismas crearon, ‘50 barras de felicidad permanente’…
sábado, 10 de mayo de 2008
Un vínculo indisoluble y sempiterno: Sexo bueno y Comunicación Social…
En
el mundo secular y moderno que nos ha tocado vivir, es absolutamente
imperdonable que las relaciones sexuales se programen a partir de las
pautas y clichés de la cultura de masas. Aun así, cada lengua, cada
pareja o individuo, fragua dialectos particulares de deseo y placer,
cuya gramática, prácticamente inexplorada, revelaría parcelas ocultas
del comportamiento humano o de un recóndito núcleo del Yo.
¿Cómo
es, por ejemplo, la vida sexual de un sordomudo? ¿Bajo qué estímulos y
con qué ritmo él o ella se masturban? ¿Cómo sienten los sordomudos la
libido y el orgasmo? Sería extremadamente arduo obtener evidencia
confiable. No hay investigaciones serias al respecto. No obstante, el
asunto es de primordial importancia, pues lleva a un primer plano
desconcertante, el tema decisivo de la estructura semántica de la
sexualidad y sus dinámicas lingüísticas.
El
sexo es hablado y oído, en voz alta o en voz baja, externa o
internamente, antes, durante y después de la relación. Un polvo
silencioso es un huevo sin sal. En el inagotable tema de la sexualidad,
el proceso comunicativo adquiere enorme importancia. La retórica del
deseo es una categoría del discurso, que favorece la generación
neurofisiológica del habla y del acto sexual, íntimamente relacionados y
comprometidos.
Se supone que el habla es,
al tiempo, universal y privada, colectiva e individual. Todos echamos
mano en forma automática del almacén preexistente y disponible de
palabras y estructuras gramaticales. Nos movemos dentro del diccionario y
la gramática de lo posible. Elaboramos nuestro idioma en relación
proporcional con nuestras capacidades mentales, medio social,
escolaridad, situación geográfica y herencia histórica.
Pero
aun cohabitando en el mismo medio étnico, económico y social, todos los
seres humanos, desde el más imbécil hasta el más rico en vocabulario,
desarrollan un compendio de medios sintácticos y léxicos particulares.
Apodos, asociaciones fonéticas y algunas referencias encubiertas,
subrayan tales singularidades.
En este
aspecto es obligatorio reconocerles a las coyas, o bandidas, o rameras, o
meretrices, o damiselas, o casquivanas, o prostitutas, o trabajadoras
sexuales, o sexi servidoras- o llámelas como quiera que al fin y al cabo
todas son putas- el admirable intento de desarrollar un amplio código
que les permita el entendimiento satisfactorio en todos los sentidos,
con la totalidad de sus lujuriosos parroquianos interesados en sus
indispensables servicios, sin importar la heterogeneidad de la
clientela.
El intento es loable y válido.
Ellas están dispuestas a perseverar, máxime cuando han percibido la
importancia que tiene tan libidinoso gremio en la sociedad actual,
carente de lúdicas llenas de placer, huérfana de las emociones que ellas
trasmiten, incluso a partir del primer contacto con cualquier cliente
potencial.
¿Negarán algunos de mis
mamasantos lectores, por puritanos que sean, que alguna vez arreglaron
un polvo con unas de estas bandidas pintarrajeadas, de estrambótica
pinta y polvos apresurados? Sería tánto cómo negar a las madres…
Hay
música extraña y sonoridad incomprendida en el final de una relación
sexual. Los sonidos que acompañan al orgasmo, situados con frecuencia en
el umbral de la verbalización, son incoherentes, inentendibles, como si
reverberaran la prehistoria del lenguaje…Pero… ‘no coma de cuento’…
Vibrantes finales de aparentes buenos polvos, con frecuencia están
llenos de la más desesperante y brutal poética de la hipocresía…
Hay
mentiras e hiperbólicos engaños en medio del frenesí de las aparentes
contracciones que acompañan a tan sagrados momentos… La historia de la
humanidad demuestra que las mujeres, en cualquier nivel, aprenden más
rápido. Pero también es cierto que la falsedad acaba con todo… Así
terminaron con la cándida sinceridad del hombre, que hasta épocas
recientes, ante el impajaritable desenlace del orgasmo, todavía entraba
en convulsivos trances, que por su autenticidad, simulaban episodios de
una tremulante epilepsia., mientras la amiga ramera, aguaitaba con burla
contenida aquel carnestoléndico espectáculo… Ya tenía el tema preciso
para la próxima tertulia con sus amigas y primas…
Es
fácil intuir que durante la masturbación, la palabra y la imagen están
más vinculadas, más “dialécticamente” potenciadas que en ningún otro
proceso comunicativo humano. La importancia de ‘la paja’, como modelo de
este particular episodio comunicativo, de tan singular y tremulante
monólogo, es incuestionable… No podrá negarse el estrecho vínculo entre
la Comunicación Social y la ‘paja’, ejemplo insuperable de un
pintoresco, ardoroso y práctico modelo de comunicación, llamado por
algunos ‘mamadores de gallo’, el vacile del ‘yo con yo’…
Es
claro que la imagen se despliega por sí sola dentro del sonido. En
consecuencia, la masturbación tiene su ‘gramática muda’. No obstante,
dentro de sus secretos, en las profundidades de lo íntimo, factores
públicos comienzan a ejercer una avasallante influencia… La fraseología
erótica y sexual de los medios, la jerga amorosa del cine y la
televisión, la declamación torrencial de la publicidad y el mercado de
masas, estilizan y unifican nocivamente el ritmo, la velocidad, y los
componentes discursivos de miles y miles de parejas.
En
la sociedad actual, invadida de corrosiva pornografía y por cotidianos
sucesos que involucran a íconos mundiales del cine, la televisión y la
música, protagonistas lamentables e indignantes ejemplos de
comportamientos inmorales e inadecuados, la mayoría de jóvenes
“programa” sus relaciones sexuales, consciente o inconscientemente,
conforme a líneas semióticas prefabricadas.
Lo que debería ser el encuentro humano más espontáneo y anárquico, más individualmente exploratorio e inventivo, es en cambio, vergonzosamente ceñido a un edulcorado guión, en proporción mucho más amplia de lo que se piensa. ¡Coño! Esta catajarria de sinvergüenzas de hoy, no son originales ni para echar un polvo…
Lo que debería ser el encuentro humano más espontáneo y anárquico, más individualmente exploratorio e inventivo, es en cambio, vergonzosamente ceñido a un edulcorado guión, en proporción mucho más amplia de lo que se piensa. ¡Coño! Esta catajarria de sinvergüenzas de hoy, no son originales ni para echar un polvo…
Además, los
improvisados ‘pajizos’ de la denominada ‘sociedad global’, están
perratendo el bíblico y funcional diseño de ‘la paja’, sin duda, la más
oportuna y económica alternativa para el desfogue sexual de hombres y
mujeres. Es inaplazable emprender una gigante campaña, destinada a que
la práctica milenaria de la humilde e irremplazable ‘paja’, consagrada
como ‘Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad’, desde los
tiempos gloriosos del ‘Arca de Noé’, recupere su condición de ritual
majestuoso y salvador.
Lo que falta es una
fenomenología metódica, histórica y sicológicamente responsable del
apasionante juego entre la sexualidad y las palabras, entre la libido y
la enunciación. ¿Es o nó pura Comunicación Interpersonal? Es decir,
¿Comunicación Social?...
El tema da para
mucho. Sería bueno intentar establecer, por ejemplo, si las
Comunicadoras Socales, en materia de amor y sexo, tienen alguna
considerable ventaja ante quienes no ejercen tal profesión… Podría ser
un valioso ‘handicap’…
De igual forma,
resultaría conveniente determinar un diagnóstico claro sobre el amor y
el sexo, efectuado en parejas de distintas lenguas. No olvidemos que
algunos términos coloquiales, inventados por verdaderos y audaces
‘piratas del amor’ y reconocidos ‘cabrones legendarios’ en uso de buen
retiro, soltados en el tiempo ideal, entregan a la relación íntima un
ímpetu indescriptible, que vigoriza y refresca el apasionado momento.
En
medio de los diferentes tópicos y aristas desarrollados en el tema
planteado, -.la urgencia de establecer oficialmente una gramática
independiente para la práctica sexual-.resulta evidente, taxativo y
categórico, que el amor pocas veces se hace en silencio… ni siquiera
cuando se practica en esperanto…
Por
último, y solo para complacer una curiosidad… ¿Alguien sabe qué
brillante filólogo o respetable académico tuvo la ‘genial idea’ de
acuñar la expresión ‘hacer el amor’, en un intento desesperado por sacar
del camino a vehementes y exitosas sugerencias como ‘tener sexo’ o
‘echar un polvo’? ¿De dónde proviene este vil y cobarde atentado contra
el cálido lenguaje del pueblo?.... ¡Coño!... ¡Qué inconsecuencia!...
