Ganó Emmanuel Macron -23.7%- en Francia.
Segundo lugar, Marine Le Pen -21.9%.
Se enfrentarán el próximo 7 de mayo.
En el RADAR vamos a estar atentos.
El preferido es Macron, sin embargo, los seguidores de Le Pen están listos para el combate.
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Macron se enfrenta a Le Pen como favorito en la segunda vuelta
El candidato europeísta y liberal recibe el apoyo del conservador Fillon y el socialista Hamon
RADAR. Ganó Macron -23.7- Le Pen -21.9- Elecciones 7 de mayo
Por
primera vez, en casi 60 años, la derecha estará ausente de la segunda
vuelta y no habrá representantes de los dos grandes partidos.
losandes.com.ar
La elección será diáfana, sin riesgo de confusión ni puntos de conexión entre los aspirantes, dos propuestas antagónicas para el futuro de Francia y de Europa. Emmanuel Macron, del nuevo partido En Marcha!, es el más votado en la primera vuelta de las elecciones francesas de 23 de abril. Le sigue Marine Le Pen, candidata del Frente Nacional. Ambos se enfrentarán en la segunda vuelta, el 7 de mayo. El próximo presidente será o bien un exbanquero con escasa experiencia y un mensaje europeísta y liberal, o la heredera de la ultraderecha, partidaria de salir de la Unión Europea.
Macron parte como claro favorito para la segunda vuelta, según los sondeos, y ha recibido el apoyo de sus rivales socialista y conservador. El izquierdista Mélenchon, en cambio, eludió pronunciarse.
La clasificación de Macron,
de 39 años, y Le Pen, de 48 años, en la primera vuelta de las
elecciones deja fuera a las dos grandes familias políticas francesas —la
socialista y la gaullista— por primera vez desde que se fundó la V
República en 1958. Pone cara a cara a dos candidatos que reniegan de la
etiqueta izquierda y derecha y aspiran a ser transversales. Aunque Le
Pen esté genética y filosóficamente adscrita a la tradición de la
derecha extrema autóctona. Y aunque sea indisimulable la filiación de
Macron —criado políticamente en el Elíseo del presidente saliente
François Hollande— con el centroizquierda socialista, una especie
tercera vía a la francesa.
En los minutos posteriores al anuncio de los resultados, Macron
recibió una catarata de apoyos en vistas a la segunda vuelta,
procedentes de la izquierda pero también, significativamente, de Los
Republicanos del conservador François Fillon, el gran derrotado de la
noche. El propio Fillon, los exprimeros ministros Alain Juppé y
Jean-Pierre Raffarin, o barones regionales de la derecha como Christian
Estrosi declararon que votarían a Macron, adversario hasta esta misma
noche, para frenar a Le Pen. La movilización en favor del candidato de
En Marcha! hace presagiar la formación de un frente republicano —una
amplia coalición de izquierdas, centro y derecha contra la extrema
derecha— para evitar la victoria del Frente Nacional.
La final Le Pen-Macron
abre la incógnita sobre qué mayoría parlamentaria dispondrá el próximo
presidente. Gane quien gane, no está claro que sus partidos tengan la
suficiente tracción para conseguir los diputados necesarios para
gobernar en las elecciones legislativas de 11 y el 18 de junio.
Comienzan dos semanas de campaña intensa en la que se chocarán dos visiones opuestas sobre el futuro de Francia, Europa y el mundo. El pulso reproduce el de junio de 2016 en Reino Unido entre los partidarios de continuar en la UE y los partidarios de abandonarla, y el de noviembre del mismo año en EE. UU. entre la candidata demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump.
Es la misma fractura que atraviesa las sociedades occidentales en la complicada década posterior a la gran recesión. Según el país, y según el color ideológico de quien formula en análisis, adopta una definición distinta, pero las líneas divisorias son las mismas. Pueblo contra élites; perdedores contra ganadores de la globalización; campo contra ciudades; personas sin y con educación superior; nacionalismo contra internacionalismo; repliegue y apertura; intervencionismo económico y liberalización suave.

