martes, 5 de enero de 2010

Cecilia López: 2010, año de quiebre

Cecilia López, es una mujer que expresa su pensamiento, y aunque a muchos no les guste, representa a much@s colombian@s que no tienen voz.
En medio de su campaña para acceder a la presidencia del partido liberal, del que acaba de apartarse, por no estar de acuerdo con algunos aspectos políticos, llegó al RADAR y tuvimos la oportunidad de presentársela a nuestros oyentes...
Estuvo con Jorge Vergara y en esa ocasión, estaba en Barranquilla nuestro colega y amigo, Ricardo Rocha. Y entre ambos, mantuvimos una conversación radial con la economista.
Aquí está el registro y aprovecho para invitarles a que lean su columna de El Espectador, que comparto en casi todos sus aspectos.
Soy uno de los ciudadanos colombianos que considera que la reelección del presidente Alvaro Uribe, en vez de ayudarnos, nos puede perjudicar.
The Economist, lo ha comentado en más de dos ocasiones y mucha gente inteligente está de acuerdo con esa posición: La reelección es un mal negocio para Colombia.

Luis E.


Cecilia López, en el RADAR, con Ricardo Rocha y Jorge Vergara
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En esta foto, aparece Wilfrido Salgado, el hombre del sonido, en ese momento en el RADAR...

Pd:
2010: un año de quiebre

Por: Cecilia López Montaño

TODA UNA GAMA DE PRIORIDADES se debaten para 2010 y en ellas caben muchos temas: la paz, la democracia, la justicia, la descentralización, el narcotráfico, las relaciones internacionales, la economía, el desempleo, la tierra y muchas más.
Difícil tarea jerarquizar estos temas, y abordarlos simultáneamente es imposible.

Pero la verdad es que son tantas las áreas que requieren atención, tantos los problemas por resolver, que 2010 debería tomarse como un año de quiebre. Un año en el cual el país cambie seriamente de rumbo, difícil de aceptar para los miembros del Gobierno o los uribistas.

Sin duda, el primer quiebre se refiere a la democracia colombiana, hoy seriamente amenazada. Como lo acaba de sugerir The Economist, si bien “Uribe ha logrado mucho”, Colombia necesita “instituciones fuertes” en lugar de un “eterno hombre fuerte”. Y fue mucho más lejos al recomendarle al presidente Uribe seguir los pasos de mandatarios como Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, y Michelle Bachelet, de Chile, que se negaron a cualquier posibilidad de ampliar sus mandatos. “Siguiendo su ejemplo, Uribe podría entrar en la historia como un demócrata que salvó a su país”.

Otro país será Colombia si la segunda reelección del señor presidente Uribe se vuelve una realidad en contra de todas las barreras políticas e institucionales que hoy existen. Puede que muchos colombianos lo vean como algo normal, pero para el mundo entero, este país dejará de ser una de las democracias más reconocidas de América Latina para entrar en el reprochable mundo de las dictaduras.

Otro quiebre tiene que darse en el manejo de la economía por parte del Gobierno. No más triunfalismo, no más frases de cajón, no más interpretaciones amañadas de la dura realidad. La verdad es que se estancó la economía colombiana, porque los sectores claves como la industria, el comercio y el sector agropecuario, que son los que generan empleo y pagan impuestos, están paralizados. La excusa no puede seguir siendo la crisis internacional. Ni el país se blindó, ni ya se tocó fondo, ni se recuperará el dinamismo rápidamente. Las cifras demuestran que eso no es cierto y que lo que se requiere es analizar seriamente lo que debe hacerse para que los motores del desarrollo colombiano arranquen de nuevo.
Sobre la paz: ni está cerca el fin del fin, ni la guerrilla está en las últimas. Tampoco desapareció el paramilitarismo y mucho menos, el motor de todas las guerras que es el narcotráfico. Este es un tema crítico que requiere un quiebre, lo cual no significa que se ignoren los éxitos de la Seguridad Democrática, sino que se reconozca que después de siete años, se requiere un balance objetivo para fijar nuevos derroteros.
La gente, esos colombianos promedio y los pobres o marginados, necesitan un gran quiebre en las políticas públicas y en las prioridades del país, donde no han aparecido. Sacar de la miseria a 8 millones de colombianos, reducir la pobreza a niveles menos vergonzosos y fortalecer esa clase media tan olvidada y golpeada, son objetivos que exigen nuevas políticas económicas y sociales muy distintas a las actuales. Crear capital humano, verdaderas reformas laborales y, sobre todo, hacer realidad la Constitución del 91, que exige al Estado responder por los derechos económicos, sociales y culturales de todos y cada uno de los 46 millones de colombianos, deben convertirse en una verdadera realidad. Faltan otros quiebres, pero con éstos se empezará a construir un país distinto.