Es
otra muestra estéril de la academicista tendencia actual, que busca
reemplazos para vocablos y expresiones clavados en el sentir popular, y
que por cierto, explican de forma ingenua y transparente, la visión
primaria de humildes sectores sobre distintos aspectos económicos y
políticos de las cínicas sociedades de hoy.
Entre
otras cosas, engominados señores y emperifolladas damas de pudorosos
léxicos… ¿A qué idiota se le ocurriría pensar en el amor mientras ‘echa
un polvo’?...
viernes, 9 de mayo de 2008
Estas líneas no pueden ser para otra… Sólo para ti…
Eres especial.
Definitivamente especial. Debo reconocerlo. ¿Cuántas veces he llegado en
‘temple’ o tambaleante ante ti, para terminar rendido y manso entre tus
brazos? ¿Cómo podría definirte de manera plena? ¿Tal vez llamándote
‘alcahueta’?
Me has visto llorar y reír. Me has visto sobrio y me conoces borracho. Has sabido primero que todos de mis muchos fracasos y mis pocos triunfos. Nunca, nunca jamás te he escuchado un reproche. Me reconforta la sensación indescriptible de tenerte a mi lado. Y cuando no estás, te echo de menos. Has sido paciente y has estado dispuesta a complacer en silencio mis caprichos, incluso, sólo para la terca realización de impensables peripecias sexuales. ¡Gracias picarona! Hay días en los que no imaginas cuánto te extraño, aunque no te lo diga.
Siempre que te necesito estás ahí. No me fallas nunca… A propósito… Es hora de confesiones, nena querida… Forzado por las circunstancias, te he traicionado… No hemos podido estar juntos todas las noches… y bueno… tú sabes… entre la fatiga y el deseo, me sentí atraído por otras, y aunque quise evitarlo, no pude…
Dirás que soy traidor y malnacido. Pero como dicen mis primas plateñas, “la carne es débil”… y te fallé. Claro que yo nunca te he jurado fidelidad absoluta y eterna… Tampoco he pedido que me seas fiel para toda la vida. De hecho, yo también he sabido de algunos de tus deslices. Y jamás he reclamado. He comprendido que en estos casos, también fuiste empujada por las circunstancias del momento. Y tú te has dejado hacer, te has dejado llevar, te has dejado... usar.
Suena feo pero así es. Uno que otro ha llegado a casa y se ha metido contigo en la cama. Así que, por ese lado, yo diría que estamos empatados. Pero hoy, reflexionando, me he dado cuenta que tú siempre me has dado más que yo a ti. Admito que he sido egoísta. He ido por la vida sin darme cuenta de las cosas buenas que están a mi alrededor sin valorarlas adecuadamente.
Una joven mujer, que conquistó mi corazón apenas conocerla, ya me lo hizo ver: dijo que en ocasiones no sabemos valorar las oportunidades ni ver las cosa buenas que hay en derredor nuestro… hasta perderlas… A ella también la perdí… Cuando quise apreciarla, era demasiado tarde…
Espero no pase lo mismo contigo… Ahora que te veo, tranquila y en silencio, déjame abrazarte… déjame estar pegado a ti, en un abrazo indecible… casi perpetuo… Aprovecharé el momento para decir, públicamente, que te quiero mucho, almohada mía… almohada de mis sueños y mis intimidades…
Me has visto llorar y reír. Me has visto sobrio y me conoces borracho. Has sabido primero que todos de mis muchos fracasos y mis pocos triunfos. Nunca, nunca jamás te he escuchado un reproche. Me reconforta la sensación indescriptible de tenerte a mi lado. Y cuando no estás, te echo de menos. Has sido paciente y has estado dispuesta a complacer en silencio mis caprichos, incluso, sólo para la terca realización de impensables peripecias sexuales. ¡Gracias picarona! Hay días en los que no imaginas cuánto te extraño, aunque no te lo diga.
Siempre que te necesito estás ahí. No me fallas nunca… A propósito… Es hora de confesiones, nena querida… Forzado por las circunstancias, te he traicionado… No hemos podido estar juntos todas las noches… y bueno… tú sabes… entre la fatiga y el deseo, me sentí atraído por otras, y aunque quise evitarlo, no pude…
Dirás que soy traidor y malnacido. Pero como dicen mis primas plateñas, “la carne es débil”… y te fallé. Claro que yo nunca te he jurado fidelidad absoluta y eterna… Tampoco he pedido que me seas fiel para toda la vida. De hecho, yo también he sabido de algunos de tus deslices. Y jamás he reclamado. He comprendido que en estos casos, también fuiste empujada por las circunstancias del momento. Y tú te has dejado hacer, te has dejado llevar, te has dejado... usar.
Suena feo pero así es. Uno que otro ha llegado a casa y se ha metido contigo en la cama. Así que, por ese lado, yo diría que estamos empatados. Pero hoy, reflexionando, me he dado cuenta que tú siempre me has dado más que yo a ti. Admito que he sido egoísta. He ido por la vida sin darme cuenta de las cosas buenas que están a mi alrededor sin valorarlas adecuadamente.
Una joven mujer, que conquistó mi corazón apenas conocerla, ya me lo hizo ver: dijo que en ocasiones no sabemos valorar las oportunidades ni ver las cosa buenas que hay en derredor nuestro… hasta perderlas… A ella también la perdí… Cuando quise apreciarla, era demasiado tarde…
Espero no pase lo mismo contigo… Ahora que te veo, tranquila y en silencio, déjame abrazarte… déjame estar pegado a ti, en un abrazo indecible… casi perpetuo… Aprovecharé el momento para decir, públicamente, que te quiero mucho, almohada mía… almohada de mis sueños y mis intimidades…
domingo, 27 de abril de 2008
“Más claro no canta un gallo”…
Algunos
de mis amigos ‘mamasantas’, y por supuesto, muchas de mis amigas
‘mamasantos’, me preguntan con inusitada frecuencia, -tal vez por viejo y
por lisiado-, si es posible estar enamorado de dos personas a la vez…
Bien conocen la respuesta, pero necesitan de una confirmación… De un
aliciente… Les gusta la alcahuetería… ¡Claro que sí!… Si alguien cree
que nó, que el amor verdadero es único, simplemente está jodido… bien
jodido.
La vida termina enseñándonos a descubrir que esa vieja sentencia no es certera. Se puede amar a dos personas a la vez y sentir un amor distinto por cada una de ellas:
1.- El amor asentado en el tiempo, profundo y cómplice; hecho de momentos compartidos, de una vida transcurrida en compañía, llena de experiencias únicas e irrepetibles.
2.- El amor que irrumpe en nuestra vida de repente, sin quererlo ni esperarlo, que nos llena de ilusión y alegría y nos hace sentir enamorados como si fuera la primera vez. ¡Es una hermosa experiencia, que de alguna manera todos deberíamos vivir!
Si no me traiciona mi enamorada memoria, los siguientes versos fueron grabados por Ana Belén en recordada interpretación:
Entre dos amores voy a la deriva
La vida termina enseñándonos a descubrir que esa vieja sentencia no es certera. Se puede amar a dos personas a la vez y sentir un amor distinto por cada una de ellas:
1.- El amor asentado en el tiempo, profundo y cómplice; hecho de momentos compartidos, de una vida transcurrida en compañía, llena de experiencias únicas e irrepetibles.
2.- El amor que irrumpe en nuestra vida de repente, sin quererlo ni esperarlo, que nos llena de ilusión y alegría y nos hace sentir enamorados como si fuera la primera vez. ¡Es una hermosa experiencia, que de alguna manera todos deberíamos vivir!
Si no me traiciona mi enamorada memoria, los siguientes versos fueron grabados por Ana Belén en recordada interpretación:
Entre dos amores voy a la deriva
uno me protege, el otro es mi guía
uno me da hogar, el otro vida
uno es amor, el otro me excita.
Entre dos amores voy como hoja al viento
uno es el que tengo, el otro es el que siento
uno es tan suave, el otro tan fiero
uno me da paz, el otro me da miedo.
Entre los dos voy enloqueciendo
un amor normal, un amor veneno
un amor tranquilo, un amor deseo
si con uno vivo, por el otro muero.
Entre dos amores no sé lo que quiero
un amor casero, un amor bohemio
el que tengo siempre o el aventurero
un amor sensato, un amor sediento.
