El daño que le está haciendo Maduro a los latinoamericanos es altísimo.
Es más, el hombre no ha entendido, que no solamente está golpeando a su pueblo, sino a los hogares de sus vecinos.
En las calles de Barranquilla y en las otras ciudades de la región Caribe, cerca a los semáforos, se siente la presencia de los venezolanos que han venido a estas naciones a buscar dinero para sostener a sus familias, porque en Venezuela no hay opciones.
San Valentín alivia, pero la pregunta es: ¿cuándo entenderá Maduro?...
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
San Valentín, un alivio para la crisis en la frontera entre Colombia y Venezuela
Rubiela Méndez y William Pérez nunca
habían sentido el frío húmedo de la Sabana de Bogotá. Lo cuentan
mientras arman ramos de doce rosas en una bodega a más de 500 kilómetros
de su natal Cúcuta, en la deprimida frontera con Venezuela.
Hasta allá fueron los floricultores en busca de mano de obra
ante la elevada demanda de exportación en San Valentín, y lo que
encontraron fueron multitudes desesperadas.
“La situación de Cúcuta está muy difícil. Nadie quisiera
volver allá porque no hay trabajo, pero yo tengo que volver porque tengo
a mi hija allá”, dice esta mujer impecablemente maquillada de 26 años,
que nunca se había separado de su pequeña de cuatro años y medio.
En un país con cifras de desempleo inferiores al 10% en el
último lustro, esa ciudad cerró 2017 con una tasa de 15,9%. Según
Méndez, en medio de la desocupación los venezolanos que llegan por miles
pueden cobrar hasta la mitad por el mismo trabajo.
La actividad es frenética en una enorme planta enclavada en
medio de invernaderos en Tabio, en el centro de Colombia, el segundo
exportador mundial de flores detrás de Holanda, y el principal al
mercado de Estados Unidos.
Después de que se cortan las rosas, se conserva una estricta
cadena de frío, de manera que los obreros que pululan clasifican, arman
ramos y empacan a ritmo de bachata y reguetón a menos de 10 grados.
Rubiela es una de ellos. Después de que perdió el empleo en
un restaurante donde ganaba $20.000 pesos al día (US$7), se dedicó a
contrabandear con combustible hasta que pudo cambiar la gasolina por los
pétalos.
Desespero y hambre
La empresa Sunshine Bouquet abrió un túnel de escape a la
crisis en la mayor urbe colombiana sobre la frontera común de más de
2.200 kilómetros.
Después de Navidad, San Valentín es la celebración en la que
los norteamericanos gastan más dinero, y el mes previo al día de los
enamorados, el 14 de febrero, es el mayor pico del año para los
floricultores colombianos, que satisfacen el 74% de esa demanda.
Un lucrativo sector que movió US$1.306 millones entre enero y noviembre.
Para esta temporada, Sunshine Bouquet echó a andar un plan
de reclutamiento en la zona de frontera con la expectativa de contratar
migrantes venezolanos, pero hallaron una enorme necesidad entre
cucuteños.
A mediados de enero transportaron en 14 buses a los 600
elegidos, 80% de ellos colombianos recientemente retornados – para
instalarlos en tres fincas de la Sabana de Bogotá, donde adecuaron
campamentos y contenedores con calefacción y agua caliente. Reciben el
salario mínimo, cerca de US$300, además de alojamiento y alimentación.
En Cúcuta hay “una población muy necesitada, sufrida, pero
con muchas ganas de trabajar”, explicó Felipe Gómez, gerente general de
la compañía.
Con la ayuda de la cancillería, reunieron a 1.200 personas en el estadio General Santander de Cúcuta a finales del año pasado.
William corrió con suerte. Fue uno de los escogidos. Este
colombiano de 24 años llevaba cuatro meses sin encontrar trabajo cuando
se enteró de la convocatoria. Durante siete años vivió en Venezuela,
pero la crisis lo forzó a regresar.
Allí experimentó “la zozobra, ese desespero terrible” de sentir temor por la inseguridad y no conseguir comida, cuenta a la AFP.
No hay comentarios:
Publicar un comentario