Los sondeos elaborados antes de la elección de esta noche pronosticaban, en caso de un enfrentamiento de Le Pen y Macron en la segunda vuelta, una victoria amplia de Macron. Pero la clasificación de ambos puede transformar la dinámica de una campaña en la que hasta ahora participaban once candidatos. Le Pen y Macron deberán esforzarse por ampliar el campo, seducir a votantes de otros candidatos para sumar el 50% de votos más 1 necesarios para convertirse en el próximo presidente de Francia. En los próximos días se espera que Hollande pida el voto por Macron y que los candidatos derrotados se pronuncien y eventualmente se sumen a la campaña de uno de los finalistas.

La final Macron-Le Pen supone en todo caso una ruptura en el sistema, un rechazo, cada uno con una óptica distinta, a la clase política que ha regido el país desde hace décadas. Hace un año parecía que en estas elecciones se enfrentarían figuras como el presidente Hollande o su antecesor Nicolas Sarkozy. Finalmente serán las del cambio de guardia en la V República.
Macron, que fue banquero en Rotschild y ministro de Economía con Hollande, es un recién llegado en la escena política, un desconocido hasta hace dos años por el gran público que se ha saltado todas las etapas requeridas para un aspirante presidencial. Su victoria le convertiría en el presidente más joven de la V República. Supondría una renovación generacional, un nuevo estilo. La victoria de un exbanquero europeísta, favorable a la globalización, liberal y apoyado por el establishment de su país obligaría a revisar el relato sobre la ola populista en las sociedades occidentales.
Le Pen, aunque su apellido sea una presencia pública desde los años cincuenta y aunque cuenta con el respaldo de millones de franceses, ha sido excluida de los círculos del poder. Si ganase, el cambio de guardia sería lo menos significativo. Con un presidente favorable a la salida de la UE y del euro, al cierre de las fronteras a la inmigración, Francia, y Europa, entrarían en territorio desconocido.

Ni socialistas ni conservadores: la crisis de los grandes partidos ha
llegado a Francia. Las dos grandes familias políticas que han
articulado la Francia de la V República —la izquierda no comunista de la
SFIO primero y el PS después, y la coalición del gaullismo y otras
expresiones del centroderecha, hoy con el nombre de Los Republicanos—
quedaron fuera de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Es
la primera vez que ninguna de estas dos familias logra disputar la
presidencia de la República. En dos ocasiones, 1969 y 2002, los
socialistas faltaron a la cita. En 1969 su candidato, el alcalde de
Marsella Gaston Defferre, sacó poco más de un 5% de votos, por detrás de
los candidatos gaullista, centrista y comunista. En 2002, el entonces
primer ministro Lionel Jospin quedó fuera de la segunda vuelta, superado
por el presidente Jacques Chirac y el candidato del Frente Nacional,
Jean-Marie Le Pen. Los conservadores han estado en todas las segundas
vueltas, fuese con candidatos gaullistas o del centroderecha como Valéry
Giscard D'Estaing en 1974 y 1981. Se abre ahora una crisis profunda,
quizá una refundación o una escisión, para el PS de Benoît Hamon,
desgarrado por el flanco izquierdo por La Francia Insumisa de Jean-Luc
Mélenchon, y por la derecho por la empuje del centrista Emmanuel Macron.
En Los Republicanos comienza otra batalla en la que desde viejas
glorias como el expresidente Nicolas Sarkozy hasta valores emergentes
como varios barones regionales reclamarán el derecho a influir. La
derrota del PS y Los Republicanos es una victoria del 'dégagisme' (de
dégager, largarse), la peculiar versión francesa --radical en el caso de
Marine Le Pen, suavizada por la continuidad con el sistema en el de
Macron-- del 'que se vayan todos', la voluntad de recambio del personal
gobernante.