Entre dos amores no sé lo que anhelo
Entre dos amores no sé lo que anhelo
amor de palomas o un amor de fuego
con el uno duermo, con el otro sueño
uno me adora, y el otro es mi dueño.
En menos de un segundo cambia como el viento
En menos de un segundo cambia como el viento
hoy me lleva al cielo, luego al infierno
y me hace bailar al son de sus deseos
por eso le odio, por eso le quiero.
Es posible que el tema para algunos no tenga significado, ¿pero quién al menos una vez en la vida no se ha sentido presionado entre dos amores? ¿Qué hombre no ha encontrado pretextos para soñar con dos hembras exuberantes y cautivadoras?
A Muñe, -‘camino que cruza mis montañas’- especial reconocimiento por su infinita y silenciosa comprensión. Más que saberlo, presiente que alguien, en puntillas, camina por mis sueños, sensual y altiva, empujando con paciencia y señorío mi silla de ruedas; enervando mis sentidos, adueñándose de mis madrugadas, martirizando mi subconsciente con el roce sutil de sus divinos e indocumentados pezones, y acelerando con salvaje lascivia, mi ya inevitable locura de amor.
Es posible que el tema para algunos no tenga significado, ¿pero quién al menos una vez en la vida no se ha sentido presionado entre dos amores? ¿Qué hombre no ha encontrado pretextos para soñar con dos hembras exuberantes y cautivadoras?
A Muñe, -‘camino que cruza mis montañas’- especial reconocimiento por su infinita y silenciosa comprensión. Más que saberlo, presiente que alguien, en puntillas, camina por mis sueños, sensual y altiva, empujando con paciencia y señorío mi silla de ruedas; enervando mis sentidos, adueñándose de mis madrugadas, martirizando mi subconsciente con el roce sutil de sus divinos e indocumentados pezones, y acelerando con salvaje lascivia, mi ya inevitable locura de amor.
Esto
no significa una crisis de sanos sentimientos. Y menos que no seamos
capaces de amar a una sola persona. Lo que realmente significa es que
pueden albergarse sentimientos semejantes, alimentados y dirigidos hacia
distintas personas. Sólo debemos saber cómo, cuándo y dónde es la
oportunidad de demostrarlo. Siempre al final de la jornada… existirá un
sólo amor, un sólo sentimiento… ¡Ese que nos acompañará mientras nos
acompañe el sol!
sábado, 26 de abril de 2008
¿Al fin qué? ¿El ‘man’ era mala gente?
En
Santa Marta, a pesar de todo, de “Barrio Samario”, de las “Águilas
Negras”, de “Los Mellizos”, “Care’choque”, mi compadre Jorge Soto Daza y
todo el vacile parafernálico que invade a diario a esta seductora
parroquia, los acontecimientos delincuenciales forman parte de la
‘canasta familiar’ y se riegan como pólvora.
Cuando ello ocurre, todos fungimos como periodistas, porque aquí todos nos conocemos, y son muchos los lazos familiares y enredos de compadrazgo y amistad sólidamente establecidos. Aquí todo el mundo sabe todo. No deberían por tanto existir tan claras y lamentables contradicciones, entre notas periodísticas referidas al mismo suceso, en especial, de crónica roja, que tantas secuelas dejan cuando no reciben el tratamiento correcto.
La indebida situación ocurre con relativa frecuencia, pero ayer, el par de diarios locales, del que debemos sentirnos orgullosos, por el esfuerzo que representa, en una ciudad árida para la comercialización y displicente para el sostenimiento de empresas e industrias de cualquier tipo, nos ofreció el relato de un mismo hecho judicial, pero con versiones tan diferentes, que los lectores ‘quedamos azules’.
La única coincidencia radicó en el nombre y la edad de la víctima, Jairo Martínez Hernández, de 45 años. De ahí para adelante, los cronistas no parecen referirse al mismo hecho, tal es la diferencia de detalles, horas y circunstancias, con los que desordenadamente construyeron la noticia.
Es fácil advertir que las contradicciones comienzan con la identificación y naturaleza del árbol del que cayó ‘el loco Jairo’. Pero eso es lo de menos. Obsérvese que en HOY DIARIO, el suceso se presenta inicialmente en horas de la noche del jueves, según la ‘bajada’, y dos párrafos más adelante, los mismos lamentables episodios ocurren en horas de la mañana. Finalmente, Jairo Martínez, muere en la noche, en la Clínica Mar Caribe.
En la información que entrega EL INFORMADOR, el occiso cayó de un palo de coco. Esa diferencia no tiene peso en el contexto global de la información. Es un simple detalle accesorio. Pero sí resulta lamentable, que los correspondientes cuerpos de la información, estén plagados de abiertas contradicciones relativas a aspectos que podrían resultar trascendentales, en el curso de eventuales indagaciones.
Ante la justicia y la sociedad, no es lo mismo hacer alusión a un reconocido ‘voyeur’ de determinado sector, con claros antecedentes en tal sentido, según la afirmación de algunos vecinos, como lo consigna HOY DIARIO, que presentar el caso de un simple ‘cogedor de coco’, contratado para realizar dicha labor en un prestigioso plantel educativo de la ciudad, en especial, cuando en Colombia se debate en todos los niveles, la creación y endurecimiento de penas y sanciones para delitos de corte sexual.
EL INFORMADOR habla además de que el interfecto contaba con amplio reconocimiento como persona de bien, mientras HOY DIARIO presenta una desafortunada semblanza del occiso, basado en declaraciones de vecinos y moradores del sector, en apariencia, fastidiados por la inmoral actividad cotidiana de Jairo Martínez. Confieso que en mi caso hubiere titulado: “Cogedor de punta muere en su ley”… si del caso hubiere sido.
¿Era un voyeur? ¿O un esforzado trabajador de oficios varios? ¿El hecho sucedió en la mañana o en la tarde? ¿En Pescaíto o en el Colegio Diocesano? ¿Se desprendió de una altura de 20 metros o de sólo 7 metros? ¿Cayó por qué resbaló o cayó perseguido por un furioso enjambre de abejas? ¿Gozaba o nó del aprecio y la consideración de vecinos y conocidos?
El tema de las inexactitudes e imprecisiones en la información de ‘baranda judicial’, ha sido tratado en varias ocasiones en este humilde blog, que propende por el libre ejercicio de un periodismo ceñido a la realidad de los hechos y a la realidad circundante, sin ocasionar lesiones a la honorabilidad de nadie.
Si ‘el loco Jairo’ era o nó voyeur consuetudinario, es asunto que no nos corresponde dilucidar. Tan sólo podemos hacer un elemental llamado a quienes redactan este tipo de informaciones, para que lo hagan ceñidos a la verdad verdad y a la verdad sumarial, de forma que nosotros, los desprevenidos lectores, podamos crear juicios correctos, sin caer en conceptos precipitados, o con los que podamos hacer daño a la honra de personas que por una u otra razón aparecen involucradas en este tipo de noticias.
Los reclamos airados de familiares y amigos, que se presentan a diario en las direcciones de medios, deberían ser hechos a la Policía Nacional y en su pomposamente llamada Oficina de Prensa, entidad encargada, la mayoría de veces, de suministrar los datos que sirven para la confección de notas judiciales, en periódicos, emisoras de radio, televisión e internet. Tales entidades, generalmente orientadas por personas no capacitadas para esas funciones, día a día, pisotean derechos fundamentales y garantistas de la legislación colombiana.
Y si el cura se emborracha… ¿Qué se puede esperar de los monaguillos?...
Cuando ello ocurre, todos fungimos como periodistas, porque aquí todos nos conocemos, y son muchos los lazos familiares y enredos de compadrazgo y amistad sólidamente establecidos. Aquí todo el mundo sabe todo. No deberían por tanto existir tan claras y lamentables contradicciones, entre notas periodísticas referidas al mismo suceso, en especial, de crónica roja, que tantas secuelas dejan cuando no reciben el tratamiento correcto.
La indebida situación ocurre con relativa frecuencia, pero ayer, el par de diarios locales, del que debemos sentirnos orgullosos, por el esfuerzo que representa, en una ciudad árida para la comercialización y displicente para el sostenimiento de empresas e industrias de cualquier tipo, nos ofreció el relato de un mismo hecho judicial, pero con versiones tan diferentes, que los lectores ‘quedamos azules’.
La única coincidencia radicó en el nombre y la edad de la víctima, Jairo Martínez Hernández, de 45 años. De ahí para adelante, los cronistas no parecen referirse al mismo hecho, tal es la diferencia de detalles, horas y circunstancias, con los que desordenadamente construyeron la noticia.
