domingo, 21 de junio de 2009

Confianza en tiempos de crisis.

La confianza es clave en los momentos de crisis.
Como estamos muy preocupados por lo que está sucediendo no sólo en el país, sino a nivel mundial, les presento esta nota que está circulando por nuestra red: Redcaribe.

Dos periodistas: Raimundo Alvarado y el maestro Javier Darío Restrepo, la animan con sus comentarios.

Luis Emilio Rada C.

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Red Caribe] CONFIANZA EN TIEMPOS DE CRISIS
domingo, 21 de junio de 2009, 05:41 pm
De:
"RAIMUNDO ALVARADO OSORIO"

A: "Red Caribe"


Hola amigos:
Creo que no tengo que hacer muchos esfuerzos para demostrar que la confianza es, con los más recientes acontecimientos en Barranquilla y en esta red, un concepto o un valor que nos llega y que nos invita a la reflexión. En mi ha ocurrido. He gastado neuronas al tema y me incita a tomar decisiones de mejoras, de cambios, en fin, en otra ocasión podríamos hablar de ello si esto de alguna manera afecta positiva o negativamente mi contribución en RedCaribe. Pero la introducción no es tanto para hablar de mí. Es más bien para sugerir la lectura de la serie publicada en Semana, que ofrece numerosos ángulos de análisis acerca de este importantísimo asunto de la confianza. Ahí les dejo el enlace de la introducción del informe general y un texto del maestro Javier Darío Restrepo relacionado directamente con confianza y periodismo.

Raimundo Alvarado.



Confianza en tiempos de crisis


La confianza no se puede ver, pero sus efectos son muy reales. Y a veces, aunque haya normas concretas, sin confianza las leyes sólo son letra muerta. La crisis económica nos obligó a revaluar cosas que dábamos por sentado y a darnos cuenta de que no todo es lo que parece.

Domingo 21 Junio 2009

http://www.semana.com/noticias-especiales/confianza-tiempos-crisis/125305.aspx

No tan imparcial

Por Javier Darío Restrepo*

En medio de las crisis sociales, las tragedias y desastres, los medios no sólo se juegan una confianza que han construido con sus audiencias, sino que deben tomar partido en beneficio del bien común.

Domingo 21 Junio 2009

http://www.semana.com/noticias-especiales/no-tan-imparcial/125373.aspx


¿Qué tanto debieron decir o callar los medios frente a la aparición y propagación del virus A H1N1? La respuesta a una pregunta tan sencilla, pero de por sí compleja, puede revelar la forma como los medios construyen o destruyen su confianza, pues si entregaban datos de menos podrían estimular la inconciencia, pero datos de más podrían producir pánico, impulsar un negocio multimillonario de medicinas o generar la caída de las bolsas de valores.
Una vez visto lo ocurrido con el virus, la misma pregunta sigue teniendo validez y generando muchas más: ¿Influyó la prensa en el pánico que se generó en el mundo? ¿Qué hubiera sido preferible: una prensa discreta, dedicada al registro de los hechos cumplidos, o una que trabaja sobre hechos y sus consecuencias previsibles? Para que los lectores confíen en la prensa, ¿esta debe ser discreta transmisora de buenas noticias, o activa para prevenir catástrofes? ¿En cuál de esos medios confiaría más usted?

Después de la explosión del volcán Santa Helena, en el estado de Washington, a los lectores de periódicos no les quedó duda: los más de 29.000 habitantes que sobrevivieron tenían una deuda con la prensa que había advertido, que los había convencido y que los había acompañado durante su evacuación preventiva. Quizá no cayeron en la cuenta del factor principal: ellos les habían creído a sus periodistas y a sus gobernantes, y esa confianza en sus informaciones se había forjado durante largo tiempo y desde antes de que el volcán entrara en actividad.

Todo lo contrario fue lo que no sucedió en Armero. La prensa sí advirtió, publicó, entre otros, el boletín de Ingeominas del 7 de octubre, un estremecedor pronóstico científico de lo que iba a ocurrir, pero nadie -ni la población ni el gobierno- parecieron darle importancia, porque no le creyeron a la prensa. La falta de confianza en la información periodística resultó mortal para los más de 23.000 habitantes de Armero.

Estos y muchos otros hechos le demuestran a la prensa que no basta decir la verdad; además es necesario que se la crean, es decir, que merezcan la confianza de la población. Y construir confianza es un proceso largo en el que intervienen una práctica constante de informar con exactitud, de corregir o rectificar errores con honestidad, de construir una independencia a prueba de sospechas y de hacer evidente una voluntad de servicio sin lugar a equívocos.

La frágil confianza

Para cualquier medio o periodista es evidente que la confianza del lector se pierde por los errores no corregidos ni rectificados, por los errores repetidos y, sobre todo, por la percepción de que alguien mueve intereses por debajo de la mesa de redacción. En situaciones de crisis esa confianza es asunto de supervivencia profesional para el periodista, pero de vida o muerte para la sociedad.