Luis E

Radar Económico
Un cuarto de SIGLO
Narrando la historia
http://www.radareconomicointernacional.blogspot.com/
radareconomico@hotmail.com
radareconomico@yahoo.com
Luis Emilio Rada C
Director
301 7273 633/311 803 43 05
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Lerc: Como el tema es tan importante para el futuro de nuestra nación, les quiero adicionar este escrito que me que encontré en la Revista Semana, firmado por María Teresa Ronderos...

Pd:

María Teresa Ronderos

“Uribe ha logrado mucho, pero…”: The Economist
Por María Teresa Ronderos, especial para Semana.com

La revista The Economist advirtió a la sociedad colombiana que si quiere seguir en la dinámica del fortalecimiento democrático no debería reelegir al Presidente Uribe, a pesar de sus logros

POLÍTICA. En su primera edición del año, la revista británica advirtió a Uribe que si quiere salir por la puerta grande de la historia no busque su reelección. Pero también dice que él no parece querer diferenciarse de Chávez.
Miércoles 6 Enero 2010
Un mensaje de hondo calado le envió esta semana a la sociedad colombiana, la muy influyente revista británica The Economist en un artículo y un editorial que fueron registrados por los medios colombianos: que si quiere seguir por la senda de estabilización democrática en la que puso al país el presidente Álvaro Uribe, no debe reelegirlo.
El mensaje, por supuesto, también fue para el propio Presidente colombiano: si quiere pasar a la historia como un gobernante extraordinario, no espere a que la Corte se pronuncie sobre si es viable o no el referendo, sino que entre a la historia de los buenos mandatarios e inaugure el año renunciando a su candidatura.

Parece una paradoja, pero no lo es. “Uribe ha logrado mucho. Pero para progresar, Colombia necesita instituciones fuertes, más que al eterno hombre fuerte. El último éxito de las duras políticas de seguridad de Uribe, depende de que otros las continúen y las ajusten”.

Es decir, si hubo progreso bajo Uribe fue porque le restó espacio considerable al imperio del miedo impuesto por las Farc en amplios territorios y carreteras colombianas; convenció a los terroristas del paramilitarismo a desmovilizarse, y aún con todos los problemas que tiene este proceso de Justicia y Paz, se frenaron las masacres; y trajo confianza a los inversionistas y con ello vino el crecimiento económico. Y todo esto se llama mejoría en el Estado de Derecho democrático.

Mantener a la política de rehén de la postergada decisión de si Uribe será o no candidato y someterla a un atropellado proceso electoral, dice la revista, puede hacer que si la candidatura de Uribe falla, su sucesor no alcance a construir un mandato lo suficientemente amplio como el que necesita para enfrentar los múltiples problemas que aún tiene. “Este es un lujo que Colombia no se puede dar”.

La revista reconoce que después de ocho años de gobierno, Uribe deja un país más seguro y más rico, pero que ahora necesita más empleo y políticas socio-económicas más firmes y efectivas.

Así mismo, sostiene que no ha podido resolver los cuellos de botella del transporte, y debe buscar políticas que mejoren el número y la calidad de los empleos. Como buena revista liberal, The Economist, cita como una causa importante del desempleo, lo que considera exceso de impuestos a la nómina de los empresarios (pagos de Bienestar Familiar, Cajas de Compensación, Sena, etc.) y recomienda que Colombia reforme tales normas. En esto, claro está, la posición de la revista es discutible y deja de mencionar que una anterior ley de flexibilización laboral diseñada supuestamente para estimular la creación de empleo formal, fue un fracaso, según varios estudiosos del tema.

También asegura que son dañinos para la democracia el activismo judicial y la parálisis judicial, pero que Uribe, que ha enfrentado a jueces y desestabilizado el balance de poderes diseñado por la Constitución para períodos de cuatro años, sería el último que podría reformar al Poder Judicial de buena fe.

También la revista, que hace gran énfasis en los logros en seguridad del uribismo, quizás incluso sobreestimándolos, asegura sin embargo, que persisten los problemas en ese terreno. La inseguridad urbana, particularmente en Medellín, el retorno de miles de paramilitares a las armas, y los signos de que las Farc se ha reacomodado ante la ofensiva oficial, con la estrategia de francotiradores y minas antipersona, con el propósito de desmoralizar al Ejército. Y que todos estos problemas requieren una nueva visión de cómo enfrentarlos; un recambio en el liderazgo.

Por eso a la postre, la revista lo invita a entrar a la historia como un demócrata y seguir el ejemplo de Lula en Brasil y de Bachelet en Chile, quienes aún gozando de gran popularidad al final de sus períodos, no intentaron quedarse en el poder. Pero The Economist no parece muy optimista y termina asegurando que Uribe “parece más estar inclinado en emular a Hugo Chávez, el Caudillo de Caracas”.

Quien sabe qué le pese más a Uribe. Está el coro de la extrema derecha, de cuyo pozo pando tendrá que sacar al gabinete de un tercer período, según dice la revista, que lo tiene convencido de quedarse en el poder. Y está el temor a terminar pasando a la historia como un caudillo autoritario, que sólo se diferencia de Chávez porque usa sombrero campesino en lugar de boina roja.

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