Es fácil advertir que las contradicciones comienzan con la identificación y naturaleza del árbol del que cayó ‘el loco Jairo’. Pero eso es lo de menos. Obsérvese que en HOY DIARIO, el suceso se presenta inicialmente en horas de la noche del jueves, según la ‘bajada’, y dos párrafos más adelante, los mismos lamentables episodios ocurren en horas de la mañana. Finalmente, Jairo Martínez, muere en la noche, en la Clínica Mar Caribe.
En la información que entrega EL INFORMADOR, el occiso cayó de un palo de coco. Esa diferencia no tiene peso en el contexto global de la información. Es un simple detalle accesorio. Pero sí resulta lamentable, que los correspondientes cuerpos de la información, estén plagados de abiertas contradicciones relativas a aspectos que podrían resultar trascendentales, en el curso de eventuales indagaciones.
Ante la justicia y la sociedad, no es lo mismo hacer alusión a un reconocido ‘voyeur’ de determinado sector, con claros antecedentes en tal sentido, según la afirmación de algunos vecinos, como lo consigna HOY DIARIO, que presentar el caso de un simple ‘cogedor de coco’, contratado para realizar dicha labor en un prestigioso plantel educativo de la ciudad, en especial, cuando en Colombia se debate en todos los niveles, la creación y endurecimiento de penas y sanciones para delitos de corte sexual.
EL INFORMADOR habla además de que el interfecto contaba con amplio reconocimiento como persona de bien, mientras HOY DIARIO presenta una desafortunada semblanza del occiso, basado en declaraciones de vecinos y moradores del sector, en apariencia, fastidiados por la inmoral actividad cotidiana de Jairo Martínez. Confieso que en mi caso hubiere titulado: “Cogedor de punta muere en su ley”… si del caso hubiere sido.
¿Era un voyeur? ¿O un esforzado trabajador de oficios varios? ¿El hecho sucedió en la mañana o en la tarde? ¿En Pescaíto o en el Colegio Diocesano? ¿Se desprendió de una altura de 20 metros o de sólo 7 metros? ¿Cayó por qué resbaló o cayó perseguido por un furioso enjambre de abejas? ¿Gozaba o nó del aprecio y la consideración de vecinos y conocidos?
El tema de las inexactitudes e imprecisiones en la información de ‘baranda judicial’, ha sido tratado en varias ocasiones en este humilde blog, que propende por el libre ejercicio de un periodismo ceñido a la realidad de los hechos y a la realidad circundante, sin ocasionar lesiones a la honorabilidad de nadie.
Si ‘el loco Jairo’ era o nó voyeur consuetudinario, es asunto que no nos corresponde dilucidar. Tan sólo podemos hacer un elemental llamado a quienes redactan este tipo de informaciones, para que lo hagan ceñidos a la verdad verdad y a la verdad sumarial, de forma que nosotros, los desprevenidos lectores, podamos crear juicios correctos, sin caer en conceptos precipitados, o con los que podamos hacer daño a la honra de personas que por una u otra razón aparecen involucradas en este tipo de noticias.
Los reclamos airados de familiares y amigos, que se presentan a diario en las direcciones de medios, deberían ser hechos a la Policía Nacional y en su pomposamente llamada Oficina de Prensa, entidad encargada, la mayoría de veces, de suministrar los datos que sirven para la confección de notas judiciales, en periódicos, emisoras de radio, televisión e internet. Tales entidades, generalmente orientadas por personas no capacitadas para esas funciones, día a día, pisotean derechos fundamentales y garantistas de la legislación colombiana.
Y si el cura se emborracha… ¿Qué se puede esperar de los monaguillos?...
La importancia del ‘lead’
Semillero de periodistas ‘Álvaro Cepeda Samudio’
Mucho
se ha escrito sobre las entradas o encabezamientos- suele usarse la
expresión inglesa ‘lead’-, pero sin duda la redacción del primer párrafo
de la noticia, continúa siendo lo más exigente y aunque no parezca, lo
más difícil de la tarea periodística.
El encabezamiento o entrada “debe agarrar al lector por las solapas y meterlo, quiéralo o no, en la lectura”. Debe decir algo, ipso facto, al lector. Y decirlo con honestidad, ingenio y con vigor. No es tan fácil como parece…
La entrada debe ser clara, atractiva, y sencilla de modo que cualquier lector pueda comprenderla. Debe contener una promesa respecto de lo que sigue, promesa que desde luego, hay que cumplir.
Las funciones que cumple el encabezamiento, lead o entrada, entre otras, son las siguientes: Sintetiza la información, pone énfasis en lo característico del asunto; identifica hechos y personas, y sobre todo, incita a la lectura. En ocasiones, no es posible cumplir con todas. En tales casos se atiende las que sean posibles.
La entrada, cuya brevedad se aconseja, puede clasificarse según diversas referencias: Formas gramaticales, estructuras y efectos. Las clasificaciones permiten ordenar el pensamiento respecto de la responsabilidad y unidad de trabajo que supone la redacción y reiterada corrección de la entrada. En el momento de prepararla, lo que determina su calidad es la preocupación por decir lo más importante de la manera más atrayente y con el menor número posible de palabras.
Si en alguna parte puede el periodista reflejar su ingenio y habilidad es en la entrada, recurriendo a todos los resortes expresivos: el interés humano, el suspenso, la paradoja, lo inesperado… con el objetivo de dar brillo y vigor a estas primeras líneas del escrito que suelen ser decisivas.
El encabezamiento o entrada “debe agarrar al lector por las solapas y meterlo, quiéralo o no, en la lectura”. Debe decir algo, ipso facto, al lector. Y decirlo con honestidad, ingenio y con vigor. No es tan fácil como parece…
La entrada debe ser clara, atractiva, y sencilla de modo que cualquier lector pueda comprenderla. Debe contener una promesa respecto de lo que sigue, promesa que desde luego, hay que cumplir.
Las funciones que cumple el encabezamiento, lead o entrada, entre otras, son las siguientes: Sintetiza la información, pone énfasis en lo característico del asunto; identifica hechos y personas, y sobre todo, incita a la lectura. En ocasiones, no es posible cumplir con todas. En tales casos se atiende las que sean posibles.
La entrada, cuya brevedad se aconseja, puede clasificarse según diversas referencias: Formas gramaticales, estructuras y efectos. Las clasificaciones permiten ordenar el pensamiento respecto de la responsabilidad y unidad de trabajo que supone la redacción y reiterada corrección de la entrada. En el momento de prepararla, lo que determina su calidad es la preocupación por decir lo más importante de la manera más atrayente y con el menor número posible de palabras.
Si en alguna parte puede el periodista reflejar su ingenio y habilidad es en la entrada, recurriendo a todos los resortes expresivos: el interés humano, el suspenso, la paradoja, lo inesperado… con el objetivo de dar brillo y vigor a estas primeras líneas del escrito que suelen ser decisivas.
lunes, 21 de abril de 2008
Care’mondá: Una infortunada expresión de vertiginoso acuñamiento
Como
se sabe, la expresión ‘mondá’, referente al órgano genital masculino,
fue inventada por los mecánicos de ‘El Boliche’, imitando la sonoridad
de la expresión ‘¡Dios mío!’, salida de los lujuriosos labios
de las putas francesas del barrio Chino, en Barranquilla, apenas sus
tremulantes orgasmos ‘asomaban la cara’. En mi pueblo dirían, “cuando les estaban llegando los monitos”.
El resto es historia. Y algún día, habrá de ser aceptada por la Real
Academia, ante la fuerza y costumbre de su empleo. Pero eso una cosa…
Otra cosa es la fea costumbre esparcida hoy por todos los niveles,- académicos, políticos, sociales, estudiantiles, familiares, periodísticos, deportivos, comunitarios, y hasta religiosos- donde la grotesca expresión ‘care’mondá’ hace una carrera veloz e impresionante, y sin ser suficientemente advertida, sigue permeándo círculos sociales insospechados.
Sin dármelas de puritano, incluso, muchas veces acusado del uso reiterativo de expresiones desobligantes, sindicaciones que he intentado responder atribuyendo relativa importancia al empleo catártico de algunas groserías en la comunicación, en este caso, estimo que, por lo menos, periodistas y estudiantes de comunicación, no deberían sumarse al uso irresponsable del ya popular vocablo. Pero aprovechemos para el establecimiento de algunas reflexiones.
¿Qué diferencia hay entre lo vulgar y lo obsceno? Lo vulgar está referido al común de la gente popular, según la Academia. Verbigracia, la expresión ‘me importa un carajo’, es vulgar más no es obscena.
Obsceno es lo impúdico, torpe, ofensivo al pudor, según la misma entidad. Por tanto, hay palabras que pueden ofender el pudor de algunas personas, pero no el de otras, por su carácter subjetivo.
