miércoles, 17 de marzo de 2010

El Debate Electoral, los Niños y la Región Caribe. Por Rafael Rada

Barranquilla, marzo 16 de 2010

EL DEBATE ELECTORAL, LOS NIÑOS Y LA REGION CARIBE

De acuerdo a los relatos de amigos que estuvieron actuando como jurados, personas que apoyaron a diversos candidatos, comentarios callejeros, información de radio y televisión, y declaraciones de la OEA, en las elecciones del pasado 14 de marzo, la compra de votos definió en buena medida la permanencia o llegada de algunos personajes al Congreso de la República de Colombia en representación del departamento del Atlántico.

Ya se convirtió en costumbre que el debate electoral lo define la compra-venta de votos. Existe una fidelidad del vendedor con el comprador, que no existe poder humano que lo haga desistir de tal decisión cuando ya se comprometió a vender su voto que, para la mayoría de los ciudadanos no significa venta de conciencia, irresponsabilidad ciudadana, sino, una oportunidad para comprar algo que necesita, llámese licor, comida, vestido, artículos para el hogar, y en la época de las telecomunicaciones, un celular o una memoria USB.
Algunos venden el voto más de una vez; le cobran un mayor valor al político que tiene esa estrategia como una forma de mantenerse o llegar a un cargo de elección popular y un valor menor al político que consideran su amigo y a quién realmente le van a dar el voto.

Es bien interesante escuchar como algunos relatan la forma como amarran sus votos. Dicen que los votos más seguros son los de los adultos mayores que, son acompañados por un familiar de corta edad (menores de 12 años) del comprador, para que sea quién marque el tarjetón. El niño es entrenado previamente, y después de que existe la certeza de que no cometerá errores, se convierte en una pieza clave en el debate.
Estas y otras artimañas, son utilizadas por la clase política que se mantiene en el poder en nuestro departamento y región. Desde niños, los pobladores empiezan a participar en las trapisondas de la politiquería nuestra.

¿Esa entonces será la generación que se cobijará con la sombra del árbol de la Región Caribe?

Nosotros no necesitamos una Región Autónoma reconocida legalmente, requerimos de un cambio de mentalidad, de una nueva ética social. Una ética para construir desde la infancia; una ética que finalmente, nos permita cambiar nuestro futuro, con Región como entidad o no; pero si con Región como territorio, como cultura, como forma de vivir que, nos identifique y nos hace diferentes al resto del país.

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