Pero es más compleja la situación cuando hay una crisis social. ¿Qué hacer? ¿Presentar todos los puntos de vista con asepsia de cirujano y dejar en manos del lector la decisión? Esa es una práctica facilista que convierte al periodista en un simple intermediario que lleva y trae declaraciones y documentos con eficacia de estafeta, sin valor agregado alguno y con el escrúpulo de quien, vestido de blanco, se desvive por no mancharse.

Otra práctica es la de la prensa que convoca expertos: para que ellos enfrenten el problema, aporten sus propuestas y entreguen al lector la materia prima de una decisión. Por ejemplo SEMANA reaccionó como parte del problema y asumió los riesgos de cualquiera de los implicados cuando en una portada imprimió, como un grito, su rechazo a la reelección. Para algunos de sus lectores resultó un gesto inesperado, "al dejar de ser imparcial, invita a dejar de leer esta, hasta el día de hoy, imparcial y oportuna revista".

¿Debió callar su opinión o presentarla en un discreto editorial firmada por el director?

La decisión es más simple cuando se trata de una catástrofe natural. La voz de alerta, escueta e imperativa se impone sin más: "Urge la evacuación," "Avalancha inminente", "no espere la inundación, o la erupción". En las catástrofes sociales el pronóstico es más inseguro, pero sus efectos son más duraderos y devastadores. Los indicios de su inminencia se acumulan como señales premonitorias que deben ser leídas.

A lo largo de semanas la revista las fue mostrando y examinando: la pugna presidencial contra la Corte, la cercanía del Presidente con los parapolíticos, las tentativas desde el poder presidencial para retrasar o atenuar el rigor de la justicia en los casos de para-política, las ternas marcadas para elección de magistrados y de Procurador General, el proceso astuto y turbio para la reelección de 2006, el desarrollo de la 'yidis-política'; las sospechosas condiciones de la recolección de firmas para el referendo. Uno tras otro, todos estos datos crearon la certidumbre de un peligro social que debió aparecer tan claro y amenazante ante los ojos de analistas y periodistas, que planteó el gravísimo dilema: ¿publicar o no publicar? , ¿advertir o no advertir?

Periodismo neutral versus punto de vista

El divorcio entre hechos y opinión ha dado lugar en las redacciones a esa apariencia discreta de quien no toma parte y se mantiene a distancia, alejado de los que están inmersos en el tremedal de los conflictos. Pero a pesar de esa apariencia hay variados recursos para influir en la opinión: el titular que privilegia y orienta, las fotografías y pies de foto que dirigen la mirada, las listas de entrevistables y no entrevistables, los adjetivos, los detalles, la edición. El uso diario de estos recursos, entre otros, hace ver y pensar con sesgo, mientras hacia afuera se proclama una voluntad institucional de objetividad y neutralidad, incoherencia que configura un perfil de hipocresía, esa careta que dice lo contrario del rostro que oculta.

Un grupo de profesionales de la prensa creó en Estados Unidos 'Periodistas con un punto de vista' para quitarle al oficio esa careta y afrontar honestamente la realidad: todo ser inteligente tiene puntos de vista ¿Por qué ocultarlo? Los rostros desnudos crean una mayor confianza que los maquillados, encapuchados o enmascarados. Por eso este grupo parte de estas normas prácticas:

1. Sólo escribo lo que pienso que es cierto.

2. Debo ser justo con los que piensan otra cosa.

3. Ser sincero con el lector para decir mis preferencias y puntos de vista.

Es un punto de vista que parece negar normas tradicionales, pero en realidad sólo las precisa. Son normas que tienden a fortalecer la necesaria confianza del lector en el periodista y esa confianza se acentúa cuando el lector sabe en quién confía porque conoce en qué cree el periodista y no tiene por qué manejar sospechas sobre sus intenciones ocultas.

Las denuncias periodísticas a que dio lugar el proceso 8.000, la información sostenida sobre la para-política, las persistentes revelaciones sobre la 'yidis-política', el seguimiento obstinado de los conflictos presidenciales con la Corte y la constante información sobre la actividad del volcán Galeras, o el deshielo de los nevados, o los niveles de contaminación no se pueden leer como posiciones partidistas sino como un necesario servicio a toda la población. No pueden ser fríos registros estadísticos. Requieren una interpretación que ponga en evidencia el nivel de riesgo que corre la población a menos que se decidan acciones.

Y así como hay neutralidades imposibles, por ejemplo ante un secuestro, una violación, el abuso de los más débiles y los pobres, también es imposible la distancia y la frialdad de lo objetivo y lo neutral cuando es el futuro del país y el presente de sus instituciones el que se ve amenazado.

En todos estos casos hay que informar la verdad, se debe garantizar que esa verdad sea creíble para que sea útil y salve vidas, y se debe tomar partido, el único partido en que debe militar la prensa, que es el interés de todos. En cambio, una prensa al servicio de intereses particulares, o de un partido, o de un gobierno, comienza a ser tan extraña como un dinosaurio en el jardín.

* Periodista

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