Es necesario dilucidar también, dónde reside lo obsceno de una palabra: ¿En la idea contenida en ella o en la palabra misma? ¿En su sonido o en su estructura morfológica? La pregunta es pertinente porque no resulta muy claro, que términos como ‘prostituta’, ‘ramera’, ‘meretriz’ y decenas más equivalentes, no sean obscenas, mientras se descalifica el sonoro vocablo ‘puta’. En fin… son cosas de la Academia y de la gente fina…
Pero a este humilde escribidor de notas, sí le parece que con el cuento de ‘care’monda’, 'care’verga’, ‘care’copa’, o cualquiera otra de similar contenido semántico, - al fin y al cabo, son la misma mondá- se han pasado de vitola. Hay términos como ‘guasamayeta’, ‘chambelona’ y ‘cabeza de cebolla’, usados con el mismo significado, que todavía no adquieren el prestigio de las mencionadas… pero ahí van…
Sobre temas como éste, vale recordar que el uso indiscriminado y abusivo de tales palabras, conduce a la pérdida de su potencia expresiva. Por eso se vuelven familiares y admitidas por Raymundo y todo el mundo. Pero en mi sentir, es una lamentable costumbre, que cada día toma más fuerza sin ton ni son…
Lo realmente chocante es que resulta frecuente escuchar la grotesca expresión de labios de jovenzuelas uniformadas, que van o vienen del colegio, o a imberbes jovencitos que llegan a la tienda, gritando al dependiente: “Oye care’mondá, dame un cigarrillo y un fosforito”. Y el cachaco, de cara colorada, le arroja el pedido sobre el mostrador con estudiada indiferencia, al tiempo que le espeta: “Ahí tienes care’verga”…
Me avergüenza un tanto, pero… ¿Usted quiere asistir a un festival de mondás? Asómese a un diálogo entre periodistas, por internet… pero tenga cuidado, porque del monitor podría saltar una las tantas mondás que circulan en tan edificantes conversaciones…y hasta daño podría causarle… depende de dónde le caiga…
Otra cosa es la fea costumbre esparcida hoy por todos los niveles,- académicos, políticos, sociales, estudiantiles, familiares, periodísticos, deportivos, comunitarios, y hasta religiosos- donde la grotesca expresión ‘care’mondá’ hace una carrera veloz e impresionante, y sin ser suficientemente advertida, sigue permeándo círculos sociales insospechados.
Sin dármelas de puritano, incluso, muchas veces acusado del uso reiterativo de expresiones desobligantes, sindicaciones que he intentado responder atribuyendo relativa importancia al empleo catártico de algunas groserías en la comunicación, en este caso, estimo que, por lo menos, periodistas y estudiantes de comunicación, no deberían sumarse al uso irresponsable del ya popular vocablo. Pero aprovechemos para el establecimiento de algunas reflexiones.
¿Qué diferencia hay entre lo vulgar y lo obsceno? Lo vulgar está referido al común de la gente popular, según la Academia. Verbigracia, la expresión ‘me importa un carajo’, es vulgar más no es obscena.
Obsceno es lo impúdico, torpe, ofensivo al pudor, según la misma entidad. Por tanto, hay palabras que pueden ofender el pudor de algunas personas, pero no el de otras, por su carácter subjetivo.
Es necesario dilucidar también, dónde reside lo obsceno de una palabra: ¿En la idea contenida en ella o en la palabra misma? ¿En su sonido o en su estructura morfológica? La pregunta es pertinente porque no resulta muy claro, que términos como ‘prostituta’, ‘ramera’, ‘meretriz’ y decenas más equivalentes, no sean obscenas, mientras se descalifica el sonoro vocablo ‘puta’. En fin… son cosas de la Academia y de la gente fina…
Pero a este humilde escribidor de notas, sí le parece que con el cuento de ‘care’monda’, 'care’verga’, ‘care’copa’, o cualquiera otra de similar contenido semántico, - al fin y al cabo, son la misma mondá- se han pasado de vitola. Hay términos como ‘guasamayeta’, ‘chambelona’ y ‘cabeza de cebolla’, usados con el mismo significado, que todavía no adquieren el prestigio de las mencionadas… pero ahí van…
Sobre temas como éste, vale recordar que el uso indiscriminado y abusivo de tales palabras, conduce a la pérdida de su potencia expresiva. Por eso se vuelven familiares y admitidas por Raymundo y todo el mundo. Pero en mi sentir, es una lamentable costumbre, que cada día toma más fuerza sin ton ni son…
Lo realmente chocante es que resulta frecuente escuchar la grotesca expresión de labios de jovenzuelas uniformadas, que van o vienen del colegio, o a imberbes jovencitos que llegan a la tienda, gritando al dependiente: “Oye care’mondá, dame un cigarrillo y un fosforito”. Y el cachaco, de cara colorada, le arroja el pedido sobre el mostrador con estudiada indiferencia, al tiempo que le espeta: “Ahí tienes care’verga”…
Me avergüenza un tanto, pero… ¿Usted quiere asistir a un festival de mondás? Asómese a un diálogo entre periodistas, por internet… pero tenga cuidado, porque del monitor podría saltar una las tantas mondás que circulan en tan edificantes conversaciones…y hasta daño podría causarle… depende de dónde le caiga…
jueves, 17 de abril de 2008
Nuestra Lengua: En Peligro de muerte
Semillero de periodistas ‘Álvaro Cepeda Samudio’
A Diana Marcela
La Internet y las Superautopistas Informativas cumplen hoy la triple misión históricamente asignada a los medios de comunicación: educar, informar y entretener
En la era del Ciberespacio el lenguaje tomó una nueva valoración y por ello es necesario defender su uso y su calidad. La lengua es fundamental en el sistema habitual de comunicación. El filósofo británico Ludwing Wittgenstein, sostiene: “Los límites de mi lenguaje constituyen los límites de mi mundo”. Sin duda, en el ciberespacio, se libra ya un intenso conflicto lingüístico.
Por ello, no es exagerado afirmar que nuestra lengua está en inminente peligro, y para dirigir la lucha organizada contra este gran riesgo, las Academias de la Lengua son los órganos adecuados.
Los pueblos de habla castellana debemos solicitar a los gobiernos que doten a las Academias de los medios necesarios para adelantar una eficaz defensa del idioma, fundamento de la unidad nacional.
Las Academias son laboratorios de creatividad y motores de acción donde se dan cita el patriotismo, la inteligencia y el servicio a la comunidad, consideradas organismos consultivos del gobierno.
Resultaría oportuno hacer valedera la sentencia del padre Félix Restrepo: “Mientras hablemos una misma lengua, la naturaleza misma nos tendrá unidos. Nada hay que una tan fuertemente nuestros pueblos como el tesoro de una lengua común”.
Es deber de todos los ciudadanos, periodista y estudiantes de comunicación social, defender el idioma patrio y contribuir a la conservación, enriquecimiento y difusión de la sonora y majestuosa lengua de Castilla.
Resulta imperativo caer en cuenta de que la conservación de nuestra herencia común, el habla castellana, es tan urgente como la defensa de los recursos naturales, de los suelos, de las fuentes de agua… y sin duda, como la defensa vehemente que hacemos de la mujer que amamos.
A Diana Marcela
La Internet y las Superautopistas Informativas cumplen hoy la triple misión históricamente asignada a los medios de comunicación: educar, informar y entretener
En la era del Ciberespacio el lenguaje tomó una nueva valoración y por ello es necesario defender su uso y su calidad. La lengua es fundamental en el sistema habitual de comunicación. El filósofo británico Ludwing Wittgenstein, sostiene: “Los límites de mi lenguaje constituyen los límites de mi mundo”. Sin duda, en el ciberespacio, se libra ya un intenso conflicto lingüístico.
Por ello, no es exagerado afirmar que nuestra lengua está en inminente peligro, y para dirigir la lucha organizada contra este gran riesgo, las Academias de la Lengua son los órganos adecuados.
Los pueblos de habla castellana debemos solicitar a los gobiernos que doten a las Academias de los medios necesarios para adelantar una eficaz defensa del idioma, fundamento de la unidad nacional.
Las Academias son laboratorios de creatividad y motores de acción donde se dan cita el patriotismo, la inteligencia y el servicio a la comunidad, consideradas organismos consultivos del gobierno.
Resultaría oportuno hacer valedera la sentencia del padre Félix Restrepo: “Mientras hablemos una misma lengua, la naturaleza misma nos tendrá unidos. Nada hay que una tan fuertemente nuestros pueblos como el tesoro de una lengua común”.
Es deber de todos los ciudadanos, periodista y estudiantes de comunicación social, defender el idioma patrio y contribuir a la conservación, enriquecimiento y difusión de la sonora y majestuosa lengua de Castilla.
