Barranquilla cumple 210 años: ¿Sabe cómo es su origen?
La ‘Puerta de Oro’ de Colombia fue declarada villa el
3 de abril de 1813 en Cartagena y recibió esta declaratoria cuatro días
después, el 7 de abril, por lo que este viernes llega a su aniversario 210.
Lea: Aquí la programación para conmemorar los 209 años de Barranquilla
Cuentan los historiadores que Barranquilla emergió
como un territorio espontáneo con la ayuda de españoles, mestizos y criollos.
Todo un proceso que arrancó desde mediados del siglo XVI a orillas de la
antigua ciénaga de Camacho, un recorrido en el que recibió varias
denominaciones que vale la pena rememorar en su cumpleaños.
El sindicato de la entidad había denunciado más de
cincuenta despidos en los departamentos de La Guajira, Magdalena y Atlántico.
Evocar parte de la historia de la ciudad, da paso a
tener presente su evolución en el tiempo. Cada denominación, indirectamente,
habla del lugar que fue, y simula un panorama de lo que sería transportarse a
ese momento.

Un recuento por sus
orígenes
Una de las primeras palabras con la que solían
referirse al territorio proviene de la palabra indígena camach, convertida
después en camacho. “La palabra está relacionada con indígenas de la zona del
Magdalena que llegaban a la Barranquilla de ese momento, con el propósito de
realizar intercambios comerciales de alimentos y artesanías”, recuerda el
profesor e historiador Milton Zambrano.
Fue en el siglo XVII, a un costado de los caños que
conectaban con el río Magdalena, que los intercambios proliferaron y la zona
resultó tan atractiva para los foráneos, que lograron consolidar un
“asentamiento espontáneo”, un tipo de poblamiento reconocido en la colonia como
“sitio de libres”.
Estudios consultados por Zambrano así lo evidencian,
por lo que expone que la población no fue fundada en la época colonial, sino
que surgió a la historia por generación espontánea, cuyos registros no existen.
En otras palabras, la denominación del punto
geográfico como “sitio de libres” era para personas que no estaban sujetas a
normas, que vivían libres de estigmas o reglamentaciones, un espacio de todos y
de nadie a la vez. Fue así un apelativo que cobró gran valor por su
connotación, al figurar en las primeras denominaciones dadas a la ciudad.
Al cerrar el siglo XVI y mediados del XVII aparece la
denominación ‘El Sitio de libres de Camacho’, zona que reunió a los primeros
habitantes de la época colonial. “Los pobladores se dedicaron a las actividades
agropecuarias e hicieron una ocupación dispersa del espacio”, reseña el texto
Los inicios de Barranquilla, publicado en el 2007 por Armando Arrieta y Ruth
Hernández Arévalo.
De acuerdo con datos en la publicación, desde ese
momento algunos españoles se ubicaron a orillas de la ciénaga y ocuparon zonas
previamente preparadas por los nativos de Camacho. Con el tiempo, los
quehaceres en torno al agro fueron consolidándose, surgiendo así ganaderos,
agrícolas y otros roles como peones o artesanos. “No hay forma de rastrear
mercados instituidos, pero sí existió intercambio de bienes entre las personas
que residían en la zona”, asegura el historiador Milton Zambrano.
Desde la segunda mitad del siglo XVII incursionan
otras barrancas en la ciénaga de Camacho, pero esta vez desde la ribera del
caño de Veranillo. Hacia el siglo XVIII surgen los nombres Barrancas de
Camacho, Barrancas de San Nicolás, Barrancas de San Joseph y San Nicolás de
Tolentino, según se evidencia en varios documentos de la época.
Para esta fase de la historia el nombre se adaptó al
ambiente religioso: “Con el tiempo San Nicolás de Tolentino se convirtió en el
santo de devoción de pobladores de las barrancas y, desde entonces,
reemplazaría el nombre castizo de Camacho por la denominación de San Nicolás”,
precisa el texto Los inicios de Barranquilla, que agrupa relatos de distintos
historiadores.
Con cerca de 2.000 habitantes en el primer censo que
se realiza para el siglo XVIII, el territorio era ideal para la agricultura, la
cría de animales y la producción artesanal. La zona ponía a merced de los
habitantes el tránsito libre por la ciénaga de Camacho y los caños anexos. Un
paraíso comercial que, sumado a las dinámicas migratorias, resultaba atractivo
y variable, lo que se reflejó en cada una de las denominaciones de ciudad.
