jueves, 3 de junio de 2010

Lo que hace el Junior de Barranquilla. Por Rafael Rada



El Junior inspira… de eso no hay duda.
Uno de los empresarios más importantes de Barranquilla y del país me decía: “me gusta el Junior porque la gente se alegra, cuando gana”. Su nombre: Hernando Celedón Manotas, quien era en ese tiempo el presidente de Monómeros Colombo-Venezolanos y un juniorista comprometido.

Ahora, me encuentro dentro de mis correos con esta nota de mi querido hermano, Rafael.
Médico. Estudioso, inquieto… tanto que se sabía, cuando éramos pelaos, todas las capitales del mundo. Y empezó a leer antes de caminar…

Me gustó la nota, por eso se las envío con alegría.

Buena por el Junior y su sexta estrella que tiene a mucha gente trabajando hoy en Barranquilla con entusiasmo, a pesar del sueño y la rasca.

LuisEmilioRadaC

Pd:


Lo que hace el Junior‏
De: alberto conrado (rarc1958@hotmail.com)

Enviado: jueves, 03 de junio de 2010 11:07:43 a.m.
Para: LURA (radareconomico@hotmail.com); mabelrada@hotmail.com; oneidarada@hotmail.com; luis-k70226@hotmail.com; l.rada@hotmail.com; YUDEX COMPADRE (yudexali2003@yahoo.com); dira321@hotmail.com; sandy (sandyradaf@hotmail.com); melissa sobri (melissarada@hotmail.com); yane (yanemary@hotmail.com); yamile ali (yali@procaps.com.co)

Junio 3 de 2010
Cuando el Junior gana, todo se transforma.
Barranquilla era ayer la ciudad más feliz del mundo, parecería que hubieran aumentado los ingresos familiares, bajado la canasta familiar, todos los hijos de familia estuvieran estudiando, y los que están en edad de trabajar vinculados a trabajos estables y decorosos.
Como por arte de magia las Universidades se llenaron de magísteres y doctores, los estudiantes acudían masivamente a las bibliotecas a leer, para comprender mejor los problemas de la ciudad, de la región, del país y del mundo.

Los niños podían dejarse con los vecinos porque no hay peligro de que les ocurra nada malo, ya que estos los llenarían de amor y con mucha paciencia los dejarían subirse a los muebles, rayar las paredes y tirar todo lo que estuviera al alcance de sus pequeñas manos.

Los hospitales atendieron durante 90 minutos con la mayor calidad del mundo, los médicos y enfermeras comenzaron a llamar a los pacientes por sus nombres y a preguntarles por su familia, por su vida en general.
La red pública hospitalaria tenía cama para atender todos los pacientes remitidos de los diversos pueblos del Atlántico, y no solo cama, sino calor humano.

Los empresarios se sentaron con los operarios a ver el partido en pantalla gigante y a vibrar con los dos goles de Bacca y con el zapatazo de Cortés, y les dijeron, mañana todos tienen un incremento del 20% en su salario, y las utilidades las repartiremos entre ustedes y mi familia de manera equitativa.

El Transmetro funcionó como un relojito durante noventa minutos; los vendedores estacionarios desaparecieron de la calle 30 y aparecieron en centros construidos para ubicarlos dignamente.
Las calles se llenaron de árboles y bajó la temperatura en la ciudad.

De pronto oigo un ruido familiar, el imprudente despertador que me dijo: “oye chico, que hacías viajando por Finlandia, estás en Barranquilla, apúrate que sino te bota el jefe y te tocará ir a leer tiras cómicas por la Biblioteca Departamental”.
Esperemos que Junior gane la séptima estrella, para ir un ratico a Dinamarca.

Rafa

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