Resulta imperativo caer en cuenta de que la conservación de nuestra herencia común, el habla castellana, es tan urgente como la defensa de los recursos naturales, de los suelos, de las fuentes de agua… y sin duda, como la defensa vehemente que hacemos de la mujer que amamos.
miércoles, 9 de abril de 2008
En Santa Marta todo es mentira… mientras no se demuestre lo contrario
Lamentable
pero cierto. Hemos hecho de la mentira una profesión. Es frecuente que
al conversar con alguien, especialmente si es político, estemos pensando
que aquel interlocutor nos miente.
Lo anterior me conduce a establecer la presunción de que en Santa Marta todo lo que se dice es mentira hasta cuando no se demuestre lo contrario. Somos una abominable sociedad de mentirosos. Y para colmo, permanecemos con los brazos abiertos, dispuestos al arribo impúdico de romerías de embusteros y falsarios de todos los niveles, venidos de todos los puntos cardinales, que encuentran en la ciudad, el terreno abonado para sus fechorías y trapisondas.
Podríamos intentar una ligera clasificación de las mentiras en nuestro medio, no obstante su mutabilidad y velocidad para el cambio: Simples, Injuriosas y Calumniosas.
La ‘simple’, a pesar de los problemas que origina, no contiene elementos gravemente perturbadores. Podríamos asimilarla al concepto de ‘embuste’ y ‘engaño’, caracterizados por el incumplimiento de lo prometido y por hacer lo contrario de lo convenido.
Las ‘injuriosas’ y ‘calumniosas’, a las que tan aficionados son los samarios, son mentiras moralmente devastadoras, que originan daños inimaginables. Por los cuatro rincones de la ciudad, abundan conversaciones en las que ‘no queda títere con cabeza’: “Odín Vitola se voló anoche de Flamingos”; “Fulano es testaferro de Zutano”, “el doctor Mengano tiene orden de aseguramiento”, pero nadie proporciona prueba alguna o indicio de su aserto.
Es imperativo concluir que en Santa Marta las personas honradas somos aquellas que aún no hemos tenido la oportunidad de robar. Si nadie confía en nadie, tal situación afecta negativamente nuestra convivencia y obstaculiza de manera grave la comunicación que debe existir entre nosotros, en aras de que la ciudad salga adelante.
Los asesores de Hitler pusieron de moda el principio de que ‘una mentira repetida mil veces se convierte en irrefutable verdad’. En la hidalga ciudad de Bastidas basta decirla una vez, para que se riegue como pólvora, por cuenta de los chismosos contertulios del Parque de Bolívar, o por malintencionados periodistas, siempre muy lejos de la actividad investigativa.
No hay mentiritas ni mentirotas. En realidad, la mentira no tiene tamaño, no es medible, a pesar de que puede generar secuelas graves o leves. Las mujeres mienten descaradamente a los maridos, porque aprendieron de ellos. Los profesores mienten, y claro, mienten los alumnos. Mienten los dirigentes sindicales, y mienten escandalosamente los líderes comunitarios.
Los políticos y los responsables de la administración pública mienten vergonzosamente a sus dirigidos. Mienten los curas, los pastores y predicadores de todas las layas, ávidos de diezmos y prebendas, que cada día falsean y engañan a sus feligreses. Mienten las balanzas arregladas de los expendedores del mercado y los medidores de las estaciones de gasolina. Mienten los funcionarios encargados de la fe pública. Mienten los médicos deshumanizados, deshonestos y ladinos.
Mienten las mujeres que simulan epilépticos orgasmos. Mienten los poetas de hoy que comparan a la luna con un inmenso huevo frito. En Santa Marta… todo el mundo miente…Y si el cura se emborracha… ¿qué podemos esperar de los monaguillos? ¿Hasta cuándo la mentira será la reina de la ciudad?
Es necesario mantenernos alertas para distinguir las verdades y las mentiras de cada quien. Es una responsabilidad a la que no debemos renunciar. Al fin y al cabo, nunca podrán engañar a tánta gente durante tanto tiempo. Por ahora, hay mentirosos por todas partes, como ratas y cucarachas.
Lo anterior me conduce a establecer la presunción de que en Santa Marta todo lo que se dice es mentira hasta cuando no se demuestre lo contrario. Somos una abominable sociedad de mentirosos. Y para colmo, permanecemos con los brazos abiertos, dispuestos al arribo impúdico de romerías de embusteros y falsarios de todos los niveles, venidos de todos los puntos cardinales, que encuentran en la ciudad, el terreno abonado para sus fechorías y trapisondas.
Podríamos intentar una ligera clasificación de las mentiras en nuestro medio, no obstante su mutabilidad y velocidad para el cambio: Simples, Injuriosas y Calumniosas.
La ‘simple’, a pesar de los problemas que origina, no contiene elementos gravemente perturbadores. Podríamos asimilarla al concepto de ‘embuste’ y ‘engaño’, caracterizados por el incumplimiento de lo prometido y por hacer lo contrario de lo convenido.
Las ‘injuriosas’ y ‘calumniosas’, a las que tan aficionados son los samarios, son mentiras moralmente devastadoras, que originan daños inimaginables. Por los cuatro rincones de la ciudad, abundan conversaciones en las que ‘no queda títere con cabeza’: “Odín Vitola se voló anoche de Flamingos”; “Fulano es testaferro de Zutano”, “el doctor Mengano tiene orden de aseguramiento”, pero nadie proporciona prueba alguna o indicio de su aserto.
Es imperativo concluir que en Santa Marta las personas honradas somos aquellas que aún no hemos tenido la oportunidad de robar. Si nadie confía en nadie, tal situación afecta negativamente nuestra convivencia y obstaculiza de manera grave la comunicación que debe existir entre nosotros, en aras de que la ciudad salga adelante.
Los asesores de Hitler pusieron de moda el principio de que ‘una mentira repetida mil veces se convierte en irrefutable verdad’. En la hidalga ciudad de Bastidas basta decirla una vez, para que se riegue como pólvora, por cuenta de los chismosos contertulios del Parque de Bolívar, o por malintencionados periodistas, siempre muy lejos de la actividad investigativa.
No hay mentiritas ni mentirotas. En realidad, la mentira no tiene tamaño, no es medible, a pesar de que puede generar secuelas graves o leves. Las mujeres mienten descaradamente a los maridos, porque aprendieron de ellos. Los profesores mienten, y claro, mienten los alumnos. Mienten los dirigentes sindicales, y mienten escandalosamente los líderes comunitarios.
Los políticos y los responsables de la administración pública mienten vergonzosamente a sus dirigidos. Mienten los curas, los pastores y predicadores de todas las layas, ávidos de diezmos y prebendas, que cada día falsean y engañan a sus feligreses. Mienten las balanzas arregladas de los expendedores del mercado y los medidores de las estaciones de gasolina. Mienten los funcionarios encargados de la fe pública. Mienten los médicos deshumanizados, deshonestos y ladinos.
Mienten las mujeres que simulan epilépticos orgasmos. Mienten los poetas de hoy que comparan a la luna con un inmenso huevo frito. En Santa Marta… todo el mundo miente…Y si el cura se emborracha… ¿qué podemos esperar de los monaguillos? ¿Hasta cuándo la mentira será la reina de la ciudad?
Es necesario mantenernos alertas para distinguir las verdades y las mentiras de cada quien. Es una responsabilidad a la que no debemos renunciar. Al fin y al cabo, nunca podrán engañar a tánta gente durante tanto tiempo. Por ahora, hay mentirosos por todas partes, como ratas y cucarachas.
martes, 1 de abril de 2008
En defensa del clítoris
Luego
de la muerte de una jovencita de 14 años, en un centro hospitalario del
sur de Egipto, tras haberle sido practicada la llamada 'ablación del clítoris',
o extirpación radical del pequeño y grandioso botoncito del placer,
-para hablar entre nosotros- las autoridades de ese país han prohibido
definitiva y terminantemente esta vieja y aberrante práctica.
Esta barbaridad histórica, -la ablación- eufemísticamente llamada también ‘circuncisión femenina’,
es practicada aún en casi todo el mundo árabe, sin distingo entre
musulmanes y cristianos. Frente a los múltiples e irresistibles reclamos
políticos y de la sociedad civil, provenientes de todas partes del
mundo, las autoridades religiosas egipcias han pasado de exigir la
ablación como una obligación ineludible, a considerarla un pecado
mortal.