Origen del nombre
San Nicolás de Barranquilla
Fue hasta el siglo XVIII que aparecieron
denominaciones como Barrancas, Barranquillas o Barranquilla en las cartas de
padres, alcaldes y un texto dirigido al virrey Sebastián de Eslava. El nombre
pasó entonces de Barrancas a Barranquilla, una modificación relacionada con el
fenómeno demográfico que se llevaba a cabo en el territorio.
Los grupos humanos, que habían ocupado las diferentes
barrancas y que se habían mantenido alejados, se unen a principios del siglo
XVIII y crean una unidad funcional que ya no justificaba usar el nombre de
barrancas, buscaban entonces un nombre que los identificara a todos, así
aparece Barranquilla, según reseña el relato de Armando Arrieta y Ruth
Hernández Arévalo.
En 1747, con la denominación de parroquia, se le dio
un entorno más legal a la población de San Nicolás de Barranquilla, ahora bajo
el control de la autoridad española. Aparecen a lado y lado las primeras
hileras de viviendas que comunicaban las barrancas entre sí, zonas que se
extendían por la ribera del caño de Soledad, la ciénaga de Camacho y el caño de
Veranillo, poblado que creció y dio paso a Barranquilla. Con esto, también
aparecen las primeras evidencias cartográficas.
Nombres barriales
ligados al cumpleaños de Barranquilla
Dos acontecimientos significativos dieron pie a los
nombres de Las Malvinas y Siete de Abril, actos que, en su momento, denotaron
la fuerza y unión de un pueblo en busca de un territorio para vivir en paz y
tranquilidad. Comportamientos que más adelante resultaron tan significativos
que, de alguna manera, quisieron vincular a los relatos que tejen la historia
de Barranquilla.
Fue así cuando en 1982, en un sector del
suroccidente, aparece un grupo de mujeres autodenominadas ‘Las Domitilas’,
quienes buscaban apropiarse de parte de la finca Manchester para construir una
escuela y una biblioteca. Esa finca contaba con una casa construida en el
territorio que hoy ocupan los barrios El Romance y Las Malvinas.
Aquel asentamiento de origen informal, en 1982 –de
acuerdo al líder comunitario Luis Octavio– coincidió con el conflicto bélico
que enfrentó a Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña por las islas
Malvinas, de allí el nombre al barrio. “Lo relacionado por los países
mencionados fue una lucha por el territorio, y en el caso barranquillero, era
defender una necesidad básica que buscaban satisfacer: la vivienda para las
familias de escasos recursos”, precisa el líder.
En 1976 aparece en terrenos del actual barrio Siete
de Abril un grupo de familias de los barrios Carrizal, Las Américas y
Santuario, quienes invadieron los predios baldíos cerca del sector San Pedro
Clavel, con la única intención de acceder a una vivienda propia.
Luego de otras invasiones y separaciones de predios,
en 1981 líderes de la zona ponen a consideración los nombres de Siete de Abril
y Realengo a la comunidad, así reposa en información barrial elaborada y
compilada para la Alcaldía de Barranquilla, por Isidro Flórez y el historiador
Ramón Montes Quiroz.
La ciudad actual
La ciudad de hoy ha adquirido otros sobrenombres, que
tienen que ver con su evolución como urbe y, a la vez, elevan cada una de sus
cualidades en distintos ámbitos.
Barranquilla, es por ejemplo, la biodiverciudad de
Colombia, (bien lo dijo Sergio Diazgranados, presidente de la CAF, durante la
asamblea del BID); la nueva capital de los parques, (porque cada semana 300.000
personas acuden a estas zonas), la ciudad que más combate la equidad y la
pobreza en Colombia (según el Dane), la ciudad árbol de Colombia (según la
Fundación Arbor Day y la FAO), la ciudad con el proyecto de transformación
urbana sostenible más innovador a nivel mundial (reconocimiento otorgado por el
Institute World Resource) y la ciudad con el espacio público más visitado de
Colombia, el Gran Malecón.
Así pues, es Barranquilla la tierra que –sin importar
la denominación que hubiese tenido en el pasado– traza un mapa de sucesos
históricos y evolutivos, que edifican a la ciudad actual, aquellos que hay que
comprender para asimilar la extensa urbe que vemos hoy día. Bien lo cita el
historiador Harold Dede, el “embrión urbano” que hoy es Barranquilla, es todo
un cimiento a la urbe que se consolida actualmente. Un camino que merece ser
recordado, apropiado y defendido.