Sin embargo, como si se tratase de una ‘gran cosa’,
los egipcios se jactan de poseer las mejores técnicas quirúrgicas,
practicadas en quirófanos en solo diez minutos, por el módico precio de
siete euros. Con batas blancas y aparentes medidas higiénicas, los
facultativos de la nación de la esfinge habían logrado rodear a esta
horrenda mutilación, de un cierto halo de legitimidad científica.
Cabe anotar, que la ablación se practica también en los países de Occidente, donde habitan colonias de origen oriental. El caso es frecuentemente tocado en los muchos programas referidos a la actividad hospitalaria, que nos presenta la televisión estadounidense. Es fácil presumir que seguirá practicándose en la clandestinidad, por miles y miles de fanáticos, atragantados con El Corán, y realizada por inmundos matarifes armados de cuchillas de afeitar, sometiendo a púberes y adolescente a los riesgos inmediatos que esto implica, sin hablar de lo que significa para la sexualidad de la mujer en su edad adulta.
Cabe anotar, que la ablación se practica también en los países de Occidente, donde habitan colonias de origen oriental. El caso es frecuentemente tocado en los muchos programas referidos a la actividad hospitalaria, que nos presenta la televisión estadounidense. Es fácil presumir que seguirá practicándose en la clandestinidad, por miles y miles de fanáticos, atragantados con El Corán, y realizada por inmundos matarifes armados de cuchillas de afeitar, sometiendo a púberes y adolescente a los riesgos inmediatos que esto implica, sin hablar de lo que significa para la sexualidad de la mujer en su edad adulta.
Siempre
he creído que la ablación es un atentado terrorista contra ese
fantástico y complejo tramado de terminaciones nerviosas, que por algo y
para algo está ubicado en tan estrategico lugar. ¿A qué imbécil se le
ocurre atentar contra ese delicioso altarcito de placer y de goce? Nada
garantiza que en un pueblo tan diverso, y en algunos aspectos tan
primitivo, no siga prevaleciendo esta tradición que espanta y horroriza a
las conciencias civilizadas.
Pero sin duda es un gran paso dado por los musulmanes, que ya comienzan a condenar la amputación del clítoris. Se trata de un órgano sagrado que sólo pueblos muy ignorantes, repletos de confusos conceptos religiosos, pueden considerar pecaminoso. Esos pendejos, -definitivamente- no saben de lo que se están perdiendo….por ‘huevones’.
Pero sin duda es un gran paso dado por los musulmanes, que ya comienzan a condenar la amputación del clítoris. Se trata de un órgano sagrado que sólo pueblos muy ignorantes, repletos de confusos conceptos religiosos, pueden considerar pecaminoso. Esos pendejos, -definitivamente- no saben de lo que se están perdiendo….por ‘huevones’.
Por cierto: Al clítoris, la imaginación popular le llama ‘pirigallo’. Tendría que ser ‘perigallo’,
nombre de la orgullosa cresta que luce el pavo. ¿Se parece o no se
parece?... En algunos casos, creo que sí… y bastante… ¡Coño! ¡Que viva
el clítoris!...
sábado, 29 de marzo de 2008
No importa el talento… lo que importa es la pinta
“Lo que si te pido hijita, es que te consigas un hombre bien parecido… que sea buen mozo… dame ese gusto hija mía… tú sabes cómo son mis comadres”. Pedidos de tal naturaleza se escuchan de labios de madres colombianas, cada día, por todos los rincones del país… No puedo asegurar si por otras latitudes ocurra lo mismo, aunque la cultura latina me hace presumirlo.
En una sociedad como la nuestra, injusta y desarticulada, se tiene la estúpida tendencia a minimizar las conductas erróneas de quienes son bien parecidos. Se cree que por su condición, la buena estrella debe acompañarles. Tal vez: Generalmente la policía no sospecha de los bien parecidos. En Colombia, a las personas les buscamos perecidos con los oficios o con las profesiones. Es común escuchar: ‘José Gregorio tiene cara de cabrón’… ‘Eduardo tiene pinta de estafador’. ‘Ese ‘man’ es marica, donde quiera que vaya’…y así…
La hija que no complace a su madre, llevándole un novio bien parecido, condena a su pobre vieja a escuchar de ahí en adelante, una frase mortificante y perniciosa: ‘Tranquila comadre… el muchacho es malucongo, pero quien quita que salga buena gente’, y por culpa del yerno feo, la vida se le convierte en un cipote martirio.
Quienes representan el Anti-Arquetipo, para lograr triunfar, tienen que ser seres excepcionales, con talento desbordante. Todavía hay quienes no entienden cómo es posible que Gabriel García Márquez escriba con la magia que le caracteriza, si ni siquiera es un hombre bien parecido.
El Anti-Arquetipo más famoso en la historia de América es Simón Bolívar. Los esfuerzos que todos los gobiernos han hecho para mejorar su aspecto físico, son evidentes en las estatuas encargadas en Francia, hechas a partir de modelos franceses, o en los retratos idealizados de la ‘Escuela Quiteña’.
El atractivo físico es un producto de la internacionalización de pautas culturales de belleza, que pueden variar según la cultura. Sin embargo, siempre han existido unas características generales que relacionan los atributos físicos con la capacidad reproductiva del sexo opuesto, por citar un ejemplo.
Así las mujeres son consideradas más atractivas cuando tienen atributos relacionados con la fertilidad y la juventud, y los hombre, características de dominancia, fuerza, y alto status social.
De igual forma, las personas atractivas son consideradas más persuasivas, con más factibilidad de ser elegidas como parejas, con más habilidades sociales, más exitosas, son percibidas como competentes, producen mejores impresiones y se les cree menos propensas a desarrollar enfermedades. Y entonces, ¿que pasa con nosotros los malucos?… ¿Tendremos alguna oportunidad?… ¿Qué dirá mi compadre ‘Cara’echoque’…?
viernes, 28 de marzo de 2008
El estúpido propósito de las madres alcahuetas
Es
lamentable, por decir lo menos, que gran parte de nuestra sociedad se
empeñe en consumir modelos y productos provenientes de otros lares sin
ninguna clase de reflexión o cuestionamiento, quizá porque imitar el
comportamiento de la mayoría, es más fácil que adoptar conductas
propias.
Basta con mirar en nuestro derredor, especialmente en los niveles de clase media y media-alta, para que surjan preguntas como las siguientes: ¿Para qué estamos educando a nuestras niñas? ¿Las educamos para que mañana sean princesas del jet-set? ¿Las educamos para futuras ‘prepagos’? ¿O las educamos para que sean enanas mentales y superfluas amantes de obesos ejecutivos?
Así parece… Por lo menos en buena parte de los sectores sociales mencionados, dada la insólita y aberrante insistencia con que se estimula la vanidad y la coquetería de nuestras niñas, escamoteándoles de paso, su participación en la realidad.
A la dulce nena se le permite que sea una maniática consumidora de basura impresa y de todo lo que, madre e hija, crean que representa la moda. La chiquilla se mira al espejo con la frecuencia y el histerismo de la madrastra de ‘Blanca Nieves’, y se vuelve una experta en cosmetología y publicidad.
Le insuflan manías e intereses de adultos. La matriculan en la trivialidad. Por eso es experta en la maledicencia y el chisme en todos sus niveles. Para colmo de males, nunca falta una tía que ponga en sus manos un ejemplar de “Cómo ser bella y coqueta”… ¡Qué lástima! A la mayoría de niñas de hoy, se le educa para el ocio, la servidumbre y la trivialidad.
La permeable chiquilla termina la primaria entre espejitos, telenovelas y chismografía. Mientras modelan a la pequeña odalisca remilgada, el tiempo pasa, termina la pubertad y llega la adolescencia, con muestras indiscutibles de sus intensos y desaforados instintos sexuales, al tiempo que los informes académicos retratan su pobre capacidad intelectual.
Entonces, la culpa de la evidente torpeza de la niña, la tiene la televisión. “Es que la nena ve mucha televisión”. ¡A buena hora!. Durante años, los ‘papis’, por comodidad, convirtieron a la televisión en institutriz de la pequeña, soñando con verla desfilar en las más famosas pasarelas del mundo, o como exitosa presentadora. Pero ya es tarde. Olvidan que la mediocridad dominante en el medio, origina la fabricación en serie de jovencitas desorientadas e insoportables… fatuas y ociosas… (¡Qué rico verte!… Te llamo luego, ¿bueno?...)
Desde los primeros años, a la niña no le conceden más opciones. Es inducida a la frivolidad y la dependencia, impidiéndole otra conducta y negándole la posibilidad de alimentar distintos intereses.
Es imperativa una infortunada conclusión: Los padres, -especialmente las madres alcahuetas- no permiten que sus hijas formen libre y adecuadamente su personalidad. Las instigan a practicar un desenfrenado culto a la apariencia, a la belleza física, desdeñando sus naturales y diversas facultades. Duele, pero hay que decirlo con sinceridad: Las están educando para inmorales cortesanas de un mundo en liquidación. Y eso al final de cuentas, es corrupción de menores.
Basta con mirar en nuestro derredor, especialmente en los niveles de clase media y media-alta, para que surjan preguntas como las siguientes: ¿Para qué estamos educando a nuestras niñas? ¿Las educamos para que mañana sean princesas del jet-set? ¿Las educamos para futuras ‘prepagos’? ¿O las educamos para que sean enanas mentales y superfluas amantes de obesos ejecutivos?
Así parece… Por lo menos en buena parte de los sectores sociales mencionados, dada la insólita y aberrante insistencia con que se estimula la vanidad y la coquetería de nuestras niñas, escamoteándoles de paso, su participación en la realidad.
A la dulce nena se le permite que sea una maniática consumidora de basura impresa y de todo lo que, madre e hija, crean que representa la moda. La chiquilla se mira al espejo con la frecuencia y el histerismo de la madrastra de ‘Blanca Nieves’, y se vuelve una experta en cosmetología y publicidad.
Le insuflan manías e intereses de adultos. La matriculan en la trivialidad. Por eso es experta en la maledicencia y el chisme en todos sus niveles. Para colmo de males, nunca falta una tía que ponga en sus manos un ejemplar de “Cómo ser bella y coqueta”… ¡Qué lástima! A la mayoría de niñas de hoy, se le educa para el ocio, la servidumbre y la trivialidad.
La permeable chiquilla termina la primaria entre espejitos, telenovelas y chismografía. Mientras modelan a la pequeña odalisca remilgada, el tiempo pasa, termina la pubertad y llega la adolescencia, con muestras indiscutibles de sus intensos y desaforados instintos sexuales, al tiempo que los informes académicos retratan su pobre capacidad intelectual.
Entonces, la culpa de la evidente torpeza de la niña, la tiene la televisión. “Es que la nena ve mucha televisión”. ¡A buena hora!. Durante años, los ‘papis’, por comodidad, convirtieron a la televisión en institutriz de la pequeña, soñando con verla desfilar en las más famosas pasarelas del mundo, o como exitosa presentadora. Pero ya es tarde. Olvidan que la mediocridad dominante en el medio, origina la fabricación en serie de jovencitas desorientadas e insoportables… fatuas y ociosas… (¡Qué rico verte!… Te llamo luego, ¿bueno?...)
Desde los primeros años, a la niña no le conceden más opciones. Es inducida a la frivolidad y la dependencia, impidiéndole otra conducta y negándole la posibilidad de alimentar distintos intereses.
Es imperativa una infortunada conclusión: Los padres, -especialmente las madres alcahuetas- no permiten que sus hijas formen libre y adecuadamente su personalidad. Las instigan a practicar un desenfrenado culto a la apariencia, a la belleza física, desdeñando sus naturales y diversas facultades. Duele, pero hay que decirlo con sinceridad: Las están educando para inmorales cortesanas de un mundo en liquidación. Y eso al final de cuentas, es corrupción de menores.
miércoles, 26 de marzo de 2008
No crea lo contrario: Los políticos necesitan de los periodistas…
Semillero de periodistas ‘Álvaro Cepeda Samudio’
. Al examinar las relaciones entre políticos y periodistas, se distinguen dos factores relacionados con el aspecto comunicacional, comunes a unos y a otros. Por un lado, el periodismo es una actividad mediadora indispensable para el político, sin la que no podría realizar eficazmente sus cometidos. Y por otra parte, el lenguaje periodístico actúa como metalenguaje con relación al lenguaje político.
En una parroquia como Santa Marta, es frecuente que el político mire al periodista ‘por encima del hombro’. Y en más de una ocasión, adoptando una pose de salvavidas, le suelta al paciente profesional de los medios, la más mortificante e indigna de las expresiones: ‘Vamos a darte una cuñita por un mes… para ayudarte’… ¡Qué irrespeto!... Veamos quien ayuda a quien.
La mediación periodística
En el desempeño de su actividad, la mayoría de las veces el político no se dirige directamente a los ciudadanos, sino a través de la mediación periodística. Es una evidente secuela de la arrolladora penetración del medio televisivo.
En efecto, la televisión ha contribuido a modificar las estrategias electorales. Las campañas ya no se efectúan ‘cara a cara’, en las plazas públicas, y las actividades políticas se organizan teniendo en cuenta los horarios de televisión, a fin de facilitar el cubrimiento y la difusión adecuada del acontecimiento, al punto de que si no tienen televisión en vivo y en directo, prefieren aplazar debates o cualquier otra actividad.
Es claro: Los políticos de todas las layas, han encontrado en la televisión, el medio más eficaz para asegurar que sus programas y consignas lleguen al mayor número de ciudadanos con un mínimo costo, esfuerzo y máxima celeridad.
Lo anterior ha contribuido a que la función social del periodista se haya revalorizado en las sociedades democráticas, comenzando a formar una nueva clase, un sólido gremio, al que debe reconocerse como configurador de la conciencia colectiva. Los periodistas son creadores de ideas, normas y valores socales, desplazando de esta función a grupos institucionales que la habían ejercido tradicionalmente, como la Iglesia, la Universidad, los científicos y la clase intelectual.
La actual fragilidad de los sectores mencionados, sumada al vertiginoso desarrollo tecnológico de los medios de comunicación social, ha dejado el camino expedito a la comprobación de esa pragmática realidad, que muestra la influencia de la información en el debate social, en general, y en el político, en particular.
Es evidente el tránsito de una democracia de persuasión directa, en que el político movilizaba a sus electores mediante actos públicos, a la democracia de comunicación indirecta. Así, el dirigente político necesita a los medios, se sirve de ellos para comunicase con sus potenciales electores y persuadirles de las ventajas y la conveniencia de su programa ideológico.
Resumiendo: El político requiere del periodista para llegar más eficazmente a su público elector, y como consecuencia de ese condicionamiento, el periodista es cada día más importante para el político, hasta el punto de que determinada adhesión, puede llegar a convertirse en un objetivo político prioritario.
Por estas y por muchas más razones que no exponemos para no cansar a nuestros lectores, es inexplicable que algunos periodistas, escasos de dignidad, se conviertan en simples ‘correveidiles’ de vergonzosos politiqueros.
domingo, 23 de marzo de 2008
El encanto insospechado de las reglas ortográficas
Semillero de periodistas ‘Álvaro Cepeda Samudio’
Después de las mujeres, la ortografía es lo más fascinante y misterioso que conozco. Escribir de manera correcta es desafiar a un complicado sistema de reglas e intrincados parámetros; a todo un conjunto engorroso de normas y disposiciones, que a muchos ha hecho desistir de la frenética intención de transitar por los senderos de la literatura y el periodismo.
Lo cierto es que no ceñirnos a la complicada normatividad ortográfica puede ocasionarnos muchos sinsabores, incluso convertirnos en presa fácil del sarcasmo y el escarnio público. Primero, los maestros y profesores; luego, nuestros sabihondos condiscípulos. Después, los padres y los hermanos. Finalmente, compañeros de oficina… y quienes decidieron ser periodistas, tendrán que aceptar la ‘murga’ de los jefes de redacción: ‘Oye… no es bida… es vida’…
Es más: Hoy constituyen motivo de investigación las horrendas secuelas y los efectos discriminatorios y sicológicos derivados del desconocimiento de la Ortografía, o de su mal uso… que es la misma vaina.
Si pudiésemos escribir como nos diere la gana, las aberraciones ortográficas conformarían sobre el papel una especie de liberación, una manera efectiva de reencontrarnos con el pasado, donde la escritura era un signo sobre la piedra; donde las palabras eran sólo pictogramas. Es decir, la palabra no era más que un relato gráfico de la vida cotidiana, de los mitos y de las creencias espirituales.
Trazar signos abstractos bajo el dictado de los sentidos, del cuerpo y la pasión, sin la presión de leyes gramaticales, permite a quien escribe con errores, escapar de la neurosis obsesiva en la que se convierten las faltas ortográficas.
Llenar solicitudes de empleos, escribir informes, redactar una carta, hacer una petición o escribir un correo electrónico, es para muchos una enorme mortificación. Los invaden las dudas y las preocupaciones por la posible incorrección de los textos.
Escribir según las reglas ortográficas posee un insospechado encanto. Si queremos hacerlo con alto grado de eficiencia, debemos recurrir a la lectura y desarrollar el ingenio para no cometer faltas protuberantes. Las palabras tienen su magia particular. Sus significados y su académica ortografía, deben ser nuestra permanente